domingo, 16 de diciembre de 2007

Asturias, Patria querida


Solavieya


He vuelto a Asturias. Aquí pasaré la Navidad como el año pasado y el anterior. Estudiaré un poco, rezaré más, pasearé por la costa y buscaré aves marinas en la ría de Villaviciosa y también en Cabo Peñas, que se clava en el Cantábrico como la quilla de un barco de guerra.

Camino de Gijón, he vuelto a sentir el peso formidable de los Picos de Europa, que levantan un muro a la orilla del mar. Y, a pesar de que hacía un frío casi insoportable, me he detenido en un mirador de montaña para ver el Océano desde lo alto.

Estoy en mi tierra. Sí, porque esta tierra también es mía. No estoy de acuerdo con los que levantan fronteras a su alrededor para encerrarse dentro y afirmar neuróticamente su identidad y sus diferencias con los vecinos, y tampoco entiendo a esos apátridas voluntarios que se dicen “ciudadanos del mundo”, sin raíces; a los que no tienen más patria que su ideología o su cartera.

Yo sé que hay muchas patrias, no una sola, pero las quiero todas y cada una para mí. Me gusta ser madrileño, andaluz, vasco, valenciano, aragonés, romano, navarro, castellano viejo, manchego, extremeño… También asturiano. Y no me preguntéis qué patria prefiero. Todas me pertenecen porque las vivo con idéntica pasión. Quizá no sea muy razonable, pero es la verdad.

Un día de estos subiré a la montaña para saludar a la Virgen. Nuestra Madre también tiene muchas patrias. No se sitúa por encima de todas, sino que echa raíces en cada pueblo y en cada país. Por eso en Zaragoza la llamamos Pilar, en Madrid, Almudena, y en Bilbao Begoña. Ya sé que María Santísima es siempre la misma, pero me gusta saludarla con el apodo y el acento de cada región. Ella ha querido ser mexicana en Guadalupe, italiana en Loreto y flamenca en el Rocío para que todos la tuteen.

Yo la tutearé aquí como un buen asturiano. Diré que es La Santina y la llamaré Covadonga.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy seguro que un corazón como el suyo, caben muchas patrias chicas. Recuerdo siempre una meditación que nos dio sobre La Virgen en Riaza, en unos tiempos algo belicosos, hizo que treinta hombres hechos y derechos saliéramos temblando como niños. Cuando acabó me preguntaban si era mi amigo. Yo me sentía orgulloso de su amistad y lo sigo estando cada día más. Su devoción Mariana caló tanto en mí, que me hizo retomar una fe que había abandonado. Todos los días le pido a la Virgen para que salgan más vocaciones como la suya que nos hacen sentirnos hijos de un Madre que nos abraza a todos. Salude a La Santina de nuestra parte y feliz navidad.
P.D. También Bruno quiere felicitarle

Enrique Monasterio dijo...

Feruli, un día un "comentarista" anónimo del blog me lanzó un insulto soez y suprimí el comentario en cuanto lo vi.
Supongo que tendría que suprimir también el tuyo, porque es tan injusto o más que aquél. No lo hago porque somos amigos, pero sé bueno y no te pases. Menos mal que, con los años, se me va curtiendo la piel y ya no me pongo colorado.
Y ahora no me respondas, porfa.

c3po dijo...

Pensaba hacerlo yo, pero me da corte.
Por otra parte, y teniendo en cuenta que no lo veremos por estas latitudes, Solavieya tampocu ye mal sitio pa descansar oh!
Espero que disfrute en la tierrina.
A mí me prestaba mucho pasear por los lagos recordando a Juan Pablo II.
En fin! un beso a la Santina.

Ludmila Hribar dijo...

Me gusta esa idea suya "hay muchas patrias, no una sola, pero las quiero todas y cada una para mí"... Todas me pertenecen porque las vivo con idéntica pasión"
Y es perfectamente razonable y lo entiendo.
La primera vez que pise nuestros parques nacionales en el sur me acuerdo que mis palabras al admirar tanta belleza fueron parecidas "todo esto es mío y es de todos" Si! mio y de todos!

Anónimo dijo...

Me gustaría sentirme en mi tierra en cualquier sitio, aunque me gustan muchos, me cuesta echar raices y no porque no me haya movido de mi pueblo