miércoles, 5 de diciembre de 2007

Don Jesús


Don Jesús Urteaga ha cumplido 86 años, y la Editorial Palabra en la que trabaja desde hace yo qué sé cuántos lustros lo ha celebrado con un aperitivo.
Yo, que pasaba por allí, me he colado en la fiesta y he sacado alguna foto con el móvil para ponerla en el blog.

Como supongo que habrá algún que otro ignorante que no sepa quién es don Jesús, reproduzco ahora el artículo que escribí en Mundo Cristiano para el número 500 de la revista.




Cuando pisé Gaztelueta por primera vez, mi amigo Juan Manuel, que tenía diez años como yo, me reveló dos secretos de aquel colegio:

—Tenemos un profesor croata, pero no se le nota nada. Y el cura ha escrito un libro.

Lo del croata no lo entendí. Pensé que era una especie de enfermedad. Lo del li­bro me llenó de asombro, aunque, por el momento, no sentí la menor tentación de leerlo.

Enseguida conocí a don Jesús Urteaga. Me pareció muy mayor y muy serio. Lo menos tendría treinta años, y en clase ponía cara de pocos amigos. Fuera no: jugaba con todos y apostaba caramelos a que ganaba la Real Sociedad.

Esto, sin embargo, tenía poca importancia. De don Jesús recuerdo, sobre todo, sus pláticas en el oratorio del colegio, cuando éramos muy pequeños. En pie, junto al Sagrario, contaba mil historias, y charlaba con nosotros y con el Señor. Un día nos trajo un regalo: mientras hablaba, fue desempaquetando algo: era un borrico de loza con su cabezota sumergida en un libro de latín. Nos dijo que era un regalo de un sacerdote muy bueno, que vivía en Roma, que se llamaba Josemaría Escrivá y que quería mucho a los alumnos de Gaztelueta.

—¿Y es para nosotros?

Don Jesús aquel día nos habló del estudio, de ser como aquel borriquillo de lar­gas orejas o como el que mueve la noria y hace posible la lozanía del jardín.

Algún tiempo más tarde recuerdo la voz de don Jesús, que decía jaculatorias al oído de un alumno de 12 años. No es que estuviese “malito”: se estaba muriendo a chorros por culpa de un árbol que se encontró con su cabeza: una cabeza de chorlito, que se asomó imprudentemente por la ventanilla del autobús en marcha.

Cuentan que el chico estaba inconsciente, pero él recuerda con toda nitidez la voz de su cura:

—Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía…

El chaval no entendía muy bien de qué agonía hablaba, porque se sentía la mar de bien. Pero, por si acaso, repetía por lo bajo aquellas palabras.

En el cole sabíamos que a don Jesús había que contárselo todo. Entre los alumnos incluso corrió el sorprendente rumor de que te adivinaba el pensamiento. Así que más valía ser sincero y “soltar el sapo”, cuando íbamos a charlar con él.

—Don Jesús, llámeme en clase de Geografