jueves, 19 de febrero de 2009

Adoro te devote (IV)


También
hoy, como todos los jueves, puedo hacer la oración ante el Santísimo Sacramento, mientras sigo meditando, verso a verso, el “Adoro te devote”.

Visus, tactus, gustus in te fallitur…
“Ante ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto…”

—Se equivocan mis ojos, que no te ven, pero no mi mirada que no quiere despegarse de ti.

—Se equivocan mis dedos, que no pueden acariciar tu Cuerpo torturado y glorioso, pero no se equivocan cuando siguen rozándote a ciegas al elevarte sobre el altar.

—Se equivoca mi paladar, que nunca será capaz de saborear tu amor en esta vida, pero no se equivoca al recibirte, porque en la Vida eterna no querrá otro alimento distinto de ti mismo.

Estos días en La Lloma hemos hablado mucho de teología, y yo me he sentido feliz al comprobar que a los teólogos que me acompañan no les mueve la vanidad ni el orgullo terco de tener razón. Saben que la fría inteligencia o la erudición por sí solas apenas sirven para despegarse unos centímetros de la tierra, y ellos necesitan volar muy alto para dar “a la caza alcance”, como escribió San Juan de la Cruz. Por eso son piadosos; quieren ser santos y sabios, con la Sabiduría que sólo adquieren los que hablan con Dios cara a cara, como un amigo habla con su amigo.

Los teólogos —como los poetas— quieren meter la cabeza en el Paraíso para abrir los ojos, como niños deslumbrados por la belleza del Creador. Los racionalistas en cambio aspiran a meter a Dios en su cabeza, y como no lo consiguen, se fabrican un dios a su medida; un dios de bolsillo que no moleste, que ni siquiera nos ame demasiado.

Los teólogos —como los poetas— necesitan cantar, mostrar a los demás lo que ellos han contemplado. Y hacen versos, himnos y oraciones.

Los teólogos —quizá también los poetas—, aunque escriban libros de gran calado, saben que su ciencia es la más humilde de todas porque no descubre verdades nuevas, no pretende aportar nada a lo revelado por Jesús. Nace de la contemplación y termina en la contemplación.

Los teólogos —como los poetas— sólo escuchan, ponen el oído atento a la voz de Dios.

Se equivocan la vista, el tacto, el gusto…
sed auditu solo tuto creditur… pero me basta el oído para creer con certeza”

Termino con un texto de San Efrén, santo, teólogo y poeta del siglo IV:

“El Maligno, por obra de la serpiente, vertió el veneno en el oído de Eva. El Benigno, en cambio, se abajó en su misericordia y, a través del oído, penetró en María. La misma puerta por donde entró la muerte sirvió para que entrara la Vida.” (Himno por el nacimiento de Cristo)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

...meter la cabeza en el Paraíso para abrir los ojos, como niños deslumbrados por la belleza del Creador. ¡Que bonito! gracias.

Rosa dijo...

preciosa oración para meditar

Anónimo dijo...

Si me dan a elegir, entre los tres, me quedo con los santos, que es a lo que una aspira en esta vida...Se me da mal la poesía y de teología...lo intento. Pero le aseguro que donde cargo las tintas es en lo de la santidad. A veces pienso que con mis pocos talentos, lo tengo mas fácil en no enredarme con materias "subidas de tono"...la teología, para gente como yo, es leer lo que hay que leer y creer en Dios y en el Magisterio de la Iglesia, de lo demás que se ocupen los que saben de eso.
Tengo muchas ganas de llegar a mi verso preferido.."peto quod petivit latro poenitens..."
Gracias D. Enrique.

paloma dijo...

Gracias padre,
¡buen regreso a Madrid!

chon dijo...

gracias por la formación vía Blog.

Anónimo dijo...

D. Enrique, qué bonita es la Teología, que te hace sentir un poquito el ansía de star con Dios. El sacerdote de mi parroquia lo explicaba como un subidón, que una vez que lo experimentas te engancha y lo quieres probar otra vez. Conocer a Dios siempre un poquito más es un placer del espíritu de lo más enganchante! Gracias.

Anónimo dijo...

Muchas gracias D.Enrique por no abandonarnos en jueves.
"nace de la contemplacion y termina en la contemplacion",me llego al alma,es definitivo

Isa dijo...

Gracias de nuevo por darnos la oprtunidad de hacer oración con sus palabras.
¿Se llevó naranjas de la Lloma a Madrid? seguro que sí...

Enrique Monasterio dijo...

Naranjas y mermelada de naranja, por supuesto

Isa dijo...

Muy bien don Enrique, otro día se acerca a Murcia y coge limones...