sábado, 5 de marzo de 2011

La sardina y la Pascua

Empieza la gran fiesta del Carnaval. Cada ciudad, región y país tiene el suyo; de buen gusto o de todo lo contrario; pero hay un común denominador que expresa muy bien por la radio un tipo de voz aguardentosa:
―Nos quitamos la máscara hipócrita de todos los días y nos disfrazamos para ser por una vez nosotros mismos. 
Y otro fino intelectual remacha a voz en grito:
―El carnaval es carne y más carne; placer y alegría sin censuras ni moralismos hipócritas. 
Por lo visto estos chicos no saben divertirse sin llamar hipócritas a los demás.
Uno, que no entiende mucho de estas cosas, piensa que todavía hay clases: el carnaval pagano termina con el entierro de la sardina entre lamentos y plañideras, La Cuaresma cristiana, que comienza después, acaba con la explosión jubilosa de la Pascua. 

5 comentarios:

filósofo dijo...

D. Enrique,

A mi el carnaval, año tras año, me tiene negro. Por los pueblos que me mueve el carnaval a veces es directamente sacrílego, no digamos ya la exhibición de carne ya jubilar o no. Aparte que ya es tradición que se produzcan desfiles el primer fin de semana de Cuaresma.

Que lo pongan en una fecha ficha, y no vaya delante de la Cuaresma, puesto que esta gentezilla ignora muchas veces "cualoquiera" cosa relacionada con la Cuaresma.

Saludos

Cordelia dijo...

Quizá porque en mi casa nunca nos enteramos siquiera de que existía el carnaval, yo siempre lo he visto como una mezcla entre lo ridículo y lo patético. Me parece bárbaro que los niños se disfracen y se diviertan, y no veo ningún problema en que los adultos sin sentido del ridículo se disfracen de lo que sea. Lo que no entiendo es que se utilice como excusa para desparramar sin control. Realmente toda esa gente desearía comportarse de ese modo de forma habitual? Estamos enfermos, no cabe duda.
Por cierto, gracias por ponerme el link, don Enrique.

Antuán dijo...

Hipocritas, si porque queremos hacer creer lo que no somos, ¿es por eso que nos escondemos? Nos gustaría ser más pero no nos atrevemos por temor a fracasar. Son día de dar la cara, de ir con la frente bien alta, de hablar claro sin miedo a que se burlen de nosotros que es lo más provable. Alguien me contó una vez seguro que lo cuento mal, haciendo un juego de palabras con el titulo del libro: Es Cristo... ¿que pasa? o todo de seguido: Es Cristo que pasa. A ver si demostramos esa gallardia que puedan decir eso de nosotros que le seguimos. Adiosle

Vila dijo...

Creo que las personas que solo buscan lo puro material, el placer por el placer y todas estas "alegrías" mundanas sin más, al final deben de sentir un gran vacío por dentro. No creo que esas risas desmesuradas de estos días sean realmente de felicidad duradera.

Es una pena que alguien piense que para mostrarse tal cómo uno es realmente tanga que disfrazarse y esconderse tras una máscara y no sea capaz de dar la cara cada día con su propio yo, con su forma de ser y su forma de pensar y vivir.

Está claro que tengo una suerte loca de haber nacido y ser educada en una familia católica. Efectivamente nuestro final es muy diferente: nosotros miramos hacia arriba, a la meta, a la resurrección en Cristo tras la muerte, y eso cambia toda nuestra perspectiva de la vida.

Genial final el suyo, esta mañana me ha hecho sonreír, como siempre con mucha clase y finura.

Bernardo dijo...

Bueno, yo siempre pienso que detrás de toda acción humana hay un pensamiento que, a ojos del que la realiza, está justificada.

Entendería que alguien hable de hipocresía cuando tiene tanta podredumbre interior que la única forma de no verla es convencerse a sí mismo de que todo el mundo está igual de podrido en el fondo y que toda muestra de bondad es, en realidad, fingida.

Esta gente necesita ver --necesitamos convencerles-- que sí existe bondad sincera, pura, destilada, en el mundo, muy cerca de ellos. Y que es un modelo a seguir. EL mejor.