...a poner esta entrevista que me manda don Fernando. Don Fernando es un sacerdote del Opus Dei, que ha vivido cincuenta años en Japón, y ahora, desde Vitoria, sigue en contactos con multitud de amigos que dejó allí.
"Japón ha entrado en una nueva era"
Tokio - 18/03/2011
El novelista Kenzaburo Oé, premio Nobel de Literatura en 1994, es una de las conciencias de su país. Siempre se ha mantenido fiel a los valores sobre los que se construyó el Japón de la posguerra. Se esfuerza con obstinación en recordar que la memoria es la base a partir de la cual se reflexiona sobre el presente. Nacido en 1935 en un pequeño pueblo de la isla de Shikoku, este hombre discreto es una voz ponderada y humanista de un Japón reducido a menudo a su cultura de masas o a sus productos. El autor de Notas sobre Hiroshima siempre se ha esforzado por vivir con dignidad.
"Estamos sometidos a la mirada de las víctimas de la energía nuclear"
"El riesgo de las centrales atómicas se ha hecho realidad"
"Espero que el accidente nos lleve a ver el peligro de todo lo nuclear"
"La importante lección del drama de Hiroshima es la dignidad"
Pregunta. En su opinión, ¿qué significado tiene la catástrofe que está viviendo Japón dentro de la historia moderna?
Respuesta. Desde hace unos días, los periódicos japoneses solo hablan de la catástrofe que estamos viviendo y la casualidad ha querido que uno de mis artículos, escrito la víspera del seísmo, se publicara en la edición vespertina del diario Asahi el 15 de marzo. En él evocaba la vida de un pescador de mi generación que había sido expuesto a radiación en el transcurso de una prueba de la bomba de hidrógeno en el atolón de Bikini. Yo lo conocí con 18 años. A partir de ese momento dedicó su vida a denunciar el engaño del mito de la fuerza de disuasión nuclear y la arrogancia de los que defienden su uso. ¿Sería un oscuro presagio el que me impulsó a evocar a aquel pescador justamente el día antes de la catástrofe? Lo cierto es que él había luchado también contra las centrales nucleares y había denunciado los riesgos que presentan.Llevo mucho tiempo dándole vueltas al proyecto de revisar la historia contemporánea de Japón tomando como referencia tres grupos de personas: los fallecidos en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, las víctimas de la radiación de Bikini (uno de cuyos supervivientes fue ese pescador) y las víctimas de las explosiones en las centrales nucleares. Si analizamos la historia de Japón desde el punto de vista de estos fallecidos, víctimas de la energía nuclear, su tragedia queda de manifiesto.Hoy comprobamos que el riesgo de las centrales nucleares se ha hecho realidad. Sea cual sea el aspecto de la catástrofe que estemos descubriendo (y con todo el respeto que siento por los esfuerzos humanos desplegados para ponerle freno), su significado no da lugar a ninguna ambigüedad: la historia de Japón ha entrado en una nueva fase y, una vez más, estamos sometidos a la mirada de las víctimas de la energía nuclear, de esos hombres y mujeres que han dado prueba de un gran valor en su sufrimiento. La lección que podremos extraer del desastre actual dependerá de la firme resolución de no repetir los mismos errores por parte de aquellos a los que se les ha concedido el derecho de vivir.
P. Esta catástrofe aúna de manera dramática dos fenómenos: la vulnerabilidad de Japón a los seísmos y el riesgo que presenta la energía nuclear. El primero es una realidad a la que este país lleva enfrentándose desde la noche de los tiempos. El segundo, que amenaza con ser todavía más catastrófico que el seísmo y el tsunami, es obra del hombre. ¿Qué sacó en claro Japón de la trágica experiencia de Hiroshima?
