viernes, 4 de febrero de 2011

Dice el búho

Deo tonante credimus Iovem regnare (Cuando el Cielo truena creemos que Júpiter reina). O dicho más brevemente: “nos acordamos de Júpiter (o de Santa Bárbara) cuando truena”.

Los viejos “teólogos” de la secularización y la muerte de Dios afirmaban que Dios es la solución a la que recurren los hombres cuando toman conciencia de sus propios límites. Aquello que no somos capaces de explicar, lo que nos asusta, deslumbra o desconcierta, lo atribuimos a un ser imaginario todopoderoso e infinitamente sabio, al que conviene rendir culto para así aliviar nuestros miedos y nuestra indigencia. 
El hombre primitivo, al oír el estampido del trueno, ante la visión del rayo o ante la fuerza sobrecogedora de un huracán, cae de rodillas para aplacar la ira de un Dios terrible que maneja la naturaleza a su antojo. Y cuando llega una enfermedad, cuyo origen y remedio desconoce, recurre al hechicero, al brujo de la tribu o al sacerdote. 
Nuestro Dios -concluyen esos “teólogos”- es el “Dios de los límites”, del miedo y de la ignorancia. Por tanto, en la medida que los límites del hombre se alejan o desaparecen, Dios también se irá alejando hasta morir definitivamente.
El hombre contemporáneo ya sabe lo que es el trueno, el rayo y la tormenta. Conoce el origen de sus enfermedades y sabe también sus remedios. Ya no consulta a los augures para enterarse de si hará frío o calor, sino a las agencias de meteorología. ¡Dios ha muerto. No lo necesitamos!, proclamarán gozosos esos presuntos “teólogos”. Ya no pensamos en Júpiter, aunque truene.
*     *     *
¿Qué decir de todo esto? Que ese análisis del hecho religioso tiene una parte de verdad, pero en el fondo es bastante ingenuo. Lo cierto es que, a medida que avanzan las ciencias y los conocimientos humanos, el hombre es más consciente de sus propios límites. Ahora, cuando miramos al firmamento o a la estructura íntima de la materia, descubrimos con asombro que somos pobres seres perdidos entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Y sólo Dios puede salvarnos de ese vértigo. El estudio de la evolución de las especies, del genoma, de la física atómica o del cerebro humano no hace sino confirmar nuestra pequeñez frente a la infinita grandeza del Creador. 
Ahora que no me lee nadie, puedo afirmar que conozco a algunos filósofos que aseguran haber perdido la fe por razones científicas, y a algunos científicos que no creen por razones filosóficas. Dicho de otra manera: generalmente es más fácil alejarse de Dios por lo que uno ignora que por lo que sabe.
Pero, además, es preciso descubrir a Dios más allá de nuestros límites: en la belleza, en la vida, en la alegría, en el placer, en el amor. Hay que acordarse de Santa Bárbara truene o no truene. Y cuando brilla el sol, como en esta espléndida mañana de febrero, pensar con Juan Ramón Jiménez que “Dios está azul”, o como dice el Salmo, que “los cielos cantan la gloria de Dios”

8 comentarios:

Heteroayuda dijo...

Dios ha muerto, el hombre ha muerto... y yo mismo no me encuentro muy bien.

Anónimo dijo...

Gracias .

Anónimo dijo...

"Dios ha muerto"
Firmado: F. Nietzsche

"Nietzsche ha muerto"

Firmado: Dios

Más allá de eslógnases y pintadas quizás tenga razón aquél químico y microbiólog frances llamado Louis Pasteur que afirmó que "un poco de ciencia aleja de Dios;pero mucha ciencia devuelve a Él”.
ROPEGRA.-

Antuán dijo...

Eso de que no lo lee nadie no se xquien lo dice pues me trage toda su clase de filosofía y además acerté en lo de Jupiter de Horacio, más o menos me acerque al tema. Los hombres siguen siendo impotentes ante muchas cosas de la naturaleza y sobre todo ante la enfermedad y las tragedias, solo tienen dos opciones: revelarse o rezar ante su impotencia. Porque saben que Dios lo puede todo y acuden si no son capaces a los amigos que están o quieren estar cerca de Dios. El otro día estuve en el entierro de una chica (lo conté, me parece) con sindrome de Domw y enmedio de las lágrimas uno de sus compañeros de residencia leyó un papel dandole las gracias y al final lo tiró sobre su caja antes de cerrar. Nadie disimulaba la emoción. Había un santo que no conocía (a más de uno) pero le pregunté a Jesús: Oye ¿quien es ese santo? - Un amigo mio. ¿que tal? - Pues eso, hay que ir a Quien sabe para enterarse de que va la feria. el otro día recogi una foto donde meti a mi hermana que faltaba y estaba mi hermano: la alegría de la casa. que murio al poco tiempo, a los 20 años. lo he puesto en el salvapantallas del movil como tengo 3, con ayuda claro. bueno y ya he acaparo bastante. Adiosle.

pazvalldosera dijo...

Hay días que está usted "sembrao"¡¡¡¡

Juanan dijo...

Hace poco me vino un compañero de clase con lo mismo, que aunque había perdido la fe por otro asunto, las pruebas que necesitaba las tenía la ciencia. Y por lo que me contó, tampoco parecía tener mucha idea de lo que era la ciencia. Sólo sabe que lo que diga Stehpen Hawking hay que creérselo, porque es más inteligente que él.

Isa dijo...

Cuánto me ha ayudado don Enrique...
A mí me gusta mucho la música y disfruto oyéndola y sé que Dios está detrás y le agradezco tal o cual canción y se la canto a veces...

Isa dijo...

¿Dice el búho que no es libre quien sirve al cuerpo? bueno, no es muy literal, pero el sentido es ése ¿no? cada vez me asombro más de los sabios que eran nuestros clásicos y de lo que tenemos que aprender de ellos... Qué pena que no pueda poner usted sentencias de Platón o Aristóteles, pues son impresionantes...