domingo, 30 de marzo de 2008

Rosario

Debajo de ese toldo vendía la prensa Rosario

Tenía 83 años y seguía vendiendo periódicos en el mercado de La Paz, de Madrid. Hace un par de años pasó una neumonía. Su hija trató de que, al menos, se metiese en cama, pero ella aguantó el tirón, sentada en el interior del quiosco, con una manta sobre las rodillas y la caja de los dineros en la mano.

Yo pasaba por sus dominios de vez en cuando, y siempre me hablaba de mi hermano y de mi cuñada.

¿Cuándo vienen a Madrid?

No lo sé, Rosario; están en América.

Son muy simpáticos, y su hermano además es muy guapo.

Como siempre me decía lo mismo, un día me enfadé:

Así que mi hermano es muy guapo. ¿Y yo qué?

Usted también, pero es sacerdote y no está bien que le diga estas cosas.

Le di permiso para llamarme guapo, y desde entonces me piropeaba siempre y me encargaba que rezara por sus amigas y por algunos clientes. A cambio me daba alguno de esos objetos que muchas veces ofrecen los periódicos y no siempre son aceptados: películas antiguas, cacharros de loza...

Hoy he ido a su quiosco con la única intención de saludarla y de regalarle unos bombones. Estaba sólo su hija.

¿Y Rosario?

Se le han saltado las lágrimas

Ha muerto, padre. Se quedó dormidita aquí mismo.

Había cola para comprar el periódico, pero los clientes han sabido esperar respetuosamente un par de minutos para que nos diera tiempo de organizar la Misa por el descanso eterno de mi amiga Rosario.



2 comentarios:

Luis y Mª Jesús dijo...

y ahora que está en el cielo podrá piropearle más descaradamente.

Anónimo dijo...

Estas cosas que uno se espera pero se encuentra de repente dejan a uno chafado... Rezamos por su eterno descanso.
Otra cosa: yo tambien vivo en America! En la del norte...