Estaba en pie, junto a la puerta del chalet. Era rubio y muy joven; llevaba una chaqueta marrón de sport, pantalón gris y unas gafas elegantes sin montura. Se diría que nos estaba esperando. Mi hermano Manolo y yo llegábamos por primera vez a “Gaztelueta”, el que habría de ser nuestro colegio durante los años siguientes, y Vicente nos preguntó nuestro nombre, nos dio la mano como si fuéramos personas mayores y nos invitó a pasar. Aquel saludo cordial y respetuoso puede parecer poca cosa, pero fue la primera lección que recibí en el colegio.
Vicente tenía entonces 29 años recién cumplidos. Valenciano y con la carrera de Ciencias Químicas apenas estrenada, se dejó embarcar en una aventura pedagógica y también apostólica que estaba destinada a cambiar muchas cosas en la enseñanza Media en España. Eran muy pocos los que la comenzaron y todos demasiado jóvenes para no ser audaces; casi ninguno había cumplido los treinta años: Isidoro Rasines, José Luis González Simancas, Antonio Salgado, Wladimir Vince, José Antonio Sabater, Pedro Plans, Jesús Urteaga, Álvaro Calleja… Va siendo hora de hablar de cada uno, con la discutible objetividad de un antiguo alumno que sólo guarda buenos recuerdos de aquellos grandes maestros.
Vicente nos enseñó la casa; nos leyó y tradujo la inscripción latina que aparecía en el frontal del altar de la capilla: “Vidimus stellam eius in Oriente et venimus adorare Dominum”; nos explicó el sentido de aquel misterioso lema que rodeaba el escudo de Gaztelueta, “sea nuestro sí, sí; sea nuestro no, no”, y, antes de despedirnos, nos pidió que le ayudásemos a montar una lámpara de cristal, una especie de rompecabezas que nos llevó casi una hora. Nuestra ayuda fue más bien un estorbo, pero lo pasamos la mar de bien con aquel insólito profesor que lo mismo daba lecciones por los pasillos que jugaba con unos críos como yo mismo.
Pasó el tiempo y Vicente no envejecía; crecía con nosotros. Cuando tuve un accidente muy grave que a punto estuvo de costarme la vida, Vicente estuvo a mi lado. Ahora le pido perdón por haberlo llenado de sangre aquella tarde.
El cabello rubio fue blanqueándose sin que apenas nos diéramos cuenta, pero no perdió un ápice de su elegancia ni de su señorío. No fue el profesor más brillante, ni el más popular; pero se hacía difícil no quererlo. Quizá era un poco tímido, no lo sé. Tal vez es que sabía embridar su corazón para que no se le fuera con los centenares de alumnos que pasaron por sus clases.
Sólo un día lo vi emocionarse. Yo acababa de ordenarme sacerdote y aparecí en Gaztelueta para celebrar mi primera Misa solemne. Vicente estaba de nuevo de pie junto a la puerta del chalet. Juraría que también entonces tenía una chaqueta marrón y unas gafas sin montura. Me vio llegar y no dijo ni una palabra; sólo un abrazo largo y muy fuerte. Al soltarme le miré a los ojos y me lo dijo todo en aquella mirada.
Vicente sigue en Gaztelueta desde 1951; pero hoy he recibido un mail: está muy grave. Si no hay un milagro se nos irá en pocos días o en pocas horas. Tiene 86 años. El Señor le está esperando en el Cielo para darle un gran abrazo como el que me dio a mí en 1969.
Acabo de celebrar la Santa Misa y lo he tenido muy cerca.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
miércoles, 3 de junio de 2009
Vicente Garín
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20 comentarios:
Precioso recuerdo de D.Vicente,le encomendare.
GRACIAS
Me he conmovido don Enrique; rezaré por él, es más, ahora mismo rezaré un Acordaos a la Virgen para que lo cuide mucho.
Rezo por el. Nos describe tan bien a las personas que parece que también las conocemos...
Siempre agradecemos a Dios por estos MAESTROS. Grandes porque son maestros no solo frente a la clase, sino siempre, en cada instante, con cada detalle. ¡Cómo vale un apretón de manos de bienvenida, una mirada en silencio en el momento oportuno, la abnegación de cuidar en la enfermedad! Nos unimos en oración por don Vicente y por todos nuestros queridos maestros que entregaron y siguen algunos entregando su vida por cada uno de sus alumnos.
Diana
OH!. Me he emocionado y no he podido evitar que se me escapen unas lágrimas.
No le conozco pero debe ser un gran hombre.
Con su relato me ha parecido conocer a Vicente de toda la vida. Da pena que se vaya la gente buena, pero, cuando así sea, nos echan más de un guiño desde el Cielo. Cuente con mis oraciones.
