miércoles, 7 de agosto de 2019

Un poeta entre bombillas




Se llama Germán Talavan y tiene una tienda en la calle de Alberto Alcocer, a menos de cien metros de mi casa. Vende bombillas y lámparas de todo tipo. El barrio entero lo conoce. Desde hace algún tiempo sobre su escueto mostrador hay unos pocos libros apilados. La portada es sobria y elegante: en el centro la fotografía de un paisaje otoñal. Encima, el título: "Poesía y otros escritos". Debajo, el nombre del autor, que es el propio Talavan. Los ofrece a un precio razonable a todo el que tenga la curiosidad de interesarse por ellos.
En España hay muchos más poetas que lectores de poesía. Así que lo más probable es que el éxito de ventas no sea indescriptible. Yo me hice con un ejemplar y lo abrí al azar sin esperar nada. Hay en esta tierra abundancia de versificadores, rapsodas y versolaris que, aunque aportan poco a nuestra literatura, quizá cumplen una función en bodas, romerías o funerales. También tenemos poetas incomprendidos —tal vez porque son incomprensibles—, que parecen de la "poesía secreta"; pero, de vez en cuando, uno descubre un poeta auténtico. Éste es el caso de Germán Talavan, un hurdano de 70 años, escritor de raza, poeta melancólico, vendedor de luces.
No voy a hacer ahora una crítica del libro que tengo entre las manos. Lo leeré despacio y, con su permiso, pondré en el globo alguno de sus poemas, como este brevísimo, escrito en 1966:
Canta, madre.
Escucho tu dulce acento.
No llores mi desengaño.
¿Quieres que cante yo luego?
Anda, madre,
eleva el trino a la bóveda del cielo.
Pero elévalo bajito.
Cántame, madre, en silencio.


4 comentarios:

Antuán dijo...

Muy bueno! "Cántame madre en silencio" ¿Que clase de cantar es ese? Algo así como un susurro para acabar de dormir al nene? o simplemente mecerle.Las madres saben hacerlo. ¡No se de donde lo aprenden. Es cierto que la poesía no vende. Se regala, se declama en confianza de un corro de amistades. El otro día tenia preparada una y se me olvidó sacarla. sobre todo que las mejores son las primeras. Las más audaces y atrevidas. Me gustaría pasarme un día por la tienda de Germán y disfrutar. Quizá cuando vaya con mi hermana que siempre vamos donde a mi me gusta: al Reina Sofia... Algún mercadillo o lugar curioso. O sentarnos en algún parque a comernos el bocata y poco más. Tengo que irme. Adiosle D. Enrique no me ponga más pasos de cebra que tengo mucha prisa.No se porque sale otro nombre. Jo.

Merche dijo...

¡Qué bonito, de verdad!

Fernando Q. dijo...

Bonito poema, donerique
que suave verso enhebra,
Y hace Antuán su muro dique
si le quita el paso cebra...

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.