Ahora
los llaman tatús, quizá por culpa de los recortes. Hoy he ido a Madrid y he visto tres o cuatro muy interesantes.
Los
dos primeros los lleva Luis. Nunca lo habría sospechado. Luis, el hijo mayor de
Plácido, dirige el taller de chapa y pintura que heredó de su padre. Somos
amigos desde hace veinte años, cuando Plácido lo echó de la empresa por una
temporada total por nada, porque se le escapó una palabra irreverente, sin
querer.
Plácido
murió hace cuatro o cinco años por “un tema" de pulmón. Según parece, cuando
fundó el taller, trabajaba solo y pintaba los coches sin protegerse con la
mascarilla adecuada.
―Mi
padre ha respirado pintura de todos los colores ―me explicó Luis―, y claro,
tenía el pecho muy mal.
Plácido
guardaba junto al billetero, en el enorme bolsillo interior de la chaqueta, un gran
crucifijo que le traje yo de Roma con la idea de que lo colgara en la pared.
Fue un regalo como agradecimiento por todos los arreglos que me hizo en el
coche sin cobrarme jamás un duro.
―¿Está
bendecido por el Santo Padre?
―Por
supuesto.
―Entonces
lo llevaré siempre en el bolsillo.
Hoy
he vuelto al taller para un arreglo menor que Luis ha resuelto a base de
músculos.
―¿Qué
te debo?
―Una
cerveza.
En
el bar de la esquina me cuenta sus experiencias como legionario y el porqué
de los dos tatuajes que lleva: en el brazo, el nombre de su mujer, y en el
pecho…
―”¡Viva
la muerte!”
Se
ha abierto la camisa para que toda la barra del bar pueda leerlo.
―Es
el lema de la Legión. A que es bueno. ¿Verdad, padre?
―Pues
hombre, la verdad…
Charlando,
charlando, Luis paga la segunda caña.
5 comentarios:
Me recuerda a la canción del legionario "El novio de la muerte" en la que le llama "mis mas leal compañera". Valientes muchachos.
Tiene usted amigos de todas razas y condiciones!!!
Me recuerda eso de "grábame como un sello en tu brazo......"
Vamos, que le ha arreglado su primer bollo de su flamante coche...
Con respecto a los tatuajes, a lo más que yo he llegado -hace años- ha sido a ponerme en el tobillo un tatú de gena con forma de dragón. Je je, era una pasada de dragón volador. Me duró un par de semanas.
Justamente este verano se lo comenté a Ignacio y el muchacho me miraba con cara de asombro, como diciendo: "Qué cosas hace mi madre".
¡Que casualidas! mi primo Luis tambien trabajaba en el taller con su padre que se llamaba Santos casi viene a ser lo mismo que Placido, era muy bueno todavia conserva el cartel pintado en el dintel del garaje : Carrocerias Santos Ruiz. el chico trabaja en otro y en ese hace chapucillas, fuimos un dia y le habia sacado las tripas a uno pequeño ya lo tenia casi pintao y solo le faltaba meterle el motor. es todo un artista. Adiosle
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