Son
las siete y media de la mañana, la mejor hora de Molinoviejo. Hace un poco de
frío, lo justo para sentirse humano con un jersey de lana sobre los hombros. Es
domingo y no entran camiones en la fábrica que hay al otro lado de la
carretera. En el jardín ha empezado ya el concierto de la madrugada: música de
aves sin contaminaciones motoras ni humanas.
Las
oropéndolas, siempre reacias a dejarse ver, hoy son multitud y circulan como relámpagos
gualdos casi a la altura del suelo entre gritos aflautados e inquietantes maullidos.
Una bandada de abejarucos se aproxima por la derecha entonando su sempiterna
melodía, pero los árboles no me permiten observarlos. Los pinzones y un par de
gorriones molineros pasean por el suelo mientras desayunan compulsivamente.
Entre las zarzas se mueve un ruiseñor y quizá un chochín.
Me
siento en una de las sillas blancas que hay frente a la casa y, de pronto, aparece
un petirrojo inmaduro. Se sube a una silla. De la silla salta a la mesa y se
queda a medio metro de mi mano derecha. Me mira con curiosidad. Yo, a esas
altura, ya me he convertido en castaño de indias o en sauce llorón, para no
molestar.
Empiezo
a pensar en la meditación de esta mañana y le pido al petirrojo que me eche una
mano.
Son
ya las ocho y veinte. Los minutos se han pasado volando. El pajarillo también
se fue, y yo cada día entiendo menos a esos gandules que “aprovechan” las
vacaciones perderse lo mejor del verano. Pobre gente, sólo saben madrugar para
ir al trabajo y están ciegos a la belleza de una playa desierta en el
Mediterráneo con el sol recién nacido del mar o a la de un jardín musical como el
que disfruto yo ahora, con la brisa limpia del amanecer.
¡Dormid,
amigos! Os agradezco de todo corazón vuestra ausencia. Seguid en la cama hasta
que os despierte la primera gota del sudor del mediodía. Yo cantaré el Trium puerorum, el himno de los tres
jóvenes que alaban a Dios con las aves del Cielo, la brisa, las nubes, el frío
y el calor.
Ya
he concertado otra cita para mañana con mi amigo el petirrojo.
14 comentarios:
desde mi ventana puedo contemplar cómo rompen las olas frente a la playa y los pequeños islotes, es de una belleza indescriptible y da serenidad al alma.
Estos dias he podido contemplar la belleza del paisaje Cántabro y espero que mis hijos aprendan a disfrutarlo y a quererlo tanto como yo.
Suerte de temperatura, porque en estas latitudes, los paseriformes ya vuelan con sombrilla.
Y como los mecánicos tienen que cambiarme el filtro (ooootra vez), tengo que conformarme con los torcecuellos y papamoscas de este lado de la Galaxia.
En resumen, un palo. Acuérdese de este androide (y del/la donante), porfa.
Desde mi ventana puedo ver el aire contaminado de mi viejo Madriz, y mi piscina llena de vecinos chapoteando y chillando.
No me da mucha paz, pero es lo que hay :)
Cetrespeó: ¿Cuándo y dónde entrarás en boxes? Ánimo, androide; y a ver si la próxima pieza dura treinta años más que la anterior.
Vale, pues yo discrepo y no lo siento nadita. Esta semana he dejado las niñas en el pueblo, y aunque tengo que madrugar para ir al curro, en cuantito llegue me voy a tirar en la cama y hasta que le haga sangre... A ver si consigo repetir la hazaña de empalmar con el dia siguiente. Porque tengo unas mil horas de sueño atrasadas.
Madrugar por gusto... Puaf!
He madrugado para ver en directo la llegada del Mars Science Laboratory al planeta Marte. Ha sido impresionante.
He entrado en Boxes hace dos semanas y he salido hace una. Ahora estoy en la parrilla de salida, esperando a que el semáforo se ponga en verde. Lo que no se es cuánto tardará el Juez en dar la salida, ni que lugar ocupo. Me dicen los mecánicos que, en caso de necesidad, si las cosas se ponen chungas siempre puedo pasar a la Pole. Apasionante!!
Ah! Y muchos recuerdos de Nacho P. Todavía se desternilla de risa con el brindis famoso. Un gran tipo!
Como casi siempre, me uno a Cordelia. Madrugar por gusto .... Neverrrrr!!!
No es que me guste madrugar, pero se me da mejor (me cuesta menos) que acostarme tarde. Al contrario que a mi marido. Prueba palpable de que los extremos se atraen.
¿De verdad hay tantos pájaros diferentes en Molinoviejo? ¡Qué suerte poder distinguirlos! A mí me gusta el abejaruco, que creo que es azul y muy bonito ¿no? (si no es así, entonces me gusta un pájaro que es azul y muy bonito y no es el abejaruco).
Bonita foto la Graja de san Ildefonso no tiene nada que envidiar. y Cordelia te entiendo yo madrugo tambien pero siempre tengo sueño aunque por la noche no me acostaria, os contaré un chise: ¿que hora tiene? no tengo reloj- ¿y como se apaña? muy simple los niños van al cole - las 9 - viene la una. vuelven al cole - las tres - vienen las 5... ¿y por la noche? me asomo con la trompeta por la ventana y la toco y siempre responde alguien: So desgraciao te quie callar que son las 4 de la madrugá - y a seguir durmiendo. Adiosle
Eso de la "graja" de San Ildefonso te ha quedao la mar de bien
Hombre, digo yo si la graja no será la hembra del grajo... De pájaros iba la cosa, no?
Antuán, me he quedado con intriga desde la entrada de ayer. Si no es ser muy cotilla, me podrías decir como fue la historia? Me encantan las historias.
Dime si soy muy indiscreta, eh?
Mi opinión sobre madrugar es: si madrugas, tienes más tiempo para hacer más cosas, sino lo tienes que hacer todo deprisa y corriendo, aún así, tampoco está mal acostarse y levantarse tarde. Acabo mi larguísimo comentario con un dicho popular que alguien modificó: Al que madruga, Dios le ayuda... y al que no, también!!
En, efecto,, "alguien", eres un poco cotilla.
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