viernes, 9 de mayo de 2008

La Idea



Regresaba a casa muy contento. Llovía con entusiasmo sobre Madrid y la alergia me había concedido un respiro en el sentido más literal de la palabra. Yo había predicado ya dos retiros (uno de mañana y otro de tarde) y, después de confesar a un montón de personas encantadoras, no me encontraba más cansado de lo corriente: o sea, como si me hubieran dado una paliza, pero una paliza moderada, sin abusar.

Entré en el coche y lo puse marcha; me dejé abrazar por el cinturón de seguridad, tomé aliento, y en ese preciso instante, me vino La Idea. ¿De dónde llegó? Lo ignoro, pero era una idea brillante, profunda y tan ingeniosa que me hizo sonreír. No era una reflexión muy abstracta, ya que apareció bien envuelta en palabras precisas que debería haber apuntado en la agenda.

Me sentí feliz con el hallazgo. Temo que incluso me piropeé a mí mismo, por haber sido capaz de concebir un pensamiento tan sugerente. Me lo imaginé redactado en el blog con la etiqueta “pensieri” que tanto gusta a mis lectores. Entonces miré hacia mi izquierda y la vista se me fue a una tarta de chocolate que había en el escaparate de la Pastelería Mallorca. Fue apenas una décima de segundo, pero me distraje tanto, tanto, que lo olvidé todo.

He llegado a casa. Me he puesto frente al teclado del ordenador y he llamado a La Idea para que vuelva. Pero es inútil. Ya no recuerdo qué fue aquello tan certero que me vino a la cabeza y que se fue en un suspiro. Ahora mismo no soy capaz de recordar siquiera a qué género o especie pertenecía il mio pensiero: ¿era una consideración filosófica, un endecasílabo italiano, un personaje de cuento infantil, un argumento contra el maniqueísmo, un poema satírico, un guión cinematográfico…?

No me digáis que no importa, que ya se me ocurrirán otras ideas mañana o pasado. Quizá no. Tal vez ésta sea la última de mi vida. Tal vez era esa idea que todo el mundo busca, la que Occidente necesita para salir de la crisis. ¿No hemos dicho tantas veces que son las ideas las que mueven el mundo?

Quizá alguno de vosotros se tropiece con ella por ahí, en el aire de la primavera. Es brillante, ingeniosa, positiva, quizá algo paradójica. Si la encontráis, es mía. Mandádmela por correo certificado a este blog, que hoy se acuesta sin un solo pensamiento original que llevar a la red.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si que te acuestas tarde, con o sin ideas.

Kike dijo...

Jo, padre tocayo, me has hecho acordar a una historia de C. S. Lewis, en el primer capítulo de Cartas del diablo a su sobrino. ¿La recuerdas?

Luis y Mª Jesús dijo...

esa idea está revoloteando a su alrededor... acabará bien amarrada en su blog. La esperamos

Enrique Monasterio dijo...

Luisa, tu mismo miedo te delata. Ya veo que fuiste tú quien me robó la idea tentándome con una tarta de chocolate.
Sí, tal vez te denuncie por ladrona... Ya veremos

Anónimo dijo...

ja,ja,ja...

El coche es la mar de inspirador.
Tengo un montón de ídeas escritas en los recibos de gasolina y papeles que encuentro a mano en los semáforos. Luego los pierdo!. Vamos, que lo mío es mucho peor. Se me olvida una vez escrito y sin tarta de chocolate por medio!

No se preocupe que seguro que la recupera a la altura del parquímetro!

Buen viernes

MacGregor dijo...

Para algunos, ante una tarta de chocolate ummmm... desaparece casi cualquier cosa!!...

D. Enrique, pase usted de nuevo por esa pastelería a ver si, la misma tarta u otra parecida, le devuelve esa idea que tan intrigada me tiene.

Anónimo dijo...

Si la idea era tan buena como dice volveré en el momento menos esperado y sino vendrán mejores

Anónimo dijo...

D. Enrique, no se si es el foro adecuado, por que soy nueva en esto pero esta mañana he desayunado con la noticia de que en el Líbano se esta preparando una guerra civil, como ustede ya sabra en Beirut existe una casa del Opus Dei, me gustaria que se acordara de ellos en sus oraciones.

Gracias

Anónimo dijo...

El problema es cuando por no afectarnos muy de cerca (no hay petróleo, no son mis aliados, no hay una casa del Opus Dei...) no nos acordamos de ellos. EStán lejos, que se maten.

Anónimo dijo...

Para el que quiera ayudar a los de Birmania copio lo que cuelga mi hermano en su blog, que a su vez encontraréis linkeado en el mío.
Saludos.
Para ayudar con la seguridad de que el dinero llega a los afectados y no se lo quede el gobierno:

http://www.caritas.es/home/noticias/index.php?MjE%3D&NzUz

Anónimo dijo...

Sí, es un poquito sacar las cosas de quicio. Cada uno que rece por lo que le parezca, y si alguien nos pide oraciones no seamos ñoños. Te place rezar por los del Tibet más que por los del Opus del Líbano? Adelante. dios ya repartirá como Él sabe.
Y a propósito de la Idea, D. Enrique, a lo mejor sólo era intencionada para Ud. Ya nos deleitará con otras no menos buenas. Gracias.

Anónimo dijo...

Permitame, aunque somos colegas, que no le tutee en este primer comentario. Pues como soy filósofo no he podido sustraerme al asunto de la Idea. Tal vez sea un típico caso de amnesia diabética provocada por el estímulo de un dulce cercano, olvido que se ha llevado por delante la idea en cuestión pero que le ha librado de un psicocoma hipoglucémico por no comprar la tarta y trapiñársela con los amigos. Y se me ocurre otra idea ya le gustan tanto las aves: le invito a una buena chuletada en una bodega de La Rioja si nos hable de esa Persona que es "Alma de la Iglesia" y Alma de nuestra alma y cuyo icono es precisamente la paloma. Que nunca sea para nosotros esa Persona -DIVINA- el "GRAN DESCONOCIDO". Gracias,

Enrique Monasterio dijo...

Acepto tu invitación; pero, amigo anónimo, es preciso que conozca tu identidad. Para hablar del Gran Desconocido, no es preciso rodearse de pequeños desconocidos

Adaldrida dijo...

a mí me ha pasado la tira de veces, y da un coraje... Y una vez se me rompió un diskette y un portátil al mismo tiempo, y perdí un comienzo de novela. Hay. Sólo recuerdo un poco el argumento, y que la prota se llamaba Paula Abreu.