martes, 29 de abril de 2008

La limosna, en silencio

La oronda clienta salía de la confitería cargada de paquetes. El mendigo lloriqueaba su cantinela de rodillas sobre una manta sucia, con una lata vacía y un letrero que no alcancé a leer.

La mujer echó mano al bolso, sacó un monedero, rebuscó en su interior, y antes de soltar la moneda elegida, decidió colocar un sermoncito al pordiosero.

Desde el interior del coche, sólo percibí los gestos: el dedo índice de la señora increpando al mendigo y la mirada vacía de éste.

Me dieron ganas de recordar a aquella buena mujer que es de mala educación hablar con la boca llena.

7 comentarios:

Juanan dijo...

Qué coraje...

Antonia Macaya Fonts dijo...

¿Sabe qué pienso yo? el problema de dar limosna es precisamente tener que rebuscar la "monedita" en la cartera. Y otra cosa que también me viene a la cabeza es que no sé muy bien quien es más "pordiosero", si el que pide la monedita o el que mira por encima del otro al que no tiene.

A veces cuesta muy poco dar la moneda. Lo dificil es ponerse en el lugar del otro para echar esa mano de suerte que tal vez necesita el que está con la mano extendida esperando llenarla de algo. Gracias por dejarme opinar.

Historias del Metro dijo...

A su "visión" de la señora y el mendigo yo lo llamo "instantes eternos". Son imágenes que ves en unos segundos, en silencio, pero están tan llenas de palabras que nunca se olvidan.
Dejan huella y vienen a la memoria de vez en cuando...

Kike dijo...

Pues hay de todo, hay de todo... Hay circunstancias en las que lo que viste, padre, indigna, me refiero a la actitud de la señora. En mi país, sin embargo, hay evidencia empírica de que no pocos mendigos que hay por la calle en realidad viven mejor que uno, y no son ni desempleados ni ---en algunos casos--- lisiados o tullidos; simplemente ya se acostumbraron a hacer de la holgazanería y del cinismo una forma de vida. Es lamentable, pero es lo que hay.

Anónimo dijo...

Hablar con la boca llena..." Muy bueno.

Enrique Monasterio dijo...

Kike: no recibí el mensaje de que me hablaste, o al menos yo no lo leí. Tienes mi permiso para lo que quieras. Un abrazo y muchas gracias.

Marga dijo...

El otro día me reuní con un grupo de personas cuya media era de 70 años. Fui a contarles de una iniciativa de solidaridad que promovemos un grupo de amigos. una de estas persona con las que me reuní,al acabar se acercó y me dijo "que Dios te bendiga", yo me quedé sin palabras, bueno no, abrí creo mucho los ojos y dije muchas gracias, solo la miraba.
Al día siguiente se hizo con mi teléfono y me llamó: quiero hablar contigo. Quedamos en una conocida calle de nuestra ciudad. Al llegar me dió 2 besos y vi que metía su mano en el bolsillo de su abrigo y sacaba un sobre: "aquí tienes el dinero para una de esas sillas de ruedas", la cantidad era grande. Yo me quedé de nuevo sin palabras. Ella entonces me explicó que tenía ese dinero para un "por si acaso", que en la vejez, supongo que dan seguridad. Siguió ella" después de oirte me fuí a un Sagrario y le dijo ""por si acaso que", y decidí llamarte. Solo me salió darle una abrazo,las gracias y despedirme con un Que Dios la bendiga a usted. Se fué convencida que estaba bien pagada. yo me fui convencida de que Dios en ese momento sonrió.
margarita