miércoles, 19 de noviembre de 2008

Ad Missam



He vuelto a Ibañez Langlois, el poeta sacerdote más grande de los últimos cien años.

Cuando uno anda pillado por el trabajo y no le queda tiempo ni para respirar, no es bueno arrinconar las lecturas hasta que escampe. Al menos un poema cada día. ¿Quién no encuentra un hueco para descansar en un poema y paladearlo al caer la tarde.

Los "poemas dogmáticos" de Ibañez Langlois son tremendos. Hoy me he despertado con éste y con él me preparo para celebrar la Santa Misa:



Con un lienzo me cubro la cabeza, con polvo
y ceniza, con la profunda noche. La luna
se eleva en las montañas del valle de Josafat.
Una blanca mortaja me ciñe ahora el cuerpo
mientras San Juan enciende los cirios. El infierno
vela en la faz de Dios el sudor de su sangre.
Las antorchas judías se acercan en la noche.
El cíngulo en mis lomos: por los eternos siglos
empujan de esta soga los hijos de Israel.
En mi cuello la estola. Estoy triste hasta la muerte.
Padre, si puede ser, que este cáliz se aparte
sin que rueden los mundos en tus manos. Por fin
viene el Manto sagrado. Yo caigo de rodillas.
Jesús el miserable está en manos del cielo
con su oscuro terror. La misa ha comenzado.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tremendo poema. Por lo real. Ya lo decia Juan PabloII, el espiritu humano se revela en las artes y la filosofia...
Volviendo al tema de la Misa, el otro dia pusieron un video en catequesis sobre la misma. Se llama "Yo estuve alli". Lo recomiendo para niños y padres.