El artículo es largo, pero, en mi opinión, vale la pena leerlo y difundirlo. Podía haberlo escrito Kloster, pero es de José Javier Esparza
Es por lo de la Educación para la Ciudadanía, claro. ¿Por qué iba a ser, si no? Es el mayor atentado que se ha tramado en decenios contra la autonomía moral de la gente. Es la mayor intromisión imaginable en la libertad de verdad, que es la libertad interior. Y sin embargo, aquí apenas se mueven cuatro gatos. La prensa disidente hace circular titulares de impacto: «Ya hay 3.500 objetores en el mes de junio». Gran cosa, ¿eh? Tres mil quinientos en todo el país. En un vagón del Metro caben doscientas personas. Echad la cuenta. Es verdad que en las Termópilas bastaron trescientos. Pero esto es otra cosa. Esto es peor.
¿Dónde os habéis metido? ¿Debajo de las piedras? ¿Es que nadie os ha explicado lo que os estáis jugando? ¿O es que no lo queréis ver —para no fatigaros, tal vez, o para no meteros «en líos»?
A vuestros hijos van a enseñarles que nada es verdad ni mentira, sino que todo depende del color con que se mira —y que ese color, mayormente, tira a bermellón. Van a enseñarles que no existe una forma recta de ser y de estar, sino que todas valen lo mismo —es decir que lo malo es bueno, porque lo bueno no es tal. Van a enseñarles que ETA es un grupo vasco armado que fue torturado alevosamente por la democracia española. Van a enseñarles que la guerra civil no ha terminado y que la reconciliación fue un error, porque no hizo justicia. Van a enseñarles que papá y mamá son conceptos vacíos e intercambiables por otros. Van a enseñarles todo eso, no con materiales teóricos mínimamente contrastables, sino con una buena porción de bazofia que, por otro lado, jamás fue escrita para educar a nadie, sino, deliberadamente, para todo lo contrario. Y lo más importante: os están diciendo, no a vuestros hijos, sino a vosotros, que la formación moral de los críos ya no es cosa vuestra, sino que ahora el Estado se hace cargo. Y vosotros, a descansar. Mamá-Estado se ocupa. Qué bien.
Aquí hay dos cosas atroces. Una: que el Estado invada la competencia de la familia en el ámbito moral, extirpe la libertad de educar conforme a los propios principios e imponga a las personas una determinada concepción de las cosas. Esto es algo que sólo cabe en una democracia corrompida, cuando una clase política aupada al poder se atribuye una potestad que nadie le ha concedido. Es también curioso que el Estado venga a clavarnos esta zarpa justo cuando más debilitado está: el Estado ya apenas nos protege, ha dejado de dominar su propia moneda, ha subordinado la Defensa a grandes organizaciones internacionales, las empresas han de recurrir a guardias privados porque la policía no basta, los ciudadanos han de pagarse la sanidad por su cuenta si quieren ser bien atendidos, hemos de suscribir planes de pensiones con los bancos porque la jubilación no nos llegará... Y es este Estado, decrépito e impotente, el que se permite ahora secuestrar la soberanía moral de las personas singulares. Repito: no de la Iglesia, ni de la Conferencia Episcopal ni del PP, sino la soberanía moral de las personas singulares, de la gente de la calle, tu soberanía y la mía.
La segunda cosa atroz es esta otra: la invasión del espacio moral viene bajo las banderas de una visión absolutamente sectaria de las cosas, una visión que se ha construido en el último cuarto de siglo bajo los escombros de dogmas ideológicos derrumbados, una visión expresamente contraria a la cultura mayoritaria de la sociedad, a los fundamentos tradicionales de nuestra civilización, a los principios objetivos de lo que centenares de generaciones de europeos han considerado natural. No estamos ante un movimiento de «progreso»; estamos ante un movimiento de simple inversión. El propósito de los invasores no es otro que darle la vuelta a todo. ¿Y pueden hacerlo? Moralmente, no. Pero si nadie se opone, ¿por qué no? Y aquí es donde se echa de menos un poco más de nervio ciudadano.
Por ahí, en la plaza, uno oye de todo. Que si no llegará la sangre al río. Que si ya lo arreglarán las comunidades autónomas. Que si no será tan fiero el león como lo pintan. Que si, después de todo, sólo es una asignatura, que dejará tan poca huella en los alumnos como las demás (¿?). Que, al fin y al cabo, eso que se enseña en Educación para la Ciudadanía es lo que se ve en la calle, y que los niños tienen que ir haciéndose a esas cosas. Excusas de mal pagador. Sobre todo, excusas ciegas, expedientes para escurrir el bulto y no querer afrontar lo esencial, a saber: que no se trata de que se enseñe tal o cual cosa, sino de que pretenden robarnos una porción importantísima de libertad personal.
