Tienes
razón, amigo: cuando estás solo, cuando parece que no pasa nada, que solo
existes tú y tus pensamientos, aprendes a descubrir que a tu alrededor hay historias mucho más ricas y variadas de lo que suponías. La
soledad está llena de matices, de cambios de color, de melodías que casi nadie
oye, de brillos inesperados y sombras luminosas, de voces y silencios musicales.
Empiezo
a aprender ―y ya iba siendo hora― el valor de las cosas pequeñas. De las
pequeñeces no. Las pequeñeces achican el alma, la llenan de agobios y de
escrúpulos neuróticos. Las cosas pequeñas en cambio, dilatan las pupilas del
espíritu para que podamos descubrir los diamantes espléndidos que Dios va
dejando a su paso.
Me
han traído el periódico como todas las mañanas y apenas lo he mirado. La prensa
ya no lleva noticias. Hace años las portadas se desgañitaban en enormes titulares.
Ahora parecen resignadas a la banalidad. Todo lo que cuentan es viejo: lo hemos leído en
Internet o nos lo ha contado la radio. Ni siquiera el parte meteorológico parece
creíble. Demasiado antiguo.
Las
esquelas sí. Puedes fiarte de ellas.
3 comentarios:
¡Que me vas a contar tu a mi! ¡colega! que ya no sepa... matices de luz, colores, necesito pintar, acabo de venir de la calle y me preguntan si sigo pintando y escribiendo. ¿y que hago con eso? ya hice una exposicion en un bar. publicar de momento nada, necesito un aval. Sonidos: el de la armonica es una preciosidad. Esquelas ni me hables, el 18 decimos en el pueblo la Misa del mes de mi madre y hasta fin de año triple por mi tio y mi padre. a repartir. Adiosle
Ah! y pequeñeces, eso es lo que parece: poner comedores, pero hay del que se sienta a mesa puesta todo lo que lleva... rutina? ¡Ya!
Adiosle
Me consuela muchísimo que diga que empieza a aprender el valor de las cosas pequeñas. Me da esperanza de que algún día yo también lo haga. Y mire que parece fácil ¿eh? Pues no.
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