Me gusta curiosear en las estanterías de mis amigos. Yo sé que la biblioteca —más aún que la cara— es el espejo del alma, y que, por tanto, meter la nariz en libros ajenos es un asalto a la intimidad. Sería una falta de discreción imperdonable si no contara con la autorización expresa de los espiados; pero aún así supongo que debería moderarme un poco.
El caso es que hoy he estado con Juan Carlos, hombre ilustrado, de muchas y profundas lecturas, que alterna en su biblioteca los clásicos griegos con la literatura actual más vanguardista. Hemos estado un cuarto de hora explorándolo todo, acariciando libros antiguos, olfateando los nuevos y recordando viejas experiencias literarias.
De pronto, en lo más alto de la estantería, en un pasillo poco iluminado, he visto la colección entera de Guillermo Brown, los treinta y tantos volúmenes que publicó hace casi cien años Richmal Crompton. He sacado uno de su sitio y he empezado a hojearlo.
—Con este sujeto —le digo refiriéndome a Guillermo— me lo pasé en grande a los trece o catorce años…
—Yo también —me responde—. Y te aconsejo que no trates de leerlo otra vez. Yo cometí ese error, sin caer en la cuenta de que lo mejor de estas aventuras es el recuerdo de haberlas vivido. Ahora tendré que olvidarlas de nuevo para recuperar el placer de la añoranza.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
martes, 6 de abril de 2010
Guillermo y la añoranza
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7 comentarios:
La última frase es curiosa...nunca había oído nada igual...suena a poesía.
¡Clásicos griegos!interesante...me encantan los diálogos platónicos, sobre todo el Fedón y el Fedro...
La última frase recoge una grandísima verdad. Tanto como aquel consejo que previene de volver al lugar en el que vivimos una infancia muy feliz, porque no encontraremos aquello que recordamos sino que veremos que, como nosotros, aquello también envejeció.
Mis libros de Guillermo, con los que mi madre se empeñaba en aficionarme a la lectura...
¡Es muy cierto! Me pasó lo mismo con una serie de dibujos animados...
Si la ves cuando niño es porque está realmente pensada para esa etapa de la vida.
Yo también lo sé por experiencia. Retomé a Enid Blyton, pero tuve la sensatez de cerrar el libro antes de que el daño fuera grave.
Mi marido está empeñado en que nuestros hijos se lean los libros de emilio Salgari, Sandokan y similares. Los conserva desde su infancia. Y mis hijitos, que son anglo hablantes le miran con cara de...o si no, no. Eso sí aprendieron a leer español con el Asterix.
Es verdad, pero el Guillermo de Crompton ha resistido fatal el paso del tiempo, porque era realista contemporáneo nuestro y nuestra sociedad ha cambiado en pocos decenios más que cambió en siglos.
Salgari, en cambio, se lee hoy mejor, por ser su género fantástico y fechado siglos atrás.
Pelis que han envejecido fatal:
- Los Inmortales.
- Top Gun.
- El día después.
- El Crack.
- Amanecer rojo.
- Regreso al futuro.
- Evasión o victoria.
- El final de la cuenta atrás.
Y no sigo, que me hundo: si os gustaron esas pelis, ni se os ocurra volver a verlas...
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