lunes, 29 de junio de 2015

A la princesa de Éboli



El "balcón de la hora" 
No sé cómo tratarte, señora. Elijo el tuteo no por faltarte al respeto sino por pura comodidad sintáctica. Tu nombre completo es Ana de Mendoza y de la Cerda, Duquesa de Pastrana y Condesa de Mélito, casada desde los doce años con Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli, con quien tuviste diez hijos. Mientras vivió tu esposo, tu vida fue honesta y sin escándalos. Luego, temo que las cosas se complicaron. He leído un par de veces tu biografía y todo resulta tan confuso y misterioso como ese parche que luces en el ojo derecho. Unos dicen que, de pequeña, un florete te alcanzó la córnea; otros que eras estrábica y presumida. Hay incluso quien asegura que tu rostro era perfectamente normal y que llevabas ese avío sólo para llamar la atención.
Aseguran que fuiste una de las mujeres de más talento de tu época, y una de las damas más hermosas de la corte española. Tuviste, según parece amantes ilustres, y tu carácter altivo y tu amor por el lujo se convirtieron en tu mejor etiqueta de presentación.
No hablaré de los conflictos que tuviste con las monjas, de tu breve paso por un convento ni de tu rabieta con Santa Teresa de Jesús. Hoy sólo quiero traerte a la memoria uno de los episodios más tristes de tu vida: el encierro, al que te condenó Felipe II y en el que permaneciste desde 1579 hasta tu muerte en 1592.
Cada vez que paso por Pastrana y veo el Palacio Ducal, mi mirada se va inevitablemente a un balcón enrejado, convertido en jaula por orden de Felipe II, que cabalga sobre la Plaza de la Villa. Cuentan los historiadores que a ese balcón carcelario te asomabas durante el tiempo que duró tu reclusión. Ya se ve que el rey de España no te tenía mucho afecto, tal vez por tu relación más que sentimental con quien fue su secretario, el presunto traidor Antonio Pérez.
El caso es que Felipe II os encarceló a los dos y cuando Antonio Pérez se fugó a Aragón, te quedaste sin más compañía que la de tu hija Ana. Por entonces empezaste a salir al balcón una hora cada día. Así lo llaman todavía hoy: "el balcón de la hora".
¿Qué hacías en el balcón, melancólica princesa? ¿Y por qué precisamente una hora? Ese pequeño detalle me parece el más sugerente de tu biografía. ¿Acaso esperabas ver el regreso de tu enamorado o tenías una cita con otros ojos que te observaban desde una ventana al fondo de la plaza? ¿Buscabas a alguien en concreto o simplemente te entretenías con el monótono espectáculo del trajinar de los vecinos?
Quiero pensar que no era nada de eso. Para ti, salir al balcón era asomarte, siquiera unos minutos, a la libertad perdida. Desde allí arriba mirabas con envidia el continuo ir y venir de los paisanos; oías sus risas y sus gritos en el mercado; ponías nombre mentalmente a cada uno y a cada una; reconstruías sus vidas, que en otros tiempos te parecieron miserables; imaginabas sus sueños, y tú misma soñabas con ellos.
Dicen que los presidiarios necesitan salir al patio cada día para mirar al Cielo y comprobar que sigue allí. Quizá a ti te ocurría lo mismo.
Te contaré un secreto, princesa: sé de muchas personas —hombres y mujeres— que miran al Cielo, como tú, una hora al día. Casi siempre la dividen en dos partes: media hora por la mañana y otra media por la tarde; pero nunca prescinden de ese tiempo, porque lo necesitan para ser libres, para no enfangarse demasiado en el ajetreo de la jornada.
Te estoy hablando —sé que lo has adivinado— de la oración. ¿Te parece mucho una hora para estar a solas con Dios, en silencio, hablándole sin palabras y escuchándole? Con esto no quiero decirte que la vida ordinaria sea una cárcel, al contrario; también en medio del trabajo podemos comunicarnos con el Señor, darle gracias, pedirle perdón y hasta agobiarnos con Él, si se tercia; pero, precisamente por eso, necesitamos que Él nos cite en "su balcón" de vez en cuando para contarnos secretos en voz baja sin nadie estorbe ese diálogo de amor.
Mi balcón, querida princesa, tiene vistas al Sagrario. 

20 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cómo sería el mundo si hubiera entre la clase política unos tres Tomases Moro por país?

Cordelia dijo...

Gracias. Precisamente hoy

Cristina .V dijo...

Que bueno !! No conocía la historia del balcón de la hora.
Si hubiera mirado al cielo como debía, no habría sido tan intrigante
y pretenciosa. Además se topo con Santa Teresa que, aunque usted
no quiera hablar, la puso en su sitio. Quería entrar en el convento con
todas sus criadas, trajes, joyas y además salir y entrar, cuando a ella
le diera la gana.

Fernando M Díez Gallego dijo...

Con todo respeto, Don Enrique, me parece (puedo equivocarme) que no pone bien a Felipe II. Hizo cosas buenas y cosas malas. Pero (ya digo, con respeto a usted y sin ánimo de polémica, que no me va) tenemos que seguir relanzando a Felipe II de su agujero. Fue un gran hombre. He leído mucho sobre él. Quedemos en paz; un abrazo, desde la bella y calurosa Granada.

pasajera dijo...

