sábado, 1 de septiembre de 2007

En el ascensor


Tomé el ascensor en el piso 10º. Eran las 8 y cuarto de la mañana.

Generalmente a esas horas suelo viajar solo, pero ayer el artilugio se detuvo en el 8º. Subió un chaval de 16 o 18 años. Pantalón “pirata” —hasta media pantorrilla— y camisa a rayas azules. No me fijé en el calzado. Cuando se comparte con alguien un espacio tan reducido, parece descortesía fijarse demasiado.

El chaval llevaba en la mano 3 teléfonos móviles y empezó a encenderlos. En el ascensor es conveniente hacer algo para aprovechar el tiempo.

—¿No son muchos? —le pregunté—.

—¿Qué?

—¿Tres teléfonos?

—Bueno, éste me lo han regalado ayer. Éste me lo dio mi tía y este otro es para el colegio…

—¿Me regalas uno?

—¿Cómo?

El chaval me miró con aprensión. Probablemente pensó que le había tocado en suerte un cura loco.

—Es una broma, pero a lo mejor no necesitas tantos teléfonos. Piensa a ver si puedes regalar uno a alguien que lo necesite más que tú.

—Ah, vale…

No me fijé en su expresión. Llegamos a la planta baja. Él salió como un rayo delante de mí. En la entrada da la casa había un audi azul. El chófer abrió la puerta trasera, y el chaval penetró hasta el fondo como si quisiera perderme de vista. Unos segundos después, sin más pasajeros, el vehículo se puso en marcha.

Mientras ponía en marcha el Polo, me acordé de lo que dijo Jesús sobre el camello y el ojo de la aguja. Aunque, quién sabe, Dios es tan bueno…

Creo que lo encomendé.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

El teléfono móvil, los juegos electrónicos, los mp3 y ipod son artilugios propios de la adolescencia. Yo he visto "selulares" de quitar el hipo de caros en manos de jóvenes con apariencia de poder adquisitivo (el de sus padres, claro) bajo.

Pero lo del Audi con chófer... eso sí que tiene caché.

Seguro que en algún momento vuelve a pensar en lo que usted le ha dicho. Cuando tenga todos los cachivaches apagados.

Jesús Sanz Rioja dijo...

Encomiende también a sus señores padres, y así vamos más rápido.

Lucía dijo...

Hay jóvenes que dicen no querer apagar los "aparatitos" para no tener que pensar.Yo creo que a algunos adultos tambien les pasa.Si un día se fundieran todos esos adelantos tecnológicos y empezasen a trabajar las neuronas ¡menuda revolución!

Anónimo dijo...

Yo uso dos teléfonos: uno mío y otro del trabajo para cuando estoy de guardia.

El mío suena poco, pero nunca lo apago (excepto en misa). Nunca dejo que se quede sin pila. Me recuerda en cierto modo a las doncellas sensatas que se llevaron aceite para que sus lámparas no se apagasen. El que llame, sea cuando sea, debería recibir respuesta.

En fin, cosas que se me ocurren.

Anónimo dijo...

Pero tu eres un adulto y hasta un padre de familia. El chico del ascensor..., esperemos que no acabe en la delicuencia organizada

Juanan dijo...

Pobre chaval... con tres móviles y con audi con chófer...

Anónimo dijo...

Tampoco hay que ponerse tan cenizos. Creo recordar que las últimas palabras de Jesús en el episodio del joven rico fueron: "lo que es imposible a los hombres, es posible para Dios".
Si don Enrique se ha cruzado con él por algo será, quizás para que recemos nosotros también por él.

María dijo...

Yo estoy segura de que usted lo encomendo y yo lo encomiendo! jajaja

Altea dijo...

Siento no poder comentar nada en la entrada anterior por estar bloqueados los comentarios, porque no me resisto a decir que me he reído un montón con la respuesta de S. Josemaría. Me va a resonar muchas veces...

Jose María Corbí dijo...

Lo malo de la riqueza es que te llena de obligaciones vacías que te impiden, aunque quieras, poder vivir de cara a lo que realmente importa. La riqueza te mete en un mundo de obligaciones absurdas. Además tener mucho dinero y no ser un hortera es muy difícil. Se necesitan muchos años, quizás siglos, de riqueza y la suerte del buen ejemplo de generosidad de las distintas generaciones, además de una fuerte religiosidad, para no convertirse en eso, en un hortera, que es lo que seguramente era el niño ése, que, no tiene culpa de cómo le han educado sus padres ricos horteras.
Un fuerte abrazo D. Enrique!

Marta Salazar dijo...

ja ja ja, buenísimo!

yo tenía dos celulares (no les llaman móBiles en espana?):

uno de emergencia para la casa y otro que siempre va conmigo.

Regalé, en un acto de gran desprendimiento, uno de ellos a una gran amiga que había perdido el suyo y ahora está en Singapur, prestanto fieles servicios, con una tarjeta asiática (y eso que es Siemens).

"El teléfono móvil, los juegos electrónicos, los mp3 y ipod son artilugios propios de la adolescencia", entonces, debo ser muy adolescente, je je.

sí, la riqueza no hace la felicidad... pero ayuda mucho.