jueves, 22 de agosto de 2019

Un taxista "incallable"



No es la primera vez que me acusan de inventarme las anécdotas que cuento de palabra o por escrito. Yo suelo responder —y es la verdad— que me gusta provocarlas buscando la conversación con las gentes que aparecen en mi camino. A veces basta una palabra, una pregunta inocente o incluso un simple gesto para que alguien responda y surja una historia. Cuando esto ocurre uno no tiene más remedio que entrar al trapo, y escuchar, que es, al fin y al cabo, lo que todos esperan de un sacerdote.

Ayer, sin ir más lejos, fui a Madrid, y como tenía una cita en una calle del centro, donde los automóviles normales tienen prohibido el acceso, dejé el mío en un parking y tomé un taxi aprovechando que la compañía free now me concede un 25% de descuento hasta fin de mes.
El taxista estaba notoriamente enfadado. Nada más subir al coche, se desahogó conmigo poniendo de vuelta y media, por este orden, a los turistas borrachos, a los jóvenes que salen colocados de las discotecas, a los hinchas del Getafe, a los del Real Madrid, y a su cuñada María Luisa. Apenas se hubo calmado, la tomó conmigo:
—¡Que le voy a decir yo a usted, que no sepa! Seguro que oye muchos cuentos. Pero no se fíe. ¡Hay mucho hipócrita, padre! Y los curas se lo tragan todo. Mire, hace tres días se me monta una señora mayor en el coche; parecía la mar de seria, pero la muy..., me vomita en el asiento la borrachera que llevaba. 
El taxista habló y habló sin parar un instante hasta llegar a mi destino. Para entonces ya me había contado que es "bastante católico", que va a Misa siempre que puede, pero que no aguanta a los curas (usted perdone, padre) porque tienen mucho morro y poco fundamento; que se casó por la Iglesia con su primera mujer y que lo hará con la segunda si le dejan, porque ella dice que no es lo mismo ir al juzgado…
No pude responder a todas las cuestiones que me planteó, ya que debía abandonar el coche sin detenerme porque estábamos en una calle estrecha y con mucho tráfico; pero él sí que tuvo tiempo para añadir:
—Usted sería buen taxista, porque sabe escuchar. Algunos compañeros hablan demasiado. Yo en cambio oigo, ¿sabe usted? Esto es como un confesonario.
Quizá tendría razón si se callara de vez en cuando y dejara meter baza a sus clientes.  

4 comentarios:

Antuán dijo...

Buenas noches. ¿Se nota que tengo la tarde libre. Estuve preparando material para el recital de poesía de mañana en el centro cultural. Ya me mandaron el cartel en el que me incluyen. somos 13. Acabaremos pronto. Me acompañan dos para luego irnos a cenar a tomar unos pinchos en algún chiringuito. Aquí no cogemos taxi aprovechamos los coches de la gente que trabaja con nosotros. Es típico que tenga ganas de hablar y no deja meter baza. Acabo de buscar Baza y es un pueblo de Granada ¡Vamos que de pueblo, no tiene nada! Se nota que es el sur. 20.670 de población. Muy morisco. si todavía tenéis vacaciones tiene mucho que ver. Con un buen coche no hay ni que hacer noche. Sin haberlo preparado, me ha salido un pareado. Eso si hay que madrugar. Yo pensé que Baza era una ciudad árabe. Ahora si que me voy. Hasta mañana si Dios quiere. Adiosle

Antón Pérez dijo...

¡Qué "de Bilbao" le ha salido ese tendría...!

Isabel dijo...

Menudo coñazo .espero qué el trayecto fuera corto..
A mí viajar en taxi sé me hace incómodo nunca sé de qué hablar o sí debo de hablar con el taxista.
Al final siempre acabamos hablando del tiempo....la hipocresía anda suelta en todos lados no solo en la iglesia...Saludos

Fernando Q. dijo...

simpático monologo.
Globeros, os pido oraciones por una intención especial de salud. Gracias