martes, 4 de noviembre de 2008

Fumar en el mes de los difuntos

Este refrito sí que ha envejecido a pesar de que lo escribí hace solo tres años. Por entonces aún se podía fumar en la capellanía, aunque los fumadores ya se avergonzaban de serlo y estaban en franco retroceso.


Los que empezamos a fumar en los años cincuenta tratábamos de reproducir en el espejo la figura de Humphrey Bogard con su eterno pitillo en los labios. Marga, que es más joven, confiesa que cayó en la trampa del humo por culpa de un vaquero “supermono”, que con música del Oeste como fondo y un cigarro en la boca, cantaba en la tele las excelencias del “genuino sabor de rubio americano”. Miguel, en cambio, que aún no ha conseguido dejarlo, se dejó encandilar por un tal Hannibal Smith, jefe del Equipo A, que, entre golpe y golpe, se enchufaba unos puros colosales.

Lamentablemente Humphrey Bogard, el vaquero de Marlboro y Hannibal Smith fallecieron de cáncer. Sus esquelas mortuorias te las dan en los estancos, sin aumento de precio, impresas en cada cajetilla.

Miguel, sentado frente a mí, se echa la mano al bolsillo y pregunta:

—¿Le molesta que fume?

Hace veinte años nadie te pedía permiso para echar un pitillo. Al contrario, lo normal era que te ofrecieran uno: era una forma asequible de tender un puente para hacer más fácil la conversación con el cura. Ahora compartir el tabaco sólo se hace en secreto: es casi tanto como compartir la droga.

Contesto a Miguel que no me molesta el humo, y saca del bolsillo una extraña cajetilla floreada.

—¿Qué marca es ésa?

—A que mola… Es una funda que venden para tapar las esquelas.

Se trata, en efecto de una pitillera de cartón en la que puede enfundarse cualquier cajetilla convencional. Me dice Miguel que las hay de muchos colores y que se venden como churros, porque a nadie le gusta leer en el paquete las paternales admoniciones de “las autoridades sanitarias”, que nos hablan de muerte, cáncer, esterilidad…

—También han vuelto las viejas pitilleras de piel y metálicas…

—Ya. ¿Y tú que opinas?

—Me parece bien. Dicen que van a poner en los paquetes fotografías de enfermos terminales y cosas así. Es una pasada. Ya sé que el tabaco hace daño, pero hay cosas que no se pueden aguantar.

Miguel ya está fumando su pitillo. Lo hace con cuidado, procurando no echarme el humo a la cara. Incluso ha abierto la ventana después de preguntarme si me molesta el frío…

—Pero lo que hay escrito en los paquetes es la pura verdad, ¿no?

—Sí; pero a nadie le gusta que le hablen de la muerte.

La conversación sigue por otros derroteros; y yo, que no quiero entrar en la polémica sobre la conveniencia o no de las esquelas o epitafios mortuorios, me quedo pensando en las pitilleras que vuelven y en la tendencia que tenemos los humanos a meter la cabeza debajo del ala.

Los niños pequeños, cuando no quieren ser vistos, cierran los ojos con todas sus fuerzas. Suponen que basta con borrar a alguien de la retina para que desaparezca de la realidad. Los adultos a veces hacemos lo mismo. Para que la muerte no nos vea, nos negamos a hablar de ella, la escondemos en tanatorios asépticos, disfrazamos los coches fúnebres de camionetas de reparto…, y nos compramos una pitillera de plata.

Me viene al pelo hablar hoy de la muerte: el mes de noviembre comienza con dos fiestas bien oportunas: la de Todos los Santos, que nos invita a dirigir la mirada al Cielo, donde millones de hombres y mujeres gozan ya de la felicidad eterna, y la de los fieles difuntos, que nos recuerda que, algunas veces, para ver a Dios cara a cara, hay que pasar por la antesala gozosa y dolorosa del Purgatorio.

Durante estos dos días los cementerios se llenan de oraciones, de flores, de lágrimas y recuerdos. Y quizá aprovechamos para pensar un poco en nuestra propia esquela, que es el gran tabú de esta sociedad hedonista.

—Pero… a lo s veinte años…

—También a los veinte años, Miguel. Un corredor que no piense en la meta jamás ganará una medalla. Y ahora que empieza el curso es muy útil recordar que junio está a la vuelta de la esquina. Los sobresalientes se sacan en octubre y cada día están más cerca las et ernas vacaciones.

—Pero sin prisas, oiga.

—Bueno, sin prisas. Pero, por si acaso habrá que ir preparando el examen.

Miguel —lo que son las cosas— ha apagado el pitillo a la mitad.


17 comentarios:

Conrad López dijo...

En este último año han fallecido mis suegros, en el intervalo de 10 meses (de hecho, mi suegra falleció hace escasamente 1 mes).

