Era la una y media de la tarde y Madrid estrenaba primavera. Fue hace un año, o quizá dos, pero lo he recordado esta mañana porque era domingo, como hoy, y yo salía del mismo portal de la calle Velázquez. En la terraza de "Lateral", una cafetería de moda del barrio de Salamanca, corría una brisa tentadora con aroma de mariscos y cerveza. Los automóviles ocupaban hasta tres filas. Había sitio de sobra para aparcar cincuenta metros más adelante, pero los propietarios de los vehículos no se sentían con fuerzas para caminar tanta distancia.
Me detuve un momento en la acera para calcular el mejor modo de sacar mi cochecillo del atolladero y, en ese momento, dos chavales de veinte o veinticinco años, sentados ante un apetitoso aperitivo, quisieron gastar una bromita al cura.
—Qué, tronco, ¿nos confesamos?
Como la prudencia no es mi principal virtud, me volví hacia ellos.
—Cuando queráis. ¿Por quién empezamos?
El que había hablado dijo algo así como "perdone, padre, era una brom.." Y en ese momento salió del interior de la cafetería una amiga de los presuntos penitentes.
—Hola, ¡ah!, don Enrique; así que conoce a Jaime. Es mi novio.
La chica resultó ser una exalumna que llevaba tiempo tratando de que su novio pasara por la garita del confesor. Él, al parecer, se resistía, pero allí mismo concertamos una entrevista.
Eso pasa por bromear a costa de los curas.
Me detuve un momento en la acera para calcular el mejor modo de sacar mi cochecillo del atolladero y, en ese momento, dos chavales de veinte o veinticinco años, sentados ante un apetitoso aperitivo, quisieron gastar una bromita al cura.
—Qué, tronco, ¿nos confesamos?
Como la prudencia no es mi principal virtud, me volví hacia ellos.
—Cuando queráis. ¿Por quién empezamos?
El que había hablado dijo algo así como "perdone, padre, era una brom.." Y en ese momento salió del interior de la cafetería una amiga de los presuntos penitentes.
—Hola, ¡ah!, don Enrique; así que conoce a Jaime. Es mi novio.
La chica resultó ser una exalumna que llevaba tiempo tratando de que su novio pasara por la garita del confesor. Él, al parecer, se resistía, pero allí mismo concertamos una entrevista.
Eso pasa por bromear a costa de los curas.
10 comentarios:
Jajaja, le está bien empleado. ¡Y vaya el beneficio que sacó! Me encanta esa parte de "todoterreno" de los curas.
Jajajajajaja...de lo que se vale Dios. Nada es por azar.
Jajaja, yo le hubiera soltado aquello de "no te preocupes, ser idiota no es pecado" y la cosa habría acabado peor...
Qué bueno...y usted como siempre sin perder ripio.
ja,ja,ja,ja
Y todavía hay gente que a todo lo llama casualidad!!
Por cierto, tengo una encuesta en el blog (arriba a la derecha) de lo más trascendente. Quedan dos días para votar. Me echaís un cable?
Me juego pincho de tortilla y caña a que a Jaime se le han pasado las ganas de bacilarle a los curas. Sobre todo, si son del Botxo.
Siejquee!!
Benita: es evidente que en tu blog hay más féminas que varones. Yo no soy el más indicado para responder a tu encuesta, pero veo con sorpresa el resultado. ¿De verdad que llamaste a casa durante tu viaje de bodas?
¿Qué bién, que no sea prudente, o que sea audaz y ocurrente!
ja,ja,ja...
Sólo es una encuesta. Las opiniones son muy variadas. No sé porqué me surgió la duda...
La verdad es que no recuerdo si llamé o no. Por lo menos antes de despegar. De eso, estoy segura!
Jua, Jua! Es verdad eso de que a veces hay que ser "imprudentes".
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