lunes, 14 de abril de 2014

Aromas




Cumplo lo que prometí ayer, a pesar de que la wifi de Airaga ha entrado en una fase de languidez incurable.
Como digo, he viajado a Canarias rodeado por un equipo de baloncesto de las Islas formado por tres gigantes y cuatro o cinco pequeñitos de mi estatura. Yo había reservado en el avión uno de los asientos llamados “largos”. Como es sabido, por un módico precio es posible conseguir acomodo para un fémur europeo tipo estándar sin necesidad de sacar a pasear las piernas al pasillo y poner zancadillas a las azafatas.
En el avión de AirEuropa había ocho asientos de este tipo. Siete fueron adjudicados a la plantilla de gigantes; el octavo me tocó a mí.
Yo tenía a mi derecha un pasillo y a mi izquierda un muchacho rubio de enormes extremidades que entró en el avión con un par de auriculares perfectamente acoplados a sus orejas, más o menos como los que lleva la Dama de Elche.
Tomó asiento el mozo a mi vera, apoyó su voluminosa testa en el cabezal y quedó dormido de forma instantánea. Yo miré a uno de sus compañeros de equipo, un afroamericano de aspecto más cordial, quien, con gestos, me hizo notar que mi vecino siempre se comportaba así.
Traté de sacar un libro de la mochila y en ese instante, el bello durmiente ensanchó sus enormes piernas hasta dejarlas en ángulo recto: con la izquierda, arreo una coz a su colega, y con la derecha ocupó la totalidad de mi espacio. Como me había puesto de pie para buscar el libro, me libré de la patada.
Me senté como pude y traté de despertarlo golpeándole suavemente en el hombro. Intento fallido. Le empujé la pierna hacia su territorio. Imposible; era una roca y el monstruo resoplaba plácidamente. El negro me sugirió que le diera un puntapié en el tobillo sin  miedo; pero el miedo es libre y no tuve valor.
De pronto, el gigante sufrió una especie de espasmo y se despertó. Me miró, dijo “bruuhfgrseswafff”, se desesperezó como Tarzán sin el menor recato, sacó un Ipad, cambió de auriculares y estiró sus zancos hacia lo alto hasta apoyarlos en la pared a la altura aproximada de nuestros apéndices nasales. Sus pies ―enormes― estaban embutidos en unas botas amarillas de muchos dólares que llenaron mi espacio aéreo de un hedor que prefiero no describir.
El tipo había comenzado a ver una película de mucha risa, a juzgar por las carcajadas silenciosas que emitía su voluminosa caja torácica.
Interrumpí el espectáculo. Señalé al monstruo sus pies y, simultáneamente, puse el dedo índice en mi nariz con un gesto suficientemente expresivo. Se rió a carcajadas el mozo; dijo que sí, sí con la cabeza y no desplazó sus pinreles ni un milímetro.
Renuncié a dar la batalla. Leí de una sentada un magnífico libro del Dr. Javier Schlatter* que habla del “poder curativo del perdón”, y casi me convencí de que tendría que perdonar a mi vecino sus aromas y su espontaneidad un tanto selvática.
*(Por cierto, el libro es muy recomendable. Se titula “Heridas en el corazón” y está editado este mismo año por Rialp).

12 comentarios:

Juanma Suárez dijo...

Don Enrique, no sabe qué alegría me ha dado... A Javier Schlatter lo conocí hace muchísimos años, creo que corría el pleistoceno medio más o menos, cuando era subdirector del club Viar, en el colegio Altair, en Sevilla, por el que yo iba.

Un tipo con apellido alemán y que cantaba muy bien chirigotas gaditanas. Le perdí la pista y no sabía nada de él. Ahora, después de leer su entrada, rastreo en la web de La Casa del Libro, y veo que ha editado unos cuantos y que parece estar por la Clínica Universitaria de Navarra en Madrid.

Seguiré investigando...

Ahora que se van a cercando los calores, por cierto, yo también lucho contra mis propios efluvios pinrreriles. Habría que pedir a los tripulantes de su globo si alguien sabe algún remedio casero, barato y eficaz.

Que descanse y que trabaje mucho estos 25 días.

Anónimo dijo...

Ya veo q fue un viaje un tanto atropellado, menos mal q en la isla le esperarian otra clase de aventuras... descanse don Enrique

Papathoma dijo...

Pudo haber sido peor. Muchos tienen la costumbre de descalzarse en el avión. ; )

Rocky Balboa dijo...

Jajajajaajjaj me he reído muchísimo!!!! Pobre de usted :)

Anónimo dijo...

hay un dicho que alude a los olores externos que dice cuando aqui nieva ¿ como estara la sierra?

Pedazo de anónimo dijo...

Juanma,aparte de la limpieza diaria,(que logicamente la sabemos todos),cambiarse dos veces de calcetines al dia,es muy efectivo.Ah!y si son de algodon puro o de hilo de Escocia,te aseguro que mantienes el zapato o la zapatilla más higienica.Se trata de que no pase el olor a los zapatos.
Me despido despues de tanta belleza de letritas.

Cordelia dijo...

Y daktarin 2% en polvo, por la mañana y por la noche un par de mesecitos.

yankee dijo...

Qué horror, no lo quiero ni imaginar.
Vaya tío cerdícola vamos...
Y cuánto duró el vuelo? dos horitas o así? Yo me hubiera dedicado a dar vueltas por el pasillo.

Almudena dijo...

Las penitencias que nos vienen dadas, siempre son las mejores. Dios tiene un gran sentido del humor... y usted también

Sebastian Flyte dijo...

No me creo que le dijera Vd. eso, pero la descripción que se ha inventado es buenísima y se la voy a mandar a todos mis contactos del feisbuk. Se ve de que los ejercicios espirituales le han sentado muy bien a Vd. Gracias y buena Semana Santa.

Enrique Monasterio dijo...

¿No te crees que le dijera yo... ¿qué? la verdad es que en esta escena no dije ni pío. Has leído mal, supongo

Antuán dijo...

¿Heridas en el corazón? Desde luego Al dia siguiente de llegar y antes de empezar estos dias me puse. La Pasión del Mel Gipson. Es la mejor preparación según yo. Ya estamos preparados para lo que suceda. Adiosle