Como
ya he dicho, La Acebeda está en las afueras de Miraflores de la Sierra, un
pueblo precioso situado a 49 km de Madrid, en un valle delimitado por los dos
grandes bloques del sistema central. Aquí viven unos seis mil paisanos de lunes
a viernes. Los sábados y domingos son otra cosa. Esto se llena de madrileños y,
a pesar de la crisis, tengo la impresión de que los bares y restaurantes hacen
su agosto.
Esta
mañana he bajado al pueblo a pesar de la lluvia, más que nada porque los gatos
tienen una conversación limitada y se pasan el día dormidos.
Pienso que la Reina Victoria tiene todo el derecho a estar enfadada
con el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra, ya que le han adjudicado la
peor calle de todas. Se trata de un camino de tierra lleno de baches, piedras y charcos navegables, que
empieza casi en el centro del pueblo y termina en el portón del gato, es decir,
en la entrada posterior de la Acebeda, donde vive el sacerdote.
He
tratado de charlar con algunos lugareños sin demasiado éxito. El dueño de un
restaurante me habla de la crisis y aprovecha para decir pestes del gobierno.
Claudiu, un rumano de unos treinta años me cuenta que es católico y del Barça;
que va a Misa siempre que puede y que Ronaldo esta vez no marcará en el
clásico.
―¿De
verdad que eres rumano?
―¡Os
vamos a meter cinco! ¿Quieres ver el partido en mi casa? Tengo Gol-televisión. Estarás
con amigos.
Paso
por la Farmacia y, de camino, me tomo un café de sabor poco definido. Sigue
lloviendo.
En
la puerta de La Acebeda hace guarda uno de los tres gatos que hoy han dormido
en el porche.
9 comentarios:
Padre, ¿está triste? Me ha parecido leer algo de melancolía otoñal. No sé si ha sido por el dueño del restaurante, tan monotemático él o si habrá sido la previsión de goles que ha hecho Claudiu..., por supuesto el café de sabor indefinido podría ser la causa, y eso de no poder hablar ni con el gato... es que saben estar demasiado en silencio y desde luego, de insomnio no sufren.
A la Reina Victoria la invitaría a saltar conmigo los charcos de "su" calle al ritmo de La Follia que escucho mientras escribo. ¡Anima!.
Padre, gracias por esas letritas pasadas por agua.
La acebeda,me gusta el nombre.Noto que se fija mucho en los gatos,me pasa lo mismo con los perros,me gusta mucho como miran.
Bien mirado, supongo que por la Acebeda pasan múltiples curas a lo largo del año, mientras que los gatos probablemente sean bastante fijos. Así que imagino que se cargarán de razón contando a los amiguetes eso de que ya se ha metido otro humano en su casa... Figúrate, a éste le gusta salir al porche incluso cuando llueve... No me deja pegar ojo, en cuanto engancho la siestecita sale, hace mucho ruido... Y tiene un cacharro que apunta a los pájaros, pero no mata ni uno, menudo manta...
Pues para estar de vacaciones le ha cundido mucho. Yo también me gustó Bilbao y Donosti. tampoco tenia ordenador a mano para seguirle la pista. Me alegro que esté de vuelta. Adiosle
En Bilbao, cielos de todos los tonos de añil, un viento calmo y cálido.
Sus crónicas: In-dis-pen-sables.
Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve...; tras de los chopos medio deshojados, sobre los campos llueve... (A ver quien se acuerda de la meloncálica canción)
Menos mal que escampa y sale el sol, como en la foto de la entrada. Abrazos otoñales
Que paz, que apasionante rutina.
Lo único que me ha extrañado es que no consiguiese entablar conversación con el farmacéutico.....
Los gatos son una de las genialidades de la creación, y entre lo mejor de su currículum ser muy queridos por el Papa Benedicto así que me alegro mucho de que compartan jardín.
Gracias por volver.prefiero los gatos a los pajaros.
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