Leo a Papini:
“Los sacerdotes se asoman diariamente al horror del alma humana carcomida por la culpa. Ellos saben mejor que nadie hasta dónde puede llegar la perversidad del hombre, y han de vivir, como Jesucristo, con ese peso encima”.
Se equivoca Papini. Los sacerdotes asistimos cada día al magnífico espectáculo de la Gracia que perdona, que cura las heridas, que elimina las huellas del pecado y devuelve la inocencia y la alegría. Los curas somos unos privilegiados no por haber probado el sabor de la podredumbre y la depravación, sino por ser espectadores de milagros mucho más grandes que la resurrección de los muertos.
Ya lo dijo Jesús a la samaritana: “¡si conocieras el don de Dios!”…
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Presentación de la Virgen María en el Templo. Es la historia del primer sí de una Niña Inmaculada a su Padre Dios. María ya jugaba a ser la Esclava del Señor, y Dios estaba impaciente por nacer en el seno de la Llena de Gracia.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
viernes, 21 de noviembre de 2008
El sabor de la Gracia
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6 comentarios:
:) Precisa entrada que me alegra la mañana. Muchas gracias! :)
Estoy de acuerdo tambien me alegra la mañana.
Yo tambien quiero decir SI.
Encomiendenos.
a mi más..., el texto de Papini me convenció y me enterró en el suelo, lo que Vd. le contradice me ha soltado hacia arriba
Hoy es la fiesta de mi colegio: La Presentación. Todos los años sacabamos la estatua de la Virgen Niña al patio en procesión, cantabamos, rezabamos y lo pasabamos en grande. Gracis por recordarlo, D Enrique.
el problema es malbaratar la Gracia... caer en lo mismo cinco segundos después de la Absolución. Es esto lo que nos tira hacia abajo, y es entonces cuando tenemos que pensar en todo lo que usted dice.
También hay curas que buscan carcomer el alma humana con la culpa, aunque sea con buena intención, y no están lejos.
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