Me dice Rosa que, si no voy a desvelar el final, más vale que no empiece a contar historias.
Se refería a "la chica del carrito", que ayer acaparó tantos comentarios. Yo le he contestado lo que ahora os digo a todos los que me leéis: ya sé que es imposible identificar a los protagonistas de mis breves entradas, pero aun así no debo contarlo todo. Es una cuestión de pudor. Pienso que vale la pena sacrificar un poco la curiosidad y ofrecer esa pequeña mortificación para que, en efecto, el final sea redondo.
Sobre la chica del carrito, sólo diré que se trata de una inmigrante de religión ortodoxa, que ha sufrido mucho en España y ha trabajado en un triste oficio casi hasta hoy mismo.
Hemos vuelto a charlar, y ahora va bien. Ha encontrado el camino y también a unas personas que la ayudarán a recorrerlo.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
jueves, 22 de abril de 2010
El camino
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18 comentarios:
No sabe cuanto lo celebro D.Enrique,seguiremos rezando por ella y si se puede hacer algo,no dude en pedirnos ayuda.
GRACIAS por su testimonio
si la ve, dígala que mucha gente reza x ella. que le deseamos lo mejor en la vida. y que encuentre alguien que la quiera de verdad.
Gracias. Sigo rezando.
Claro que si Padre,
Para mi la historia acabo ayer y con final feliz.
Encontrar el camino te llena de esperanza; sabes a donde vas y con quien.
Gracias
Gracias.Sueguire rezando por ella, y por todos los sacerdotes.
¡Claro que si, padre!
Oracion, oracion, y mas mortificacion para tantas personas que necesitan descubrir y vivir la virtud de la esperanza.
Cuánto me alegro don Enrique; ¡esa chica estaba deseando hablar con usted! y Dios le puso a usted allí.
Espero que todo le vaya mucho mejor a partir de ahora.
Cuán diferente es el camino cuando se hace acompañado. ¡Gloria a Dios!
Con todo mi respeto para muchos que actúan de otra manera, esto sólo sucede si al cura se les reconoce por "el uniforme", no?
Si la vuelve a ver, que seguro que tiene otro encuentro, dígale que mucha gente reza por ella, que no está sola...Que la comunión de los santos funciona también a través de internet.
Por favor, podría traducir, para los profanos en latín la frase que ahora acompaña al bhúo: Ubique fabae cocuntur?
Ropegra.
Gracias D.Enrique! Por su disponibilidad por ayudar a esta chica, por su testimonio de SACERDOTE y por su forma ejemplar de vivir la vida cristiana. Me refiero a eso que casi se esconde al final de su anterior post: vivir intensamente el dolor-alegría. Me parece que nos enseña de una forma muy natural a padecer con el dolor ajeno, intensa y profundamente, a la vez que vive la gran alegría de la Pascua al compartir la auténtica Esperanza. GRACIAS! MUCHAS GRACIAS!
¿De verdad no sabes traducir "ubique fabae cocuntur?" Elemental, mi querido anónimo: "en todas partes cuecen habas"
Elemental indeed!
Me alegro muchísimo de esa historia y también de su discrección. Para mí, en un sacerdote, no es algo opcional, es imprescindible.
Dios nos envía ángeles en nuestro camino en la vida. Gracias a Dios por ellos y a ellos por estar atentos a cumplir Su voluntad. A nuestra Madre del Cielo pedimos por tantas mujeres en momentos de crisis.
Tengo que decir que esta historia me tocado profundamente el alma,Dios me ha recordado varias veces durante el día,que rezara por esta mujer.
GRACIAS
Sigo su blog desde hace tiempo y nunca me habia atrevido a hacer un comentario, pero hoy al leer las dos últimas entradas, no he podido ni he querido evitarlo. Hoy he visto muy claro cuantas veces hacemos presente a Jesucristo resucitado sin tener que hacer grandes cosas o hablar de una forma elocuente, sin hacer moralismos, ni cargar a las personas con leyes que no pueden soportar ...Me encanta que su sólo paso haya servido de ayuda a esta chica y le haya concedido el que se pudiera acercar a Ud. y poder recuperar la esperanza.
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