Nunca
he visto tantas oropéndolas en Molinoviejo como este año. Yo sé que el mejor
momento del día para ver pájaros es la madrugada, cuando todas las especies se
lanzan a por su desayuno y se despreocupan de los posibles observadores; pero,
la verdad, estoy un poco desconcertado: las oropéndolas suelen ser escondidizas
y tímidas. Les cuesta dejarse ver y se refugian en lo más alto de los álamos,
donde construyen unos nidos primorosos. Este año, sin embargo, son como
relámpagos amarillos que cruzan el jardín de parte a parte, a pocos centímetros
del suelo. Hay demasiadas y empiezo a estar harto. Se lo he dicho esta misma mañana
a una hembra, que picoteaba junto a la fuente, sin hacerme el menor caso:
―Mira,
chica, estáis perdiendo todo vuestro encanto. Antes tenía que buscaros y me volvíais
loco con esos silbidos misteriosos que nunca se sabe de dónde vienen. Ahora
sois como gorriones. Un poco de dignidad, por favor, que a este paso os agallinaréis sin remedio.
―¿Y
qué te respondió la oropéndola?
―Buip, buip.
―Menos
mal, colega. Si algún día te contestan, me avisas para que llame a nuestro psiquiatra
de cabecera.
―Descuida.
3 comentarios:
Por acá no las conocemos. ¡Qué lindas son! ¿La foto es suya? Está muy bien.
Saludos desde el sur del mundo
Jajajaja kloster!!!
Suerte q por ahí hay exceso de pájaros, en madrid sólo se ven aburridas e intoxicadas palomas.
Como para Dios no hay tiempo, os lo digo hoy. Ayer se casó una conocida mía. Rezais por ella?
Gracias!!!!! Me gusta rezar por todos los globeros porque sé que ellos rezan por mí.
Un abrazo a todos.
Mariola
Jo, pues en Artasona, muy cerquita de Torreciudad, pasa lo mismo con los abejarucos, pero las Oropéndolas siguen siendo Oropéndolas. No hay manera de localizarlas aunque no pare de oírlas. Ya podrían comportarse de una manera intermedia.
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