¡Qué bonito Don Enrique! Cuando se creó el primer colegio de "Padres para padres" -Gaztelueta el primero y muchos más después- seguro que San Josemaría pensaba en personas como Vicente, en padres como los suyos y que de vez en cuando llegara algún alumno........como Don Enrique, que montara blogs como este y le pasaran las cosas que le pasan y que nos emocionan a todos.
¡Muchas Gracias!
Creo que no llegue a hablar nunca con don Vicente en el colegio, es lo que tiene ser de Letras, pero era toda una institución.
No estuve, pero me contaron que fue muy emocionante cuando fue el Padre a Gaztelueta en el 98 después de muchos años y don Vicente contó el encargo de S. Josemaría de poner en marcha el colegio.
Rezaré mucho por Vicente para que se haga lo que Dios quiera de él. Ahora mismo lo anoto en mi lista de encomendados especiales.
Le pido don Enrique y a todos los que lo leen que recen por Alejandro Alanís; mi primo segundo que le acaban de decir que tiene dos semanas de vida por un cáncer y no está cerca de Dios aparentemente. Recen mucho por su conversión por favor.
Mago, eso está hecho, rezaremos.
Este es un buen reflejo de la figura de Vicente y del ambiente del colegio. Personas como Vicente han sido los pilares sobre los que se ha apoyado y se seguirá apoyando Gaztelueta.
Manu
Muchas gracias Isa, de verdad me tiene preocupada. Ayer en la noche soñé que le llevaba un sacerdote. Algo haré al respecto, ya les contaré.
Hace casi una hora me han dado la noticia de que Vicente, don Vicente para los que fuimos sus alumnos y sus preceptuados, se he ido al cielo.
Aunque creo que alguna vez se lo dije quiero volver a decírselo ahora sin que se sonroje un poco y me diga "déjate de bobadas", ¡Muchas gracias por todo!
Javier Madrigal
tengo tantos recuerdos de D. Vicente, primero por mis padres y hermanos, tantos planes por el Gorbea "con su paso economico", tan pedagogico siempre y estos ultimos años con mis hijos, cuidando a los perros de D. Vicente, una ayuda inestimable. Graias, seguimos contando contigo...
Lo has descrito como si lo estuvuiera viendo.
Hoy he ofrecido también yo la Misa por su eterno descanso encomendándome ya a él.
Un abrazo muy fuerte para todos los de Gaztelueta, con la oración de
Rafa Hernández Urigüen (XIII Promoción)
Conheci D. Vicente quando, procedente do Brasil, visitei juntamente com outros amigos educadores o Colégio Gaztelueta, no ano passado. Recebeu-nos com a galhardia de um fidalgo espanhol. Interessou-se por nossos planos de montar um colégio no Brasil. Aconselhou-nos em muitos pontos. Pôs-se a nossa disposição para qualquer coisa. Indicou-nos amigos e contatos. Rezei por ele, e rezo a ele para que interceda por nós junto a Deus e Nossa Senhora
Evandro Faustino
Yo ya sólo he llegado a conocer al Don Vicente de pelo blanco,... y que ya no daba clases en el colegio. Estaba siempre ahí. Se le veía paseando a los perros, por los que tenía gran pasión y con los que descansaba muchísimo. Tenía preceptuados: seguía con la cabeza metida en el colegio, en los alumnos. Pero estoy seguro de que, sobre todo, tendría la cabeza en las almas de los alumnos, de todos los monstruitos que estudiábamos en Gaztelueta, y muchos de ellos ya sin conocerle.
Ahora todos rezamos por Don Vicente, para que desde Allí nos ayude a sacar adelante lo que él comenzó con el impulso de San Josemaría.
Acabo de leer la noticia en un e-mail dirigido a los antiguos alumnos. Difícil no querer a D. Vicente, persona entrañable donde la haya. También me acordaré mucho de él y seguro que no soy capaz de llegar a una centésima parte de lo que él ha rezado por mi. Otro aliado más en el cielo. Fue mi preceptor en los últimos cursos, ésos en los que el alumno elige con quién quiere hablar de "sus cosas". Han pasado muchos años (no tantos como los de D. Enrique) y el recuerdo permanece imborrable y eso que yo no era de los que iban al monte ...
Tuve la suerte de recibir la Clase de Química con él (2º bup). Excelente persona con gran aguante por su parte, hacia los alumnos que le rodeábamos y que quizá viéndole de mayor edad, intentábamos hacer alguna broma. Gran hombre de sonrisa amable. Tengo buen recuerdo. Descanse en paz
Hasta siempre don vicente, fue usted un gran preceptor.
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