sábado, 25 de octubre de 2014

Lecturas para un retiro

Empezamos la convivencia con unas horas de retiro. Los asistentes —en esta ocasión, hombres— lo viven en un silencio realmente ejemplar. Las mujeres suelen tener más dificultades para mantener la boca cerrada. Es un dato, no una crítica.
Después del desayuno salgo al jardín. El otoño es una estación silenciosa. Se oye apenas el murmullo del riachuelo que bordea la finca y el rumor de los pájaros trepadores que hacen saltar la corteza de los pinos para buscar alimento.
A las once y media debo hablar de "medios sobrenaturales" para el trabajo apostólico que realizamos todos. Me temo que es una redundancia hablar de medios sobrenaturales. Cuando el fin es sobrenatural no hay técnica humana que valga: Dios lo hace todo. A nosotros sólo nos toca pedir al Dueño de la mies que envíe trabajadores al tajo.
He empezado a leer tres libros: "Aguardando el Cielo", un precioso ensayo de don José Miguel Pero-Sanz sobre la vida eterna y la virtud de la esperanza, de Ediciones Palabra; "Él nos amó primero", un conjunto de meditaciones de don Juan Bautista Torelló, editado por "Cristiandad" y un viejo poemario de Pedro Antonio Urbina, "Algún interminable mérito", editado por Numenor.
Como además sigo releyendo La Odisea de Homero y Anna Karenina, de Tolstoy… Pues eso.
 

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bien bien conoce que a las mujeres nos cuesta el silencio, acabo de asistir con una amiga que iba por primera vez y le he explicado la importancia del silencio exterior e interior y lo ha entendido muy bien, pero igual que ha usted le ha parecido que el resto conversa mucho. Rezare para que el próximo año ya hayamos comprendido que hay tiempo para hablar y tiempo para callar,
Muchas gracias por compartir los tres libros que esta leyendo!!!

Maitezgz dijo...

Si, eso es muchas gracias por darme a conocer éstos libros.
Ah Don Enrique y si se me permite una broma...pues es eso que dicen
que las mujeres sabemos hacer más
de una cosa a la vez.
Estoy pensando que hace mucho,mucho
tiempo que no he asistido ni a
convivencias ni ejercicios espirituales.

Enrique Monasterio dijo...

Maite; tienes razón. Los hombres hemos conseguido que os creáis eso... Y estamos la mar de contentos viendo cómo hacéis tres o cuatro cosas mientras nosotros descansamos

Maitezgz dijo...

Ay Don Enrique, no será una regañina?, que sólo se trataba de
una broma, a lo mejor no oportuna pero, la contestación he de reconocer que: ha venido al pelo,
vamos que se me ha estado bien.
Espero que no se la aprendan los
hombres, que entonces si queeee.
Pero eso si, Don Enrique y no es broma: encantada de su comentario,
de verdad, gracias.



Enrique Monasterio dijo...

¿Regañina? ¡No!

Churrinche Oriental dijo...

¡Cuánta razón! (con lo de las charlatanas, digo).

Igual llega un punto, pienso yo, en que nos cansamos de hablar... ¡y nos viene una nostalgia bárbara del silencio del curso de retiro!

Bueno, en realidad debo ser un ejemplar raro de la especie, porque si se quiere, el silencio es una de las cosas que más me gustan de los cursos de retiro. Y no, no tengo vocación de monja de clausura porque las pocas veces que he estado en una lo que más he tenido que mortificar es el deseo de irme... En fin, que está complicado esto de discernir la vocación, que el encargado de darla se está tomando su tiempo.

¡Se agradecen las oraciones en ese sentido!

¡Saludos!

Tumismo dijo...

¡Si le digo lo que me acaba de contestar mi ama lo flipa!

pacita dijo...

Q feooo Pater lo de las mujeres

Enrique Monasterio dijo...

Podía haber escrito que las mujeres cultivan el diálogo porque han desarrollado una inteligencia verbal más activa, pero he preferido ahorrar palabras.
¿Por qué es "feo" decir que las mujeres hablan más que los hombres?

Merche dijo...

Hablamos más porque tenemos más cosas que decir. Y tenemos más cosas que decir porque nos interesamos más por las personas y sus cosas (eso que muchos llaman cotillear).
Eso de que somos iguales es un cuento chino. Somos diferentes y, como dijo Napoleón: ¡Vive la differénce!

Papathoma dijo...

A mí no me ha parecido feo en absoluto lo que ha dicho...y creo que con la aclaración ya se ha entendido del todo.

Además, no hay más que pensar cada una en lo que habla, para saber si era preferible haber estado callada o si la ocasión requería ese diálogo animante, esclarecedor o...(todos los matices que se quieran poner. El matiz "frívolo" se reserva para el caso anterior)

Se me olvidaba: gracias por conocernos y entendernos (o no) tan bien.

Juana la loca dijo...

Ay, madre que liantas.

Cordelia dijo...

Sin ganas de polemizar, cualquiera que vea a una madre con tres o más hijos tiene claro que las mujeres pueden hacer muchas cosas a la vez. Y pensar en varias más, mientras tanto. Como planear la lista de la compra mientras le atan los zapatos a Manolito y regañan a Pepito por esconder el cuaderno de Juanito y están pendientes del bebé que gatea camino de la puerta abierta...