R. La importante lección que debemos extraer del drama de Hiroshima es la dignidad del hombre, tanto de aquellos y aquellas que murieron al instante como de los supervivientes, afectados en carne propia, y que durante años tuvieron que soportar un sufrimiento extremo que espero haber podido plasmar en algunos de mis escritos.Los japoneses, que conocieron el fuego atómico, no deben plantearse la energía nuclear en función de la productividad industrial, es decir, no deben tratar de extraer de la trágica experiencia de Hiroshima una receta para el crecimiento. Al igual que en el caso de los seísmos, los tsunamis y otras calamidades naturales, hay que grabar la experiencia de Hiroshima en la memoria de la humanidad: es una catástrofe aún más dramática que las naturales porque la provocó el hombre. Reincidir, dando muestras con las centrales nucleares de la misma incoherencia respecto a la vida humana, es la peor de las traiciones al recuerdo de las víctimas de Hiroshima.El pescador de Bikini al que he mencionado anteriormente no dejó de exigir la abolición de las centrales nucleares. Una de las grandes figuras del pensamiento japonés contemporáneo, Shuichi Kato (1919-2008), hablando de las bombas atómicas y de las centrales nucleares sobre las que el hombre pierde el control, recordaba la célebre expresión de una obra clásica, Almohada de hierbas, escrita hace 1.000 años por una mujer, Sei Shonagon. La autora evoca algo que al mismo tiempo parece muy lejano, pero que en realidad nos queda muy cercano. Una catástrofe nuclear parece una hipótesis lejana, improbable, pero siempre nos acompaña.
P. Más de 60 años después de su derrota, parece que Japón ha olvidado los compromisos que adquirió entonces: el pacifismo constitucional, la renuncia a la fuerza y tres principios antinucleares. ¿Piensa que el desastre actual despertará una conciencia contestataria?
R. Cuando se produjo la derrota de Japón, yo tenía 10 años. Un año después se promulgó la nueva Constitución y al mismo tiempo se aprobó la ley marco sobre la educación nacional, una especie de reformulación en términos más sencillos de la Ley Fundamental destinada a que los niños la entendieran más fácilmente.Durante los 10 años que siguieron a la derrota, siempre me pregunté si el pacifismo constitucional, un elemento del cual es la renuncia al recurso a la fuerza, y luego los tres principios antinucleares (no poseer, no fabricar y no utilizar armas atómicas), reflejaban bien los ideales fundamentales del Japón de posguerra. (...)Japón reconstituyó progresivamente una fuerza armada mientras que los acuerdos secretos con Estados Unidos permitieron la introducción de armas atómicas en el archipiélago, vaciando de sentido los tres principios antinucleares oficialmente anunciados. Esto no quiere decir, sin embargo, que no se tuvieran en cuenta los ideales de los hombres de la posguerra. Los japoneses habían conservado el recuerdo de los sufrimientos del conflicto y de los bombardeos nucleares. Los muertos que nos miraban nos obligaban a respetar esos ideales. El recuerdo de las víctimas de Hiroshima y de Nagasaki nos ha impedido relativizar el carácter pernicioso de las armas nucleares en nombre del realismo político. Nos oponemos a ellas. Y al mismo tiempo, aceptamos el rearme de facto y la alianza militar con Estados Unidos. Ahí es donde reside toda la ambigüedad del Japón contemporáneo.Con el correr de los años, esta ambigüedad, fruto de la coexistencia del pacifismo constitucional, del rearme y de la alianza militar con Estados Unidos, no ha hecho más que reforzarse ya que no dimos ningún contenido conciso a nuestros compromisos pacifistas. La confianza total de los japoneses en la eficacia de la fuerza de disuasión estadounidense permitió que la ambigüedad de la posición de Japón (país pacifista bajo el paraguas nuclear estadounidense) se convirtiera en el eje de su diplomacia. Una confianza en la fuerza disuasoria estadounidense que iba más allá de las divisiones políticas y que fue reafirmada por el primer ministro demócrata, Yukio Hatoyama, con ocasión del aniversario, en agosto de 2010, del bombardeo atómico sobre Hiroshima, mientras que el representante estadounidense subrayó más bien en su alocución los peligros de este arma.Podemos esperar que el accidente de Fukushima permitirá a los japoneses reencontrarse con los sentimientos de las víctimas de Hiroshima y de Nagasaki y reconocer el peligro de todo lo nuclear, del que tenemos nuevamente ante nuestros ojos un trágico ejemplo, y poner fin a la ilusión de la eficacia de la disuasión preconizada por las potencias que disponen del arma atómica.