Tanto mi mujer como yo hemos procurado hacer a nuestros hijos (de 10/11 a 5/6 años de edad, porque el enano, sólo unos meses, no cuenta) partícipes de todo lo que ha sucedido: velatorio, entierro, funeral ... haciendo hincapié constantemente en dos cosas: la necesidad de rezar por ellos y el ser consciente de que la muerte forma parte de lla vida, y es algo natural para lo que uno debe prepararse todos los días.

La mayor parte de nuestros amigos y familiares no lo entienden, y estoy seguro de que alguno hasta le ha dado por pensar que tenemos algón tipo de manía necrofílica. Me da pena por sus propios hijos, pero supongo que ya irán aprendiendo de qué va esto.

Por cierto, creo que no hay muchas oracines tan sinceras, entragadas y "efectivas" como las de un niño por sus abuelos difuntos.

Bernardo dijo...

C'est la vie, c'est la mort.

(Don Enrique, creo que era "Humphrey Bogart")

Sobre el tabaco, sólo quiero decir lo que digo siempre: el tabaco no es malo para la salud. El mal tabaco puede que lo sea, igual que la mala comida también es perjudicial para la salud.

El gobierno sabe que los contribuyentes tienen por regla general pánico a la muerte, y como todo buen aspirante a totalitario sabe que "el arma más potente en manos del opresor es la mente del oprimido". Así que se aplican a la tarea de correr detrás de la gente blandiendo muertos y esquelas para conducirlos al redil.

Enrique Monasterio dijo...

Me temo, Bernardo, que tu comentario traerá cola.

Conrad López dijo...

Pero ... don Enrique ¿usted fuma o no?

Nuevepornueve dijo...

Este (humeante) refrito está muy bien traído. Es increíble lo absurdo de la actitud de muchas personas que -aún a sabiendas de que es prácticamente la única certeza con la que partimos-, viven como si la muerte no fuera con ellos. Parece que sólo se mueren "los demás". Ya no se trata de creer o no si hay algo después, es que tratan de "esconder" que nos vamos a morir. Y, luego, cuando la muerte aparece -lejos, cerca o muy cerca- "disimulan" de un modo surrealista o no logran encajarla. Estoy 101% (y el 1 no es una errata) con Séneka en cuanto a tratar con la máxima naturalidad el tema de la muerte con los niños. No deseo a ningún niño que sufra ninguna pérdida, pero es inevitable, y afrontarla con naturalidad -que no tiene nada de siniestro- es de las cosas que mejor preparan para la edad adulta.
Por cierto: Séneka, cuenta con mi oración por los abuelos.

Bernardo dijo...

Lo siento don Enrique, es que realmente pienso que el rey está desnudo.

Anónimo dijo...

En esto de la muerte, lo mejor es escuchar a los niños.
EL día 2 les expliqué a mis sobrinos que tenían que rezar por los
difuntos,especialmente por los abuelos, por las almas del purgatorio que estaban en cola esperando para entrar en el cielo...
y mi sobrino Diego me pregunta: ¿pero la abuela Teri no ha llegado ya al cielo?
Esto me llevo a una explicación más larga...le gustó.

Adaldrida dijo...

La primera cola soy yo.
Venga ya, Bernardo. El tabaco, si no lo quieres dejar no lo dejes, pero malo es malo, sea cual sea su calidad. No nos vengas con moñas. Yo no puedo dejar de comer chocolate, y no por eso digo que no engorde o que no aumente el colesterol.

Y puede que hoy me sienta rebelde, Don Enrique, pero me parece que los católicos somos (yo también) muy pesaditos a veces con los mismos temas. Vamos a morir, sí. Hay que velar y estar atentos, sí. Pero sin prisas, como dice Miguel. Me acuerdo de la frase de Jesús: "no todo el que dice Señor señor..." Pues, no por juntar meses de noviembre y polvo eres y tal vamos a llegar antes al Cielo, ni seremos mejores católicos. No lo digo por usted, es sólo una reflexión.

Anónimo dijo...

yo estoy con bernardo. Que miedo a la muerte! Alguien conoce a alguien que haya vivido siempre y que nunca vaya a morir? La muerte es parte de la vida, inevitable, incontrolable, pero cierta. Y luego, mas vida!

Anónimo dijo...

Vivir como si no se fuera a morir es absurdo.

Si para todo "evento" procuramos prepararnos, supongo que para este también, pero... es tan novedoso que es difícil.

Vendría a ser como unas oposiciones de las que no se sabe la fecha. Hay que seguir estudiando para estar siempre lo mejor preparados, pero no encuentro mucho sentido a pensar en el examen si no sabemos ni el dia, ni la hora, ni el lugar, ni el tipo de preguntas... para qué ponerse nervioso antes de tiempo.

Encuentro más motivante pensar en la Vida Eterna. Yo ya tengo unos cuantos planes pensados para entonces. Quizás me equivoque y cuando llegue no me va a apetecer nada hacerlos porque hay cosas mejores. Estoy abierta a todo tipo de sorpresas, pero mis ratos de hacer planes no me los quita nadie.

Anónimo dijo...

