jueves, 25 de julio de 2019

En la fiesta de Santiago, vuelvo a las andadas



Hace casi veinte años publiqué  un artículo en Mundo Cristiano titulado "Patriotismo y ombliguismo".  En 2007 decidí reproducirlo en este globo, que por entonces estaba recién nacido. No pensé que aquellas moderadas reflexiones sobre la virtud cristiana del patriotismo pudiesen generar tantos insultos y descalificaciones personales como las que me llegaron por la red. Claro que entonces aún no sabía que Internet, además de ser un instrumento casi mágico de comunicación, es también un pozo séptico con aromas de todo tipo.
He vuelto a leer hoy aquel viejo folio aprovechando que celebramos la Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrón de España, y, por cierto, también de Bilbao. Compruebo que utilicé un lenguaje manso, afable y con una pizca de humor para evitar convulsiones. No hice referencia a personas, partidos o ideologías concretas, y me situé en el lugar que me corresponde como sacerdote.
Hoy inserto otra vez aquel viejo artículo a pesar de que citarse a uno mismo no esté bien visto. Quizá debería añadir alguna consideración más, pero lo dejaré para mañana o pasado.
Feliz día de fiesta. Y ojalá el camino de Santiago nos conduzca a la concordia y a la playa, que hace mucho calor. 

Estoy en Bilbao. Desde hace años siempre vengo de paso, sin tiempo siquiera para recuperar el acento perdido, la inconfundible cadencia que se gastan en el Bocho y que descubro intacta en las voces de mi familia y mis amigos. Esa música, como el aroma incierto de la ría, la brisa del Abra o la puesta de sol sobre el Serantes, es una especie de álbum de fotos en el que ya amarillean mis recuerdos.
Trato de escribir el artículo del mes, y me pregunto si, después de tanto tiempo fondeado en esta página, que nació desenfadada y risueña, mis clientes me dejarán hablar en serio, incluso con cierta melancolía.
Hace más de cuarenta años salí de esta tierra para estudiar en la Universidad. Entonces no era consciente de que mi marcha se convertiría en definitiva. En todo caso, era muy joven y no me habría importado saberlo. Los vascos somos gente viajera y de mal asiento. Fuimos pescadores en Terranova, conquistadores de media América, marinos de todos los mares, empresarios en Castilla, Madrid, Andalucía... Y, más chulos que un ocho, conservábamos siempre lo importante: un amor apasionado por nuestra tierra…, y el Athletic, que era el segundo equipo de los que no habían tenido la fortuna de nacer por estos lares.
Tengo para mí que la chulería bilbaina (sin acento, please) no molestaba a nadie, porque era tan ingenua como desmesurada. De lejos se veía que era una forma de disimular la timidez. Caía simpática porque los chistes de bilbainos los inventábamos aquí, igual que en Lepe se inventan las historias de leperos.
Los bilbainos solemos ser unos tímidos compensados, que cantamos en coro porque nos da vergüenza ser solistas y hablamos muy alto para que el volumen enmascare nuestra inseguridad. Es cierto que nos encanta dejar constancia de que somos de Bilbao, pero también San Pablo declaró con orgullo ante el juez su condición de ciudadano romano. Y eso que no hay color: ser de esta tierra es mucho más importante.
Aquellos bilbainos de los años 60 íbamos por el mundo con la arrogancia de quien se supone envidiado por el resto del Planeta. Ya lo dijo Unamuno: el mundo entero es un Bilbao más grande. Con parecida modestia añade Ruiz Olabúenaga: Bilbao es, como Roma, madre de todos los imperios. Y Kloster asegura que cuando sale de su tierra un bilbaino, adopta andares de propietario que va de visita a la finca.
Todo esto es sólo una caricatura; pero las caricaturas suelen tener un fondo de verdad. Y la verdad es que aquí se vive intensamente, aunque de forma peculiar, una virtud humana y cristiana que siempre se ha llamado patriotismo.
Ser patriota es amar con pasión —y por este orden— a los padres, a la familia, al pueblo, a la patria chica, a la patria grande, y, en definitiva, al mundo entero, que también se reconoce como patria. Se trata de un amor centrífugo, expansivo, que no desprecia a nadie ni se acompleja ante nadie; que no divide ni separa, que a nadie ofende ni molesta.
El patriotismo bilbaino, reconozcámoslo, es patriotero, fantasmón y perdonavidas, pero es éste un pecado venial que se absuelve fácilmente cuando viene adobado con sentido del humor. Sin embargo nunca (hasta ahora, ¡ay de mí!) hemos sido ombliguistas.
El ombliguismo, o tendencia desordenada a contemplar fascinado el propio ombligo, es un aldeanismo con tortícolis. El ombliguista cree que ama a su tierra, pero lo único evidente es que no soporta a las demás. El ombliguista es un seudo patriota acomplejado, que vive convencido de que los de fuera, los otros, le odian, le desprecian y, por supuesto, no le entienden.
El ombliguista, en el fondo, no sabe amar ni siquiera a su propio pueblo, porque no lo ve como raíz sino como fortín. Amar las propias raíces es crecer, salir de uno mismo para dar fruto; es hacer que las ramas se vuelvan alas y volar lejos. El ombliguista no quiere esto: se encasqueta la boina, se parapeta en su lengua y en sus neurosis y se pasa la vida afirmando su identidad, en busca de enemigos con los que poder confrontarse.
El ombliguismo atrofia el corazón; el patriotismo lo dilata. El ombliguismo genera rivalidades, odios e incluso violencia; el patriotismo, como todos los amores, es difusivo, contagioso y alegre; enriquece a quien lo tiene y a quien lo ve en los demás.
Nada más opuesto al espíritu de mi tierra que ese ombliguismo de que hablo.Por eso, cuando vengo al Bocho y veo…, lo que veo, me lleno de melancolía y de añoranzas.
Pero estoy convencido de que la enfermedad no puede durar. Bilbao es mucho Bilbao. Y siempre nos quedará el Athletic.  

