—Mi novio dice que lo del Cielo de los curas es un comecocos para que nos portemos bien; que él lo cambiaría ahora mismo por un Ferrari aunque se mate en la carretera.
—Ya. ¿Y crees que te cambiaría a ti también por el Ferrari?
Ana no está segura.
—Creo que no.
—Pregúntaselo y, si te dice que no te cambiaría, le haces ver que el Cielo es como tú, pero mucho más; que no sea hortera.
—¿Y si me dice que me cambia por el Ferrari?
—Entonces..., ¡huye!
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
martes, 27 de abril de 2010
El Cielo, Ana y el Ferrari
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8 comentarios:
¿enamorarse de ese idiota es pecado?
Ojalá se atreva a preguntar. Ay!
¿Pecado? No. Sólo adolescencia
Que lógica tan aplastante! Claro que la adolescencia es de lógica de lo que adolece...
Que se acuerde que al Ferrari hay que mantenerlo en buen estado, por lo que le costará dinero por concepto de garage, peajes, permiso de circulación, además de bencina especial y aceite, etc...
ah, se me olvidaba lo de los seguros.
No le saldrá más acuenta el Cielo, en que no pagas impuestos y cuando estés ahí no necesites mantención?
Hablando del amor adolescente.
Yo leí una vez en el buen ensayista Antonio Marina que a sus alumnas les repetía que cuando un chico les dijese que las quería, y aunque fuese poco romántico, le interrogasen.
- Ya. De acuerdo. Pero, tú ¿para qué me quieres?
Y volviendo al caso, ¿qué hace una chica que es un cielo con un chico como ese?
Ropegra.
lo de pecado era, obviamente, broma. lo que no era broma era lo de idiota. Pobre chica. si no rompe porque vivir con ese ejemplar será insoportable. y si rompe porque también lo pasará fatal pensando en lo "majo" que era y en lo loquita que estaba por él... probina. de todos modos, la adolescencia es una época que no creo que nadie cambiase por nada del mundo.
Emilio Muñoz
Mamma mía...qué adolescencia más mala...Qué cabecicas...
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