Hace ya un buen rato encontre ésta frase que me gustó basatante "Coward die many times" y un traducción libre es:"quien teme a la muerte, no disfruta de la vida". Obviamente no podemos ignorar la muerte, pero no debemos vivir bajo ese temor. La muerte, para los que trabajamos por Dios, ¡es una ganancia!¡Hay tanto que hacer en este mundo!

Sobre el cigarro: Para empezar debo decir que fumo, y no ocasionalmente, si no mas bien es seguido. Creo que no podemos "tapar el sol con un dedo" (no se si suena este comentario allá en España) debemos admitir que si hace daño, ¿que tanto? depende de cuanto fumes. Pero... ¿no oxida al cuerpo el oxígeno que entra en nuestros pulmones cuando respiramos? ¿No exísten también casos de personas que les da un derrame por esforzarse demasiado?.
Y sin embargo: ¿dejamos de respirar? ¿dejamos de trabajar?

Hay muchas propagandas en contra del cigarro, y basta ver una dlas que circulan en internet. Te dan 20 razones por las cuales debes dejar de fumar, pero de esas 16 te das cuenta desde el principio que son completamente falsas.

Algo que absolutamente está mal es la dependencia, y muchos dicen "yo lo dejo cuando quiero".Pero "nunca quieren" debemos probar que tan cierto es eso, y depende de los resultados tomar acciones.

Bernardo dijo...

Hola de nuevo!

Don Enrique, ¿otro día nos puede escribir algo sobre esa gente que pide que la congelen al estilo Walt Disney para que la puedan revivir muchos años más tarde?

Justamente anoche estuve viendo en Youtube un reportaje de hace años sobre la empresa americana Alcor. Esa empresa se dedica a congelar a la gente en nitrógeno líquido en cuanto los declaran muertos legalmente, con la esperanza de preservar el cuerpo intacto el mayor tiempo posible hasta que la ciencia médica pueda garantizarles otro "ciclo vital".


P.D. Querida Rocío, me temo que yo no fumo. :-) (Y a estas alturas como fume, Marta me pone las maletas en la calle ja ja)

Anónimo dijo...

El tabaco no es alimento, no es comida, ni bebida, ni cosmético, ni medicina,... no es nada, sólo vicio, droga.
Para mí, con lo que se sabe hoy día, fumar es un pecado. Atenta contra la vida, contra el cuerpo.
Los sacerdotes deberían dar ejemplo.

Enrique Monasterio dijo...

Pobres curas: tenemos que dar ejemplo de todo. Y cuando no lo damos en algo, nos ponen verdes.
En todo caso yo no fumo: lo dejé el 7 de noviembre de 1983 a las 2 del mediodía.
O sea que cumplo 25 años sin humo

Anónimo dijo...

Fumar es un placer, es un acto humano, mata poco a poco pero es que no hay prisa y los fumadores advierten que las autoridades sanitarias son un peligro para la salud.
Ejercitas la educación preguntando si molestas... (cuando de los demás te pueden molestar tantas cosas...empezando por los perfumazos que usan algunos/as). Ejercitas la generosidad cuando ofreces un pitillito hoy en día con lo caro que se ha puesto el tema. En fín fumar transforma al hombre huraño en amable compañero. Lo recomiendo "vivamente".

Adaldrida dijo...

¡Haaaala! ¡Fumar, un pecado!
No es por polemizar, porque no sé si el anónimo piensa lo mismo que yo, pero es curioso cómo hablamos de pecados sociales (fumar, vestir pieles, no reciclar, comer carne), para no admitir que el aborto es un asesinato y el divorcio un fracaso.

Anónimo dijo...

¿Qué es pecado? Yo no soy el más indicado para responder esta pregunta y menos en este blog. Pero diré que pecado es todo lo que nos aparta o aleja de Dios, y más concretamente, para bien nuestro, es lo que la Iglesia dice que es pecado, y sólo eso. Del tabaco no se dice nada. El tabaco es un mal, pero un mal muy leve. También estimo pérdida de tiempo los juegos de cartas, pero a veces nos ayudan a relacionarnos con los demás, o a hacer amigos. Antes la gente ligaba gracias al tabaco, hoy gracias al botellón. Esa juventud sin forma definida. Haciendo una reducción sería pecado todo lo que no sea amar a Dios sobre todas las cosas o al prójimo como a nosotros mismos. Si el tabaco es malo y fumamos es que no nos amamos a nosotros mismos, y por ahí podría entenderse la argumentación de Anónimo. Pero existen cosas peores – drogas más fuertes, por ejemplo- y nadie dice que sean pecado. Y también existen cosas buenas en sí mismas : comer, comer carne, el sexo, ... y según en qué circunstancias o fuera de un orden, pueden ser pecado (gula, lujuria,...). Para ser buenos cristianos hay que hacer caso a todo lo que dice la Iglesia, sin excepción, si no, nos estaríamos creando nuestra propia religión, una religión a nuestra medida,a la carta, y seríamos malos cristianos. En fin, que para no ser el más indicado, creo que he hablado demasiado, así que pido perdón por mi pecado.