En General Óptica hay que pedir cita para graduarse la vista; y para pedir cita es preciso hacer cola. Se conoce que la crisis les afecta poco.
Justo delante de mí hay una mujer de unos cincuenta años más que miope, con unas lentes enormes y gruesas. Al parecer le van a cambiar los cristales y ahora quiere elegir montura para las nuevas gafas. La dependienta la aconseja con bastante tino y ella se va probando, uno a uno, los distintos modelos. El problema es que, para hacerlo, debe quitarse las gafas de miope y, como no ve casi nada, tiene que pegar la nariz al espejo para hacerse una idea. Ni siquiera le sirve el pequeño espejo de aumento que utilizan para estos casos.
—No sé, señorita. Es que no me hago cargo. ¿Usted cómo me ve?
—Yo me quedaría con ésta, que entona mejor con la forma de su cara.
—Ay, no sé… Y de precio…
—Aquí tengo una más económica. A ver qué le parece…
No hay manera. El tiempo pasa y yo no consigo acceder a la dependienta. Sobre el escaparate hay ya cinco o seis monturas distintas, pero la pobre clienta apenas se ve cuando se las coloca sobre la nariz. Una y otra vez repite un “ay, no sé”, que mueve a compasión.
—¿Me permite…?
La mujer se da la vuelta y entrevé mi enorme figura negra.
—¿Me permite que le aconseje?
—Sí, padre. Se lo agradezco mucho…
—Quédese con estas azules. Así. Ahora está usted guapísima…
La dependienta asiente con entusiasmo. La clienta duda. Por un momento temo que diga otro aynosé… Pero se limita a musitar un ¿usted cree…?, que basta para desbloquear la situación.
Mientras me gradúo la vista trato de convencerme de que mi intención era recta y que, en efecto, la señora estaba guapísima.
14 comentarios:
¿Pero lo estaba o no? Y está bien eso de que se siga haciendo caso a los curas... aunque sea para elegir gafas.
Un saludo
Pues espero que así sea; si no la señora lo tendrá muy presente... AC
Seguro que la dependienta también lo agradeció un montón. Cuando a mí se me acumula la gente, sufro por los que esperan.
D. Enrique,
Para esperas y colas las que hay que aguantar ahora en el banco. Despiden a los cajeros, por el rollo ese de la crisis, y hacen colas eternas
Saludos
Ya me explicará eso de meterlo en la etiqueta de parábolas, porque yo lo único que veo es que ha utilizado su condición de cura, y la buena fe de la señora, porque estaba hasta el gorro de esperar... ¿o no?
Haciendo la compra de fruta y verdura en el mercado, una de las clientas traía loco a un dependiente, haciéndole ir de una esquina a otra del puesto, pidiéndole que le enseñara esta u otra pieza que luego, la mayoría de las veces rechazaba, eligiendo las frutas inalcanzables de esas impecábles pirámides que con tanto arte hacen, para lo cual el pobre dependiente hacía verdaderos equlibrios...Cuando ya parecía que lo tenía todo, pidió la cuenta y justo cuando iba a pagar, se acordó de una última petición:
-Ay, me olvidaba, hijo, dame un melón, que sea bueno y que me aguante...
Un paciente comprador que había esperado su turno, no pudo aguantarse más:
-Señora, por Dios, a usted no hay melon que la aguante por muy bueno que sea!!!
Mar
Pero ¿aconsejó a la señora antes o despues de graduarse usted la vista?
Feliz sábado¡¡¡¡
Dn Enrique: debo cambiar mis lentes por estos días ... parece que le voy a pedir ayuda para ver con cuáles veo me veo mejor , pues si le pregunto a mi marido , por economía de tiempo me diría " ese, y no te pruebes más"
Y yo que pienso que la hubiera visto estupenda con cualquiera... Yo, que siempre he sido cuatroojos, tengo claro que es imposible estar bien con gafas. Por cierto, el otro dia eran los duros de oído y hoy los cortos de vista... tiemblo de ver el camino que está tomando ésto
Ay, ay, ay, que cuando la señora se vea con sus gafas graduadas no va a quedar cura con cabeza!!
Ya nos dará usted consejos para aligerar la cola de los confesionarios, que algunos día da espera da para una tesis... (y es bueno que nos confesemos, peor hay veces que ¡pobre cura!).
La paciencia es un don divino, así que la proxima vez espera usted sin meterse en las compras ajenas. Por cierto, cuando me compro monturas nuevas tambien pego la nariz al espejo porque veo más bien poco. Para las próximas monturas le llamo.
Bueno, en cualquier caso es algo entendible, y muy venial...
Sí Vila, es una parábola porque nos ayuda a pensar, a vernos a nosotros mismos, y darnos cuenta.
Yo ahora tengo una pila.
Lo mejor es que cuando llegue a casa y le vean las gafas, ella dirá "pues me las aconsejó un cura"! y en su casa no darán crédito. Y en el trabajo, le pasará lo mismo, que les parecerá una historia surrealista... Y en fin. Muy gracioso. No veo que se haya entrometido. Las personas muy indecisas necesitan un "empujón".
D. Enrique!
Me ha dado mucha risa esta "parabola"... yo soy de las que pega la nariz al espejo pero, afortunadamente tengo habilidad para decidir!
Pobre mujer, y ud... impaciente o buena gente?
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