Alguien me dijo un día que disfrutaba “atrapando” por la calle retazos de conversaciones, frases perdidas, o incluso palabras sueltas, para combinarlas después e ir hilvanando historias más o menos fantásticas.
Yo no le confesé entonces que a mí me gusta “atrapar” miradas.
—¿Miradas?
Sí. Se dice que la cara es espejo del alma, pero sólo los ojos, de vez en cuando, dejan abierta una ventana que nos permite explorar el interior. Ocurre pocas veces: cuando a unos ojos, sin querer, se les “escapa” una mirada sincera.
No sé si está bien lo que hago. Tal vez soy un intruso que se mete donde no le llaman, y debería pedir perdón; pero ¿cómo se disculpa uno en estos casos?
—Perdone, señora. La he visto mirar a su hijo en el parque, y yo no tenía derecho a…
No. Me temo que no me entenderían.
Las miradas de los niños son ventanales abiertos llenos de luz. Por eso no podemos resistir la tentación de asomarnos a ellos.
—¿Y los adolescentes?
Cuando hablo con uno cara a cara, casi siempre me dicen más sus ojos que sus palabras.
Estos chicos —y estas chicas— aún no han aprendido a cerrar las ventanas del alma a la curiosidad de los intrusos. Lo intentan, por supuesto, pero sin el menor éxito. Fingen miradas escépticas, cínicas, encallecidas, asombradas, cándidas, inocentes…, pero cuanto más se esfuerzan, más evidente resulta la comedia.
Es apasionante esta tarea de modelar las almas —nunca “moldearlas”—, entrando poco a poco, educadamente, pidiendo permiso siempre, escuchando lo que los chicos dicen con palabras y miradas.
El cura debe aprender también a dejarse engañar, a creer en cada palabra que sale de la boca de estos chavales, aunque a veces su mirada las desmienta. Al final, a base de afecto y confianza, los ojos y los labios acaban por ponerse de acuerdo.
6 comentarios:
¿Pues como debe ser mi mirada...? Si soy capaz de confundir una boya con un pájaro...jajaja!
Espero verle pronto...
A mi también me gusta ir por la calle descubriendo miradas. Además he descubierto que cuando preguntas a una persona que qué tal está y la miras a los ojos y lo nota casi, casi no puede mentirte y le sale lo que tenga en el fondo... es bonito mirar a los ojos.
pd-mi hermano Josemaria anda entre esos adolescentes de 1º de bachillerato que ve usted todos los días... cuidemelo!!
D.Enrique hagame el favor de rezar por mi, que me caso en unos meses
un abrazo
¡Qué maravilla que los ojos y los labios logren ponerse de acuerdo! Y es verdad que los ojos muchas veces "traicionan" a las palabras porque te delatan al menor descuido. Y se escapan miradas, de amor, de odio y complicidad. Hay quienes ni siquiera tienen que hablarse para comprenderse, basta una mirada y está todo dicho mejor que si se dieran miles de explicaciones. A mi también me gusta ver a los ojos ;-)
Plas, plas, plas... Hace unos meses hice un curso de oratoria forense en el que nos enseñaban -entre otras cosas- a usar la mirada.
A mi tambien me encanta "atrapar" miradas. Se descubren tantas cosas, a veces somos correspondidos otras no, pero no sabemos que se lleva consigo aquel que fue mirado profundamente...que quizas andaba por el mundo buscando que le sonrieran unos ojos y no solo los labios....
Publicar un comentario