Por la tarde compruebo que ha aparecido un mendigo nuevo en la calle Ayala. Es un tipo grande y fuerte de unos sesenta años que se sitúa frente a la puerta lateral del mercado. La novedad radica en la extraña forma que tiene de pedir limosna:
—¡Eh, tú, dame un euro. No seas agarrao, que la vida está muy… Oye, ¿no me vas a dar nada o qué? ¡Valiente guarro asqueroso!... ¿Aquí nadie da nada?
El mendigo lleva en la mano derecha dos o tres paquetes de pañuelos de papel y los aferra como si se tratara de bombas de mano. Ante semejante actitud, la mayor parte de los transeúntes trata de evitarlo con más o menos disimulo incluso cambiando de acera.
Cuando llego yo a su altura, empieza a insultarme haciendo referencia a los curas en general y a los capitalistas mamones en particular. Mi primera reacción es la de alejarme del bombardeo, pero luego me lo pienso mejor.
—Así no vas a conseguir ni un euro.
El mendigo calla por un momento y me mira con incredulidad.
—No puedes insultar al personal y luego pedirles dinero.
—¡Es que son unos…!
—Bueno. Pero tú quieres que te ayuden, ¿no?
—Sí.
—Pues sonríe; di a las señoras que están muy guapas. No gruñas como si fueras a morderlas… Mira, yo iba a darte un euro, pero como me has insultado nada más verme, te doy cincuenta céntimos.
—¡Hombre, padre…!
Mientras me alejaba, se le dibujó una sonrisa tímida en su boca desdentada.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
sábado, 24 de abril de 2010
Cuestión de márketing
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
Es curioso cómo somos cada uno. A mí me molesta muchísimo que me piropeen cuando me piden. Siento que me hacen la pelota (es evidente...) y me enfada.
Entonces, salió ganando: cincuenta céntimos más una lección impagable.
Ya nos contará qué ha hecho con ella (con la lección)
No es por defenderlo Padre, pero era la Pobreza quien hablaba; ella es agresiva ... agrede, cuando ella es una pobreza dura, la dignidad del diario vivir del hombre.
Eso no se lo esperaba, ¿eh? ¡qué buena salida! yo hubiera cruzado de acera o ignorarlo simplemente...
Qué historia más buena! Le reconozco el valor de aconsejarle al mendigo después de haber sido insultado. Vaya lección.
Chon.
A mí me pasa lo mismo que a Almudena. Me abren una puerta para entrar en la iglesia y me voy por la otra.
Discrepo con María 2... con cariño. La pobreza es dura, pero no tiene porqué mostrarse agresiva; de hecho, hay mucha gente que vive una pobreza durísima y de forma ejemplar.
Gracias
Cincuenta céntimos y le enseñó a pescar. No me extraña su sonrisa... y me emociona.
Todos necesitamos un buen consejo cuando hacemos las cosas mal.
Pues una servidora se queda con los dos últimos comentarios,eso es lo que debemos hacer con nuestro prójimo,enseñarles a pescar y corregir con cariño.
Altea,a mi encanta que me piropen cuando lo hace un caballero,como Dios manda,y me ecanta que me habrán la puerta en la iglesia o en cualquier sitio.
Yo tengo un adolescente de 14 años al que se le insiste sobre este tema continuamente,ser un caballero con las mujeres y no un patán,que es lo que es ahora mismo.
Yo por mi parte solo cedo el sitio a un hombre en el confesionario,así me lo enseñaron desde pequeña....lo siento
GRACIAS
Aunque no le escriba ningún comentario sigo a menudo su blog. Le felicito.
Le sugiero este corto de Isabel Coixet, realmente inspirador: http://soma.bloc.cat/post/17590/271897
Publicar un comentario