Muchas gracias, desde tantos balcones que miran este globo

Cristina .V dijo...

Fernando, tampoco ha dicho nada que no fuera normal en 1579.
A otros traidores y conspiradores los desterraban a países del nuevo
mundo.

Alejandra dijo...

Estoo..., que digo yo que no sus enteráis de na!, que aquí te están hablando de la oración, de mirar al cielo, de elevarse de este #ikjrg#jdfn mundo!. Lo de la princesa -chapó por el relato- es sólo una escusa!.
Es aquello, y que nadie se moleste!,es sólo una frase!, de que cuando el sabio señala la luna el necio mira el dedo.

Enrique Monasterio dijo...

Tampoco es para ponerse así, Alejandra: ni yo soy "el sabio" ni los comentaristas son "necios". Aquí parloteamos de todo

Blas de Lezo dijo...

Cerca de donde los mirlos despiertan temprano a las personas de más de 20 hay un sitio donde estuvo recluida Catalina de Aragon por orden de Enrique VIII en 1533. Hay tambien balcones. Se llama Buckden Towers. Cuando voy allí recuerdo que aquella Reina de Inglaterra fue fiel a su fe y valiente. Estuvo un año recluida, mucho menos que la princesa de Éboli en Pastrana. Ahora se puede ir a Misa alli. Hay tres claretianos uno ingles uno indio y uno español. Los tres hablan español e ingles. Y me gusta pensar que existe un continuum en la transmission de la fe gracias a Dios a pesar de las personas y tambien gracias a ellas. Y tambien que esa transmision ha sido muchas muchas veces en la lengua que él piloto pilota este blog. Y que la Armada ha contribuido a ello sin lucimiento. Aprovecho esta cuñita para decir que estos dias la fragata de mi nombre está atracada cerca de Bilbao. Desde Bilbao cuando yo era pequeño no se podia mirar al cielo ni 5 minutos desde cualquier balcon: todo era humo. Otra cosica es ahora, tan bonito y limpio...

Anónimo dijo...

Hablemos de la oración pues:
Una hora de oración depende donde la hagas se queda corta. En la capilla de adoración perpetua solo al entrar, a esas horas de la mañana, y saber que Dios del universo entero estaba esperándote. Que te mira con esa ternura, y te dice que ganas tenía de verte. Y tu sin palabras le dices, Señor, invade mi alma, envía tu espíritu y quítame las escamas de los ojos. Esta criatura sin nada se pasma ante la gloria de Dios escondido.
Entonces empiezan las confidencias entre criatura y Creador, los temas "serios" (nunca demasiado), y las bromas celestiales (Dios las hace muy simpáticas). Sugerencias al oído que el alma enamorada acepta y apunta para que en los despistes de la vida haya un rumbo...
Y el reloj marca una hora y media en seguida.
Entonces empieza lo increíble: el resto de la semana está impregnado de esa oración, a la hora del desayuno, conduciendo al trabajo, al recibir diariamente la eucaristía, en las tardes familiares...
Y todo se vuelve cielo.

Marcos Ruiz Atance dijo...

A la vida de la Princesa de Eboli se le puede sacar punta de muchos de los avatares por los que discurrió su azarosa existencia. Algunos de ellos van insinuados en el articulo. Pero qué bien ha sabido D. Enrique llevar el agua a su molino coincidiendo en su comentario con el título de su blog “pensar por libre” al menos una hora diaria.
Nuestra más grande libertad radica en ese trato amoroso con quien sabemos nos ama: Damos asi un sentido alegórico “al balcón, a la plaza de la hora” ámbito esplendoroso para disfrutar de una visita a la Villa de Pastrana.
Una hora diaria de ese trato con quien nos enseñó que “la Verdad nos hace libres” y que es el fundamento de las otras libertades siempre amenazadas, que hacen grande al hombre.
Miremos estos días a los Estados Unidos campeón otrora de las libertades y usemos esa hora diaria de libertad para que no empiecen a funcionar mordazas contra los que creemos que es la verdad quien nos hace verdaderamente libres.

Papathoma dijo...

A Dios le gusta sorprendernos. A veces pienso que esos ratos de Oración a menudo costosos e incluso distraidos -cuando no interrumpidos- son necesarios para saber reconocer después que es Él quien se "deja ver" en aquel pensamiento, esa otra decisión, aquel momento de paz inexplicable, esa alegría profunda a pesar de todo...

Cordelia dijo...

Anónimo de las 14:53, qué bonito y gracias

Anónimo dijo...

Gracias a Dios.

Sakura dijo...

Le puedo asegurar padre, que lo de los "secretos" es bien cierto.... Dios Mio! como hay tanta gente que no te conoce y no quiere conocerte..

Alejandra dijo...

Dije que era sólo una frase!, D Enrique.
Anónimo de las 14:53 GRACIAS!, porfa, pide por un par de pares de intenciones,jeje. Gracias otra vez!.

Anónimo dijo...

Gracias a Dios

Fernando Q. dijo...


Anónimo de las 14:53, qué bonito y gracias

Anónimo dijo...

Gracias a Dios. Esta es la vida real. La otra es solo reflejos que se acaban.

caminando dijo...

👏👏👏👏👏👏👏👏👏