19 comentarios:

Anónimo dijo...

No me gusta el artículo¡¡Pero como sé que toda crítica a lo qué escribe le parece una ofensa personal.lo dejo así sin desarrollar.. internet es igual qué el mundo real hediondo y con gente sana,ni lo malo es tan malo ni lo bueno tan bueno feliz día de Santiago a los qué se sienten con boina y a los otros

Enrique Monasterio dijo...

Lo que tú dices no me ofende, porque no me calificas ni descalificas. Sólo tengo una duda ¿En qué no estás de acuerdo con el artículo?
Sí, internet se parece a la sociedad donde nace. Pero el anonimato de la red hace que la basura emerja con más virulencia.

Anónimo dijo...

Estoy en contra de los descalificativos personales.mucha gente le dirá la verdad de una forma que nunca sé la diría en la calle igual más descarnada más clara si cabe igual hasta menos educada de lo qué usted está acostumbrado.de una forma coloquial de andar por la calle sin refimanientos..sabe ¡¡Al final sea anónimo o no ,no tiene nada que ver dá igual que me llame Pepe, Maria.o Juan seguramente mi nombre le va indicar menos que mis palabras,igual que los comentarios qué pública y para usted son válidos son igual de anónimos.Me encanta una frase qué dice soy responsable de lo qué digo pero no de lo que los demás entiendan.y eso pasa mucho con los comentarios..lo otro lo dejo mi opinión no importa..sólo quise hacer una prueba saber el porqué
del rechazo que aveces es difícil de aceptar..Suerte

María Emilia dijo...

Lindo día de Santiago Apóstol para todos, hagamoslo extraordinario
Ay a mi si me gusta el artículo, tal vez estoy loca, pero creo queme ayuda a completar mi reflexión del evangelio de hoy, gracias! Me recordó. mmm... tal vez nada tiene que ver, a uno que publico de las máscaras. Hoy le pido a Dios que me conceda avanzar para tener un corazón sencillo y con pureza de intención. Cariños desde Tampico en México lindo y querido

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Antuán dijo...

Pues yo estoy de acuerdo. ¡Soy español! Pero se de donde vengo y me crié. Mi patria chica de un lugar de la Mancha que no voy a olvidarme como diría Cervantes. Y se nota hasta en el acento: Desde luego hablas como José Bono, me dicen. Y échale un poco de gracia como la que tiene José Mota. Ciudad Real no tiene monumentos pero llega el ave hasta Puertollano y otros que pasan. Tenemos las tablas de Daimiel y en Almadén cuevas de mercurio. Y se hacen una migas manchegas ¡Que ricas! en cualquier bar de carretera. Vamos que cada cual puede presumir de lo suyo. Sin dejar mal a los demás. Lo que es de España es de los españoles. ¿O que? Adiosle

Anónimo dijo...

Jo, pues a mí mancantao.
Yankee

Enrique Monasterio dijo...

Yo también soy de pueblo y de aldea, querida Isabel. Y la expresión “aldeanismo” no descalifica a loa aldeanos, igual el “ombliguismo” no dice nada en contra de los ombligos. Unamuno escribió que para ser realmente universal uno tiene que amar a su pueblo. Esos que se definen “ciudadanos del mundo” suelen ser gentes sin raíces y dan un poco de pena.
Por cierto nunca he llevado boina. No he encontrado una de mi talla.

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique Monasterio dijo...

Exacto

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique Monasterio dijo...

Se acabó.

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
josemaria dijo...

El se acabó, rotundo como una caída de telón.

Fernando Q. dijo...

Yo vivo en el extranjero. Y os digo: España es una gran nación, compuesta de muchos, diferentes y complementarios pueblos. Pero con una característica común. ¡Nos gusta discutir!

Es broma. Nos gusta vivir. Y cabemos todos.

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique Monasterio dijo...

En el día de los abuelos no se discute con ellos

Blas de Lezo dijo...

17 entradas, un éxito de participación. Tenemos que querer a nuestra gente sea de donde sea. Y estar orgullosos de tener algún pariente de Bilbao si hemos tenido esa suerte aunque todos hayamos podido nacer en Bilbao. Hay gente que dice que las diferentes partes del mundo más allá de la Gran Via de López de Haro son barrios de Bilbao. Y para ser justos muchos que se dicen de de Bilbao son en realidad de Baracaldo. Eso es porque nacieron no donde quisieron como ocurre con los genuinos de Bilbao sino en el hospital de Cruces, en la margen izquierda, . Este globo es estupendo y desde que se ha substituido la cesta por una mesa camilla más estupendo todavía . Blas de Lezo

Juanma Suárez dijo...

Pues yo seré escueto: me ha encantado.

Y lo diré con todo el respeto posible: quien se sienta ofendido por el artículo tal vez deba aguzar un poco más su comprensión lectora..., o dejar de mirarse el ombligo.