Estoy
aprendiendo mucho con mi nuevo trabajo.
Cuenta
el Evangelio que el Sembrador lanza a voleo semilla y le basta con que la tierra
esté bien dispuesta para dar el fruto de la Sabiduría. Pero “parte cayó entre
espinas; y crecieron las espinas, y la ahogaron”.
Veo cada día a personas humildes, generosas, donde la semilla prende con inusitada rapidez. Son los verdaderos
sabios. Y, al contemplar la belleza del fruto, me ha venido el recuerdo de algunos teólogos arrogantes en los que la erudición parece crecer y
crecer como las espinas de la Parábola hasta ahogar la semilla.
¿Será que la
erudición es un obstáculo?
“Ya
podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un
metal que resuena unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de
predicación y conocer todos los secretos y todo el saber…” (I Cor. XIII)
5 comentarios:
Me aplico el cuento. No por teóloga, si no por bocazas.
Cuando en la siembra comienzan a asomar los pequeños brotes,es cuando más cariño tenemos que poner en el cuidado.
De lo contrario,seguro se echa a perder.Haber si nos lo aplicamos,y soy generoso digo "nos"
Yo me lo aplico también xq he tenido la suerte de vivirlo tb hace poco ... y de aprender como aprenden esos humildes sabios!! Q cuento más mayores, más niños se sienten para así no perderse nada...
Todos somos vanidosos por naturaleza, ¿no? Pero cuando poco a poco vamos interiorizando la humildad, la generosidad y el amor, nos sentimos más auténticos, y enormes sin ser doctos. No creo que la erudición sea el obstáculo y sí nosotros mismos. Hasta que se nos enciende la bombilla...
Gracias por sus letritas.
Se puede ser sabio y erudito a la vez, creo yo, no entiendo la contraposición. La Sabiduría es don de Dios a los humildes, a los niños y los que se hacen como ellos. Se puede ser erudito y humilde, ahí tiene a Benedicto XVI y a Juan Pablo II. Lo peor ocurre cuando uno empieza a escucharse y a gustarse, la vanidad como dice Todoslosnombres.
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