viernes, 25 de octubre de 2013

Miraflores entre charcos



Como ya he dicho, La Acebeda está en las afueras de Miraflores de la Sierra, un pueblo precioso situado a 49 km de Madrid, en un valle delimitado por los dos grandes bloques del sistema central. Aquí viven unos seis mil paisanos de lunes a viernes. Los sábados y domingos son otra cosa. Esto se llena de madrileños y, a pesar de la crisis, tengo la impresión de que los bares y restaurantes hacen su agosto.
Esta mañana he bajado al pueblo a pesar de la lluvia, más que nada porque los gatos tienen una conversación limitada y se pasan el día dormidos.
Pienso que la Reina Victoria tiene todo el derecho a estar enfadada con el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra, ya que le han adjudicado la peor calle de todas. Se trata de un camino de tierra lleno de baches, piedras y charcos navegables, que empieza casi en el centro del pueblo y termina en el portón del gato, es decir, en la entrada posterior de la Acebeda, donde vive el sacerdote.
He tratado de charlar con algunos lugareños sin demasiado éxito. El dueño de un restaurante me habla de la crisis y aprovecha para decir pestes del gobierno. Claudiu, un rumano de unos treinta años me cuenta que es católico y del Barça; que va a Misa siempre que puede y que Ronaldo esta vez no marcará en el clásico.
―¿De verdad que eres rumano?
―¡Os vamos a meter cinco! ¿Quieres ver el partido en mi casa? Tengo Gol-televisión. Estarás con amigos.
Paso por la Farmacia y, de camino, me tomo un café de sabor poco definido. Sigue lloviendo.
En la puerta de La Acebeda hace guarda uno de los tres gatos que hoy han dormido en el porche.

9 comentarios:

Todoslosnombres dijo...

Padre, ¿está triste? Me ha parecido leer algo de melancolía otoñal. No sé si ha sido por el dueño del restaurante, tan monotemático él o si habrá sido la previsión de goles que ha hecho Claudiu..., por supuesto el café de sabor indefinido podría ser la causa, y eso de no poder hablar ni con el gato... es que saben estar demasiado en silencio y desde luego, de insomnio no sufren.

A la Reina Victoria la invitaría a saltar conmigo los charcos de "su" calle al ritmo de La Follia que escucho mientras escribo. ¡Anima!.

Padre, gracias por esas letritas pasadas por agua.

Pedazo de anónimo dijo...

La acebeda,me gusta el nombre.Noto que se fija mucho en los gatos,me pasa lo mismo con los perros,me gusta mucho como miran.

Cordelia dijo...

Bien mirado, supongo que por la Acebeda pasan múltiples curas a lo largo del año, mientras que los gatos probablemente sean bastante fijos. Así que imagino que se cargarán de razón contando a los amiguetes eso de que ya se ha metido otro humano en su casa... Figúrate, a éste le gusta salir al porche incluso cuando llueve... No me deja pegar ojo, en cuanto engancho la siestecita sale, hace mucho ruido... Y tiene un cacharro que apunta a los pájaros, pero no mata ni uno, menudo manta...

Antuán dijo...

Pues para estar de vacaciones le ha cundido mucho. Yo también me gustó Bilbao y Donosti. tampoco tenia ordenador a mano para seguirle la pista. Me alegro que esté de vuelta. Adiosle

Sonia dijo...

En Bilbao, cielos de todos los tonos de añil, un viento calmo y cálido.
Sus crónicas: In-dis-pen-sables.

Anónimo dijo...

Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve...; tras de los chopos medio deshojados, sobre los campos llueve... (A ver quien se acuerda de la meloncálica canción)
Menos mal que escampa y sale el sol, como en la foto de la entrada. Abrazos otoñales

Fernando Q. dijo...

Que paz, que apasionante rutina.

630 dijo...

Lo único que me ha extrañado es que no consiguiese entablar conversación con el farmacéutico.....
Los gatos son una de las genialidades de la creación, y entre lo mejor de su currículum ser muy queridos por el Papa Benedicto así que me alegro mucho de que compartan jardín.

Cayo Coco dijo...

Gracias por volver.prefiero los gatos a los pajaros.