P. Si tuviese que contestar a la pregunta que plantea el título de uno de sus libros,Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, ¿qué diría hoy?
R. Escribí ese libro cuando había alcanzado la llamada edad de la madurez. Estoy en lo que llaman la tercera edad y estoy escribiendo "una última novela". Si logro sobrevivir a la locura actual, el libro que terminaré empezará con una cita del final de El infierno de Dante que dice más o menos: "Y después saldremos para volver a ver las estrellas".
© Le Monde Traducción de News Clips.
6 comentarios:
En principio no estoy en contra la energía atómica, pero es altamente riesgosa. Es un tema político, tema pais que hoy noes estamos enfrentando, el asumir el costo de un eventual desastre vs la posibilidad de obtener gran capacidad de energía de este tipo de centrales.
el problema de este escape de radiación es que la herencia gentética del pueblo japonés ha sido nuevamente dañada y eso es grave pues se trasnmite a las generaciones futuras teniendo un inesperado alcance
Aunque no tiene nada que ver con esto, yo tampoco me resisto. Vengo de la misa de la Complu, menuda pasada, había tanta gente que ha faltado la comunión a la mitad.
Lo digo porque algunos otros de los que habéis ido seguro que habéis podido entrar. Lo de fuera era espectacular. Chavalas de uniforme, universitarios, gente mayor con sillas plegables, embarazadas...
Una barbaridad.
Por cierto, don Henry, cortito lo de hoy, no?
Ya lo leeré luego...
Yo tampoco me resisto...
Estaba escribiendo un rollo patatero enorme porque no estoy de acuerdo con el artículo, pero lo acabo de borrar. Sólo digo que ha sido un gran accidente de consecuencias nefastas para Japón, con decenas de miles de muertos, desaparecidos y mucha destrucción. Parece que en Europa y EEUU sólo nos afecta la radiación que puede llegar a nuestros paises, y no de lo mal que deben estar pasándolo los japoneses. Por cierto, sabe algo de los Misawa que viven en el pais del Sol Naciente?
No sé... Yo lo que creo es que en estas situaciones es dónde se ve realmente el valor de las personas. Está claro que Japón no se rinde y me quito el sombrero porque a pesar de toda esta polémica siguen ahí, dispuestos a poner el bien común por encima del interés individual; ajenos a todo y controlando el desastre. AC
Estoy de acuerdo con AC. Por encima de acuerdos y decisiones politicas, los japoneses de a pie estan dando una leccion al mundo:
-por su serenidad en medio del dolor
-por su busqueda del bien comun por encima del propio
-por la generosidad con la que se ayudan
-por sus SONRISAS de agradecimiento cuando reciben ayuda
y admiro sobre todo a los 50 heroes, que siguen trabajando sin descanso por evitar el desastre nuclear...comprometiendo sus propias vidas.
No quisiera hacer otra cosa que rendir homenaje al pueblo japonés, que está dando al mundo una lección de civismo y contención que parecía imposible en estos tiempos. Pero los argumentos del Nobel japonés Kenzaburo Oé no son tan limpios y claros como los de sus compatriotas.
Japón es el único país que ha sufrido el uso militar de la energía atómica. Hacer de ese desgraciado acontecimiento un pretexto 'incontestable' contra ‘todo lo nuclear’ es un sofisma de lamentable, que mancha la memoria de quienes están -hoy y ahora- asumiendo riesgos mortales para evitar a sus país las consecuencias terribles de una catástrofe natural.
Dice el Nobel japonés que estamos sometidos a la mirada de las víctimas de la energía nuclear y que el riesgo de las centrales atómicas se ha hecho realidad. Espero que el accidente nos lleve a ver el peligro de todo lo nuclear.
Creo que sería más justo decir –precisamente por respeto y a las víctimas japonesas de la guerra nuclear, que no de esa energía- y que el accidente nos debe ayudar a recordar la distancia abismal entre el uso legítimo de los medios científicos destinados a la paz y el bienestar y el peligro de todo acto humano (“nuclear” o no: Libia) que desprecie el valor de la vida humana y anteponga el poder, la realización de los propios proyectos a cualquier otra cosa, por valiosa y digna que ésta sea.
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