Ayer hizo frío de madrugada. A las ocho comenzó a llover. Era una lluvia fina pero intensa, como un sirimiri agresivo que empapaba en pocos segundos. A las diez y media cayó la niebla y siguió la lluvia.
Entonces apareció el primer gato. No sé de dónde vino. Mi jardín amurallado (25 metros por 9) parece inaccesible a los animales implumes, pero el gato sabía muy bien a dónde iba: a un pequeño porche que hay junto a mi ventana, el único rincón exterior al que no llega la lluvia. Hay allí una silla de jardín con dos cojines donde suelo sentarme para tomar el fresco.
El gato se agitó violentamente para desprenderse del agua, bostezó y, de un salto, se acomodó en la silla. Salí inmediatamente para afearle su conducta, pero el felino me echó una mirada asesina acompañada de un gruñido nada amigable. Reculé.
El gato se fue a media tarde en busca de su familia. Esta noche un enorme gato gris, ha dormido plácidamente en el mismo lugar. Lo más probable es que sean primos.
Hoy he predicado sobre el trabajo y he utilizado la holgazanería del gato como metáfora.
12 comentarios:
Jajaja.. Pobre gato. No le riña... También los gatos holgazanes tienen derecho a cobijarse de la lluvia.
Finalmente parece que todo ha quedado en un gran susto. ( ( éramos, somos y seremos, blog) . El marido de Mara! No necesitará cirugía porque las fracturas son limpias y no se han desplazado (afectan a la cavidad orbitaria, pómulo y sien). MIL gracias a Merche y a todos los que rezásteis.
En cuanto al gato, me parece un animal nada doméstico, de hecho, parece que es el amo del hombre, a diferencia del perro. A mí no me gustan nada esas libertades que se toma invadiendo el espacio de los demás. Si los quiere ahuyentar, es tan fácil como poner café molido en bolsitas de tela porque su olor les repele.
Si me permite, D. Enrique, sólo quería dar el aviso...
Me piden que me apunte a la cadena de oraciones por un niño de 8 años muy enfermo que hoy está agonizando. Se llama Juan.
Cuantos más seamos, mejor.
La próxima, a ver si es para una acción de gracias, que a veces me da la impresión de que sólo rezamos por lo triste.
Pues yo no sé si en casa tenemos un gato o el gato nos tiene a nosotros.
La mirada misteriosa de los gatos me producía miedo y rechazo hasta que me vi obligada a recibir a uno en casa para remediar el error de su madre gata al abandonarlo. Mi hijo lo encontró, era algo mayor que el gato. Ahora el gato vive su larga vejez doméstica, es un buen amigo que maúlla, ronronea, se acicala, bufa poco, sestea mucho; aprendimos a reconocer sus gestos de cariño y familiaridad.
"Hoy es día de ayuno" dice el gato al ver que no alcanza el tocino: si la sabiduría popular lo dice, ha dado en el clavo con la metáfora, Padre.
Gracias por sus letritas; voy a contárselas a mi gato.
Pobrecico el gatico,no sea cruel D.Enrique,si vienen a visitarle que menos que ser cortes jeje.
Hexamamá, el domingo en misa en Alcorcón pidieron por un niño de ocho años que se llama Juan. Es el mismo?
Ay Alejandra, que poco conoces a los gatos! Es uno de los pocos animales que se atreve de vivir (y pensar, diría yo) como le da la gana, y no se comporta como esclavo del ser humano. Y eso es admirable! Y, para D. Enrique; el mío no toca a los pájaros, lo tiene prohibido, y lo sabe!
Hasta del gato friolero se puede sacar una moraleja......gracias D. Enrique.
Qué alegría leerle
(Con su permiso otra vez...)
Sí, Cordelia. Era el mismo. Murió de madrugada.
Hexamama, pobres padres que se les queda un agujero muy profundo en el corazón. El niñito está con Dios, ha llegado a la meta y goza eternamente. ¿Triste? Pienso que envidiable, como madre también, saber que un hijo ya ha alcanzado lo que los otros no tienen asegurado.
Rezo por ellos.
Me alegro mucho este vuelta....siempre es enriquecedor leerle!!!
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