Veréis: uno puede tolerar que el mundo sea una cueva de ladrones, que la televisión se haya convertido en territorio canalla, que los políticos abusen de las esperanzas de la gente (y los banqueros, de sus ilusiones), que los periódicos y la publicidad impongan una forma de ser y pensar decididamente absurda... Uno puede soportar todo eso porque, al fin y al cabo, ante la avalancha siempre es posible clavarse en la puerta de casa, coger el hacha y gritar «no pasarán». Pero lo que uno no puede tolerar es que cojan a tus hijos y les laven el coco al progresista modo. Por ahí no se puede pasar. Porque se trata de vuestros hijos. Y sin embargo, hermanos, lo estáis tolerando. ¿Qué os pasa? ¿Es que no tenéis sangre en las venas?
A los medios de la derecha religiosa, que admiran el ejemplo norteamericano, les gusta entregarse a ensoñaciones de regeneración, incluso de cruzada. Sueño vano. ¿Sabéis por qué en las sociedades con mayoría católica es impensable, hoy por hoy, un proceso semejante al norteamericano? Porque en los Estados Unidos la mayoría religiosa avanza sobre la base de asociaciones civiles, grupos de ciudadanos, comunidades con una voluntad de presencia política y social; pero aquí, en la Europa cristiana, y más especialmente católica, sólo una minoría exigua de ciudadanos actúa en la sociedad como creyente, el tejido asociativo civil es mínimo o inexistente, su capacidad de presencia social y política es reducidísima, muchos creyentes tienen alergia a la política o carecen de formación, la inmensa mayoría de los ciudadanos opta por la pasividad pública y prefiere delegarlo todo —en parte por tradición, en parte por pereza- en las espaldas de la jerarquía. «Los obispos sabrán qué hay que hacer» es una frase extraordinariamente socorrida. Y los obispos lo saben, claro que sí, pero el problema es que no son ellos quienes pueden hacer, sino los ciudadanos, las personas, y para eso hace falta un grado de compromiso que se diría completamente inalcanzable.
Por supuesto: este reproche va dirigido a unos católicos que parecen haber perdido por completo el sentido de la libertad personal, pero al menos aquí, entre la grey de los fieles, ha habido voces dispuestas a jugarse el pecho. Mucho peor es la situación ahí fuera, en la llamada «sociedad», donde una muchedumbre infinita de almas grises se muestra dispuesta a tragarlo todo con tal de no someter a agitación su adiposa conciencia. La reacción de los católicos ante la asignatura de Educación para la Ciudadanía es tibia hasta la depresión, pero la actitud general de la sociedad es indiferente hasta la náusea. Hemos llegado a un punto tal de sumisión —al sistema, al dinero, a la comodidad burguesa, a lo «políticamente correcto»- que cuesta un mundo hacer ver a la gente que lo que está en juego es su libertad. Esa es la imagen del tirano de nuestro tiempo: ya no un déspota que te roba la cartera mientras te amenaza con la porra, sino un simpático cacicón que, mientras te rasca la barriga, te roba el alma. Y tú aún vas y te ríes.
Hay que presentar la objeción de conciencia contra esta asignatura. Es vital. Habría que hacerlo incluso si uno estuviera de acuerdo con los planteamientos doctrinales del Gobierno, porque ni siquiera en ese caso estaría justificado que el Estado se arrogue el derecho a imponerlos por ley. Jünger decía en alguna parte que la verdadera libertad es la que reside en el propio pecho. Esta gente nos quiere abrir el pecho y sacarnos la libertad como se sacaba el corazón en los viejos sacrificios humanos. No. No pasarán. Objeta. Mañana. Ya.
23 comentarios:
Siento que el primer comentario sea discrepante pero pienso que se critica antes de que se ponga en marcha y se conozcan los contenidos de la asignaturilla de marras, partiendo de la base de que "en las casas" se educa a los niños. Seguramente los que leemos este blog tenemos en casa la mejor de las educaciones pero a muchos niños lo primero que se les da en sus escuelas es el desayuno porque los maestros no están seguros de que los niños hayan desayunado en su casa, ¿cómo van a esperar que reciban la educación de la que estamos hablando de sus padres? Hay muchos niños que saben que robar está mal porque si te cogen vas a la cárcel y nada más... Lamentablemente no servirá de nada pero no creo que sea dañino.
Anónimo. Si tienes un ratillo léete lo que colgué ayer en mi blog. Es un taller de la susodicha asignatura que se impartió en un colegio de Móstoles aniños de 14 años. Lo bueno del caso es que lo publicó un periódico sudamericano. Aquí no se atreven.
http://sunsi.weblog.net/2008/03/12/%c2%a1toma-castana/
Saludos: Sunsi
Perdona. He comprobado que con la dirección que te he dado no sale nada. Busca sunsi.weblog.net y verás una entrada de ayer que titulé ¡Toma Castaña!
