lunes, 11 de agosto de 2008

El picapinos


Para observar los pájaros del bosque es imprescindible conocer su canto. Como la vista encuentra demasiados obstáculos, lo mejor es afinar el oído, localizar su voz, y después buscar la especie que nos interesa. Si hay suerte, en pocos minutos le daremos "caza" con los prismáticos.

No ocurre lo mismo con las aves que habitan espacios abiertos. Las grandes rapaces, las aves esteparias o las acuáticas se dejan ver mucho antes de que identifiquemos sus gritos.

Sólo hay un grupo de aves en el bosque que no necesitan cantar para llamar la atención: la familia de los pájaros carpintero.

En España hay varias especies de carpinteros. Los más corrientes en la Sierra de Madrid, donde me encuentro, son también los más hermosos. Hablo del pico picapinos (Dendrocopos major), un pájaro grande de mejillas blanquecinas y manchas blancas en las alas, con una zona de color rojo debajo de la cola que lo hace inconfundible en el vuelo. El macho además luce una especie de pañuelo colorado en la nuca como si estuviera en San Fermín.

Al picapinos se le reconoce en su trabajo. Tanto el macho como la hembra tamborilean con el pico contra el tronco o las ramas más gruesas de los árboles con una fuerza impresionante y el sonido se oye con nitidez a gran distancia.

Esta mañana, nada más salir al jardín, he oído el repique del picapinos. Estaba muy cerca y me he acercado sin llamar su atención. Era un macho espléndido como el de la foto.

Los pájaros carpintero adoptan una postura peculiar. Erguidos frente al tronco, miran hacia el árbol y parecen ajenos a todo lo que ocurre detrás o a su alrededor. Sin embargo tuercen el cuello a gran velocidad y son capaces de explorar 360 grados en unas décimas de segundo.

Eso es lo que ha ocurrido hoy. Cuando estaba a 20 ó 25 metros, el pájaro ha girado la cabeza, me ha visto y ha levantado el vuelo. Poco más tarde he vuelto a oír el golpear velocísimo del pico en otro árbol mucho más lejano.

Y como me gusta sacar moralejas de todo, he considerado que me gustaría parecerme al picapinos al menos en una cosa: en llamar la atención, no por el canto, sino por el curre, por mi trabajo.

Aunque mi trabajo sea el pico, igual que el de este pájaro.

5 comentarios:

Bernardo dijo...

Hola!

Este pájaro está hasta el moño de Pekín 2008.

http://www.youtube.com/watch?v=SeYJXkySg8o

Un saludo!

Ludmila Hribar dijo...

Veo que nos tiene en cuenta a los del sur...gracias por la clase sobre avistajes, observacion, escucha.... Es algo que me encanta un tema que tengo pendiente, algun dia serà....

Anónimo dijo...

Don Enrique, sacerdote, gracias por sus manos, voz y oído que traen a Jesús Sacramentado a la tierra, que curan y que perdonan.

Anónimo dijo...

Si ya!... Usted lo dice como si fuera cuestión de buena voluntad y ganas de aprender... ná de ná !!! Lo he intentado... y yo no he visto nunca lo que ud. Gorriones... y algo más que no se lo que era... los disfruto pero como es custión de dedicarse, observarlos, estudiarlos, escucharlos... etc.. y no disfruto de ese tiempo he decidido que mejor los conoceré por su blog y si algún día veo alguno diré ehh!!! que he visto uno de los pájaros de dn Enrique!!!!!!
Por cierto ud los ha estudiado mucho y después es capaz de reconocerlos, escucharlos, observarlos etc... en alguna posibilidad que se le presenta o ¿qué? porque me imagino que dedicándose a lo que se dedica y viviendo en Madrid será difícil verlos...

Anónimo dijo...

Escribía Rainer Maria Rilke:
"Recordemos cuán pequeña son las manos de los hombres, qué rápidamente se fatigan y el poco tiempo que las ha sido dado para moverse. Nos preguntamos quién domina esas manos. ¿Quién es ese hombre?"