Ayer
me lo encontré en “El Corte Inglés” de Serrano. Y ésa fue mi primera sorpresa:
―¿Qué
hace un tipo como tú en un sitio como éste?
Mi
pregunta era sólo una broma, pero mi amigo se la tomó en serio. Y ésa fue la
segunda sorpresa:
―No…,
si no… Es que, verás, yo no vengo mucho por aquí, pero es que los domingos
abren y necesito…
Estaba
tan nervioso como si lo hubiese sorprendido hurgando en un cubo de basura.
A
pesar de todo nos dimos un abrazo. No nos veíamos desde hace más de medio
siglo, cuando estudiábamos Derecho en Barcelona. Ya era rico entonces, pero
además tenía otras cualidades: era inteligente y muy trabajador; tocaba el
clarinete, contaba chistes en cadena, era simpático y encima, guapo.
Nos
sentamos en una cafetería. Yo debía regresar a Molinoviejo, pero no tenía
prisa. Media hora después seguía hablando de su finca, sus perros, sus
caballos, sus coches…
―No,
no tengo hijos. No quisimos. Es mucha responsabilidad.
Y
sin darme tiempo a meter baza, añadió:
―Me
he jubilado, ¿sabes? Ahora vivo como un cura… ¡ja ja ja!
Se
quedó muy sorprendido cuando le pregunté si ayudaba a alguien con su dinero: a
Cáritas, a la Cruz Roja, a “Manos Unidas”… Masculló un “no, yo no creo mucho en
eso”.
―A
tu edad y sin hijos ―añadí―, hay un deporte que te vendría muy bien para el
alma y para el cuerpo. Mejor que el golf: compartir lo que tienes…
―Ja,
ja, ja… Los curas siempre igual. Mira, te voy a explicar una cosa…
Y
me dio una conferencia. No es la primera vez que me ocurre: pides un euro y te
dan una charla sobre la prima de riesgo.
Se
ha quedado con mi tarjeta y yo con la suya.
17 comentarios:
perdone pero lo primero q me viene a la cabezales:q jeta!
que triste tiene q ser no?
Se que es una opción de vida, y la respeto como tal, pero tiene q ser muy duro llegar a una edad y, a pesar de la responsabilidad, ver q no tienes familia directamente cercana para cuidarte, para acompañarte al médico, o para contar unos chistes... Si, lo se. Puedes tener sobrinos, primos, amigos...pero que te llame aitite un bicho de 2-3 años mientras le das la merienda, o cuando le regañas y te pone sonrisa y cara de bueno, tiene que ser algo grandioso.
Ánimo. Tiene ud tarea por delante con ese amigo.
Tan rico, y sólo se me ocurre pensar "¡pobre!".
Qué bien cuenta usted las historias. Y un encanto puramente literario: adivinar dónde ha colado el dato para despistar. Tiene que ser un dato que nos confunda, para velar el anonimato, y que no reste transparencia a la verdad de la historia. Umm. Esta vez no caigo: tal vez un yate en vez de un cortijo, un Centro Comercial en vez del CI, quizá un hijo único en vez de ninguno... No, no, no se preocupe, ya sé que no puede contestarme.
Cada vez veo más claro que muchas veces quien más tiene menos da y quien menos tiene más da. ¿Por qué será? Tengo una amiga que desgraciadamente por violencia de género tuvo que separarse, y no llega a final de mes. Su madre está en una residencia de ancianos en un pueblo de Burgos, tiene muy mala combinación de autobús desde Bilbao, aunque está a menos de 1 hora en coche, suelo llevarla más ó menos una vez al mes a verla y no hay mes que no tengamos "pelea" por la gasolina, porque en su generosidad quiere que cada vez llene el depósito,es su manera de agradecer. Ahora que lo estoy escribiendo pienso que a lo mejor a las personas como a su amigo les pasa que piensan que no deben nada a nadie, y no hay nada que agradecer porque ellos ya tienen todo lo que necesitan; vamos que no necesitan a los demás para nada.
Tristeeee ¿por qué? Cada uno es libre de elegir como quiere vivir su vida,si es su elección ¡enhorabuena!
¡Que cada uno tenga los hijos que quiera o no quiera!
No sabía que se perdía inteligencia con los años...
Y como siempre, un anónimo que dice... lo que dice. Pobre.
Pues si le vendría bien dar un poco de lo que tiene, a veces te encuentras con gente que lo ha dado todo y ves que son más felices que nadie y no les falta de ná porque Dios no se deja ganar en generosidad. Así como te lo cuento. Te lo digo yo que de esto se un rato. Adiosle
Anónimo de las 16:08, tengo unos conocidos que tomaron esa opción. Los hijos les parecían un obstáculo para su carrera profesional. Ambos trabajadores infatigables, carreras brillantes, apoyados uno en otro hasta llegar a la cima. Y a los cincuentay pocos, el cáncer se ha llevado al marido, después de un par de años de infierno.
Ella se ha quedado con su enorme casa en el centro, su carrera brillante y su soledad.
No me quiero imaginar qué pensará, si se permite pensar en ello.
Me hace mucha gracia cuando le hablan a uno como sí no viviera en este mundo: "te voy a explicar una cosa" y te cuentan una milonga de aúpa. A mi me pasó este verano. Alguien tuvo la amabilidad de explicarme como todos o casi todos los padres son unos egoístas y no hacen las cosas por el bien de sus hijos. Como sí yo no tuviera amigos que se desviven por los suyos dejando su comodidad a un lado, o como sí mis hijos no fueran a un colegio donde hay muchas familias que hacen muchos sacrificios para no tener que sacar a los hijos de ese colegio... en fin, Serafín, para que seguir....
Lo triste, Sacapuntas, es que tenga sensibilidad cero para las necesidades de los que no son tan afortunados en cuestiones económicas.
Claro que tampoco es obligatorio que a uno le importen las cuestiones sociales. Total, ya se llevará Hacienda -o sus sobrinos- su fortuna cuando se vaya al otro barrio.
Por poder, anónimo, puede vivir como quiera, pero la felicidad no la va a encontrar ahí.
Aún así no hay por qué despreciar a nadie por sus decisiones, aunque sean erróneas, sino intentar ayudarle respetando su libertad, y con cariño como hijo de Dios que es.
A rezar por él!
Anónimo: ahí está la diferencia. Yo no "tengo" hijos. Ellos me tienen a mí.
Es mucho mejor no juzgar tanto,espiritualmente obedeces a Dios y humanamente el linchamiento no suele ser muy atractivo.
Cuando estas con personas hostiles a los valores cristianos y desacreditan desprecian o ridiculizan a la Iglesia,me parecen unos maleducados.Es lo mismo al reves,creo yo.
Estoy contigo cayo coco.
Creo que algunas veces tratamos de ser tan respetuosos con el modo de vivir de los demás, que confundimos las cosas. No hay que “linchar” a nadie, de acuerdo. Aquí no lo hemos hecho jamás. Pero sí que es lícito y necesario decir que determinadas conductas son erróneas.
Toda la comprensión del mundo para los que yerran, pero decir que, “como somos libres, lo importante es hacer lo que nos dé la gana” significa negar que exista una moral objetiva a la que debe ajustarse nuestra conducta. Podemos y debemos censurar esos modos de vida que degradan al hombre y lo envilecen: el egoísmo, la insolidaridad, la lujuria desatada, etc. Eso no es “linchar” a nadie. De hecho, don Enrique jamás ha juzgado, que yo recuerde, a personas concretas. Defiende unos principios, eso sí, con pasión y con humor.
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