Sunsi
Por regla general, me fastidia (con jota) que el Estado meta las narices donde no debe. Pero, mucho más me fastidia (con jota mayúscla) que intente meterse a modelar la conciencia de cada un@.
Y, como en el desdichado asunto de la EDPC, pintan bastos, pues aún me fastidia más.
Por eso opino que la objeción debe ser masiva y que, los que no objeten no las píen. A fin de cuentas, antes (cuando la mili) se decía aquello de !Mozo, objeta, y pasa de escopeta!; y a tod@s l@s que ahora protestan desde la izquierda les parecía la mar de bien.
!Pues ahora lo mismo!, y que sean consecuentes (si es que se lo permiten sus neuronas)
Nos esperan 4 años de rodillo en la educación, y no son nuestros hijos los que más lo van a sufrir, ellos al menos tienen el antídoto. Para dar el paso de la objeción hay que estar muy convencido de la importancia de EDUCACION con mayuscula y hay 11 millones y pico de personas que no lo tienen nada claro y el resto ni fu ni fa, pero más fu que fa.
Por cierto he leido el cuestionario que publica Sunsi en su blog y verdaderamente tiene castañas!!!
Anónimo 1º el contenido de la asignatura puede que tú no lo conozcas pero hay gente que lo conoce, es más a alguna editorial le han avisado de que tal como están, sus libros no pueden servir de texto para la asignatura porque no enseña lo que quiere el gobierno.Yo también di unas pinceladas sobre lo que dijo Marina ,el que preparó el libro para S.M. , en mi blog el 26 de octubre de 2007.Lo puedes encontrar en unmonstruoenmiarmario.blogspot.com
¡cuanta razón! habrá que ponerse las pilas.
Lo peor es que es más contagioso que el sarampión. Los vierais paseando su propaganda por las calles de Montevideo. Con vuestros duros, claro.
j.a.varela
Y los padres donde están? ¿trabajando duro? ¿en las cafeterías? ¿haciendo padlel? es una verguenza que no haya más que tres mil objetores. No tengo hijos pero seguro que me ocuparía un poquito más de ellos. Me indigna la pasibilidad de los padres. Luego dirán que ellos no tienen la culpa de que su hijo venga cogorza perdido el fín de semana. Si no se quieren enterar...Desde pequeños les llenan de chucherías para que se callen. Luego invitan a amigos a dormir haciendo como si tuvieran muchos hermanos porque no quieren dárselos. También los hay que para que se entretengan les meten a toda clase de actividades extraescolares y de paso no los ven y sino en la furgoneta de turno a pasar el rato porque están tranquilos. Luego ellos a llorar y encima les tienes que oir sus lamentos. Eso sí a la niña la compran el top bien corto y a lucir pierna que está mona...¿Como les vamos a pedir que se preocupen de la educación? ¡es que les queda lejos!
Pero hay un problema en cuanto a la objeción de conciencia: quien objetan son los padres, pero el que puede tragarse el marrón o ver mermada su vida académica es el hijo.
A los hijos hay que enseñarles a ser coherentes no sólo de palabra sino con los hechos que son más elocuentes.Además si no objeta mucha gente no conseguiremos nada.A última hora si la gente no objeta y el único "tonto" es tu hijo, con asistir a clases lo solucionas, o... si el colegio da aprobado general en la asignatura.
Este artículo me parece una exageración: "Van a enseñarles que no existe una forma recta de ser y de estar, sino que todas valen lo mismo —es decir que lo malo es bueno, porque lo bueno no es tal". Todavía no se ha implantado la asignatura y ¿ya se sabe que es un fracaso?, ¿qué es esa forma recta de ser y estar que supuestamente debería enseñarse?, ¿no es la misma que se persigue con ésta asignatura?, ¿qué es lo BUENO con mayúsculas y lo MALO con mayúsculas?, ¿acaso existen?.
Que yo sepa, todos los seres humanos, desde el más virtuoso hasta el más vil, es hijo de Dios. Que yo sepa, cada uno de nosotros tiene su lugar en el mundo. Los cristianos aceptamos como "bueno" el comportamiento y las obras que imitan las de Cristo, Nuestro Señor, pero la sociedad en la que vivimos no es la misma que hace 2000 años, los problemas han cambiado, la humanidad ha cambiado; esto no significa que debamos cambiar nuestra moral ni nuestras creencias (los cristianos somos cristianos a mucha honra) pero no que adoptemos estos tintes de agresividad ante una propuesta que trata de integrar en nuestra cosmovisión la diversidad y complejidad del mundo que nos rodea.
No deseo ofender a nadie, simplemente manifestar mi opinión.
Eso es lo que pretendo, Laurita, que manifestéis vuestra opinión; pero conviene decir dos o tres cosas:
1. El contenido y orientación de la asignatura es bien conocido. No es necesario paladear un veneno para saber que lo es.
2. Los que objetan no están en contra de que sus hijos sean buenos ciudadanos. Les parece mal que el gobierno de turno o la deología dominante se constituyan en maestros de moralidad de los niños.
3. A juzgar por lo que dice el propio ministerio (no la oposición) ser buenos ciudadanos implicaría aceptar una serie de
principios "éticos" y antropológicos cuya sola lectura produce escalofríos.
4. Si yo fuera padre de familia, objetaría sin dudar un instante.
Por el momento no diré más. Es evidente que el lenguaje de Esparza no es el colmo de la moderación, pero aplaudo su claridad.
Yo sólo creo que se puede enseñar moralidad desde muchos caminos, la religión sólo es uno de ellos, no el único.
en el colegio de monjitas al que van mis hijos ya se ha previsto como impartir esta asignatura.
Yo tb veo con horror q el gobierno de turno se convierta en autoridad espiritual y q se vea normal.
El daño que produce esta asignatura es años vista, y para antes habrá un canbio de civilización... esto no puede seguir asi
Laurita. Lo que tú piensas que debería darse son clases de ciudadanía, de ética, de solidaridad... de valores humanos rectos. Supongo. Pero EpC no es esto. No hace falta ser cristiano para oponerse a esta asignatura. Miembros de otras religiones también se han manifestado en contra. Porque la clave de esta asignatura es el relativismo más radical y el atentado absolutamente explícito contra la ley natural. De verdad te digo que no se cortan un pelo.
El gobierno se ha encargado de difundir que esta asignatura también se imparte en otros países europeos, pero callan su contenido que no tiene nada que ver con la asignatura en versión española.
Y para rematarlo, es obligatoria.
Han entrado en un terreno muy delicado, en unas edades que se está formando la conciencia de los chicos. Me parece una atrocidad.
Saludos:
Sunsi
¿Lo dejamos ya? Pongamos punto final. El debate podría prolongarse hasta el infinito y ya están claras las posturas.
vaaale
En EEUU tienen la opcion de Home Schooling, que es eneñar en casa. La madre se hace cargo de la educacion de los hijos. Se cubre un curriculum obligatorio, y los extras son los que los padres deciden que son interesantes para sus hijos. Conozco una señora que tiene cinco hijos y hace este modelo. De extras los niños, todos menores de 12 años, aprenden música, latín, griego, español.... Y aparte tienen los deportes y los ballets.
Don Enrique... es que el tema que ha planteado se las trae. Me estoy acordando de Juanan...y los "foros" que se montan en su antro.
Tiene una paciencia...
Saludos:
Sunsi
Lo siento D. Enrique, acabo de leer el artículo y no he podido resistirme.
PADRES....¿Es que no tenéis sangre en las venas?.
¿Por qué sólo los católicos?.
Pero,... ¿Qué están haciendo los padres?
¿Cómo están aceptando ceder el derecho y, sobre todo, el "deber"- No olvidemos el deber- que tienen en educar a sus hijos?
No se están dando cuenta de lo que se están tragando y cuando lo vean ya será tarde.
Los que tiene a sus hijos en colegios privados, incluso en los concertados, no tendrán problema alguno, porque acomodarán el contenido de la asignatura a su ideario.-Así de bien está desarrollado el decreto ley para esta asignatura, en la que cada uno puede hacer lo que quiera- Véanse, si no, la gran variedad de libros que han publicado las diferentes editoriales en materia educativa.
La pregunta que se hace José Javier Esparza se debe transmitir, entre otros, a la FERE (Federación de Enseñanza de Religiosos) que ha aceptado esta asignatura.
El pánico que tienen los colegios concertados a que les quiten el concierto les hace ponerse de rodillas ante las autoridades educativas, no importa el tipo de gobierno de la Autonomía.
¿Están ayudando los colegios a presentar objeciones de conciencia? ¿Están siendo amenazados por las diferentes consejerías de educación?
No es tan fácil señor Esparza.
Hace algo más de dos años, millón y medio de personas, nos manifestamos en Madrid contra el, entonces, anteproyecto de la LOE, y no pasó nada. Partidos políticos de ideología democristiana, cedieron y apoyaron o se abstuvieron en la votación de la ley, porque a cambio conseguían nuevos estatutos u otras prebendas.
Efectivamente, no es tan fácil, pero hay que tener esperanza y seguir luchando desde las diferentes asociaciones civiles frente a los poderes políticos y no ceder ante intentos de eliminar la libertad para nuestras futuras generaciones
Totalmente de acuerdo con el anónimo anterior.
Lo podría haber escrito yo.
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