sábado, 17 de agosto de 2019

Ferragosto




Si buscáis ferragosto en Internet encontraréis unas cuantas páginas copiadas las unas de las otras en las que se dice que se trata de una palabra italiana derivada del latín  feriae Augusti. A continuación, aseguran que comprende una serie de festividades introducidas por el emperador Ottaviano Augusto en el siglo XVIII a.C. (sic).
Como comprenderéis, en el siglo XVIII antes de Cristo no existía Octavio Augusto, ni Roma, ni el Imperio; pero en Internet vale casi todo. El primero en escribir esa tontería lo más probable es que no tuviera culpa alguna. Fue sólo una errata. Pero los que la reproducen sin detenerse a reflexionar un instante deberían darse golpes de pecho por plagiarios y copiones.
Ferragosto, en cualquier caso, es el tiempo de la canícula; otra palabra interesante que, según mi amiga la wikipedia, deriva de "can" (perro). Su alusión a la temperatura agobiante de estos días "tiene un fundamento astronómico: alude a la constelación Can Mayor y a su estrella Sirio, La Abrasadora, cuyo orto helíaco coincidía con el fenómeno de calor abrasivo".
El caso es que la canícula del ferragosto tiene un efecto hipnótico y soporífero. Mis neuronas se adormecen, mi imaginación se atrofia, mi escaso ingenio se esfuma, y la indolencia, la apatía, la desidia  y —ay de mí— también la pereza, toman el mando de mi vida. Sólo espero que no se desinfle el globo, que pueda seguir volando hasta que lleguen las aguas de septiembre.
A la mayoría de mis escasos lectores esto les trae sin cuidado: casi todos están de vacaciones y no entrarán en esta página hasta el mes que viene. Yo tampoco lo haría. Los de Bilbao somos un poco anfibios; necesitamos sentir el agua en la piel para seguir vivos. A la espera de esa ducha revitalizadora, he comenzado a releer por tercera vez una novela lenta, melancólica y brillante como pocas; "diálogos de la edad tardía". Luis Landero debió de tardar un siglo en escribirla. Yo me lo imagino acariciando cada palabra, buscando metáforas insólitas, gustándose y recreándose en cada frase. Como un torero que se resistiera a entrar a matar seducido por la bravura del morlaco, el escritor juega con el capote de su peculiar diccionario, sin prisa por atacar la historia.
Sin embargo, gracias a sus artes de ilusionista, Landero consigue hipnotizar a los lectores; a mí también, sobre todo en este tiempo, que se desliza lánguido por el desierto abrasador de la canícula.

6 comentarios:

Antuán dijo...

Hola. Aunque no entiendo que tiene que ver Can Mayor y la estrella Sirio, la Abrasadora con el ferragosto. Pues vale. No deja de ser información. De todo se aprende aquí. Yo subiré montaña arriba a estar un rato con una familia que viene en verano. Solo está la madre y la hija. El Chico como ella le llamaba murió en julio. Y tengo que ir. Aunque me ase. Me pondré algo fresquito y unas deportivas que me dieron el otro día y parecen buenas para andar. Mi gorra de cuadros y las gafas de espejo. Hay que salir del gueto. Por cierto que el 23 tengo preparado junto con el grupo del año pasado. Mas o menos un recital de poesía. Me llamaron del centro cultural si me incluían y dije que si. Porque hay que que estar en todos sitios y a la vez dice una de ellas. Cuesta elegir una porque solo da para una ronda. Y cuatro cada uno. Al menos el año pasado. Pero es divertido. Ya os contaré. Que yo no me voy. Soy de los currantes de a pie. Ya tuve mis vacaciones. Ahora estamos todavía a tope. A Dios ¡Gracias! Aunque la gente se va yendo. Y pasan ademas de a pedir comidas de viaje a despedirse. Y a dar las ¡Gracias! Da gusto. Adiosle

Papathoma dijo...

No he leído nada de Landero. Tomo nota. Gracias, y no se achicharre.

Isabel dijo...
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Fernando Q. dijo...

A mi se me caen los párpados leyendo a Cherstenton...hasta que me sale con una de la suyas...

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique Monasterio dijo...

Sí, me he confundido, pero no a posta. Ese es el título: “juegos en la edad tardía”