Me contaba mi amigo José María, rector de una iglesia de Valencia, que en cierta ocasión, en el instante mismo en que empezaba la ceremonia de una boda, los novios y los padrinos comprobaron con horror que habían olvidado los anillos en casa.
La tragedia estaba servida. La novia comenzó a llorar, y fueron inútiles los esfuerzos de del cura para convencerla de que no ocurría nada. Había tiempo de sobra para ir a buscar las alianzas. Si fuera necesario, él prolongaría algo la homilía.
Fue necesario. Don José María, que es veterano en estas lides, se explayó a gusto: comentó exegética, jurídica y teológicamente cada una de las lecturas; habló del matrimonio desde todos los puntos de vista imaginables; pero la novia lloraba desconsolada al comprobar que los anillos seguían sin aparecer.
En la frente del oficiante brotaron las primeras gotas de sudor. Repitió los mismos argumentos con nuevo énfasis; se remontó al Antiguo Testamento; habló de Tobías y de su esposa, de Adán y Eva…, y los anillos no llegaban.
A punto estaba de tirar la toalla y comenzar el rito del matrimonio suprimiendo o aplazando la bendición e imposición de las alianzas, cuando por el pasillo central de la iglesia, entró corriendo como un atleta olímpico uno de los testigos.
El recién llegado levantó el brazo derecho para mostrar su trofeo. Don José María tomó aire, recuperó la serenidad y exclamó con voz potente:
—¡Ya está aquí el Señor de los Anillos!
Si el organista hubiese tenido reflejos habría interpretado en ese momento la música de la peli.
12 comentarios:
Jajajaja, hubiera sido un puntazo. Pero aún sin canción, me imagino que todo el mundo se habrá desternillado de risa con la curiosa situación.
Una boda como para no acordarse, vaya...
jajajajajajajajajaj, etc...!!! Espero que mi hermana no lea esta entrada... se casa en menos de un mes!!
muy bueno!
Es que el Rector de San Juan del Hospital es mucho Rector.
En fin, como siempre, ha sido verdadero un placer leer el comentario.
Un fuerte abrazo, Don Peque.
No será que a veces damos importancia a lo que realmente no la tiene? y olvidamos lo verdaderamente importante, el fondo de los asuntos?....
Bueno... todos los novios quieren que su boda salga lo más bonita posible... al fin y al cabo prepararla lleva mucho tiempo, bastante dinero por muy sencilla que se quiera hacer...
El otro día asistí a la boda de mi primo. Su novia y él llevaban conviviendo tres años, y la ilusión de mi primo era casarse por la Iglesia... él no hubiera querido convivir antes, pero cedió por ella. Bueno pues cuando logró convencerla de que se casaran, estuvieron casi un año preparándola, e hicieron una boda bastante bonita y con todo detalle. Después de la cena, mi primo desapareció, y todo el mundo se preguntaba dónde estaba. Al cabo de cinco horas nos enteramos de que le había dado lo que se conoce como un "pampurrio"... una especie de corte de digestión brutal que le dejó hasta sin conocimiento... y todo por los nervios!!!!!!
Anabel
D,Jose María B. tiene historias de bodas para contar y no parar. Recuerdo haberle oído que una vez, en la paz -creo- el novio pisó el velo de la novia, que estaba enganchado a un moño postizo: y allá que se fueron el velo y el moño, y como siempre, la novia a llorar a moco tendido. Es curioso: si nos pasa a nosotros el disgusto es de aupa, pero si le pasa a otro las risas están garantizadas.
Ay!. No me haga reir que ayer fui al gimnasio y tengo "agujetas".
Su amigo desde luego es un Santo. Eso si que es comprender a las mujeres y, por el título de la peli, también a los hombres.
Desde luego uno se puede casar sin anillos, sin "disfraz" y sin comer, pero los detalles también importan.
Me ha gustado su blog y lo he enlazado al mio. Por si quiere hacer lo mismo - me encantaría-. Acaba de nacer y creo que tendrá muchas posibilidades.Un saludo
Si me da permiso, me encantaría también a mí enlazar su blog al mío.
Jajajaja, muy bueno. Otra para el amplio anecdotario sacerdotal
En la boda de un amigo me pasé toda la ceremonia tocando al órgano -eso sí, electrónico- insertos de un tema del Señor de los Anillos. Los adeptos sonreían, y el resto comentó después la espléndida música sacra. Je. (Nota: no soy organista, ni pianista, pero disimulé muy bien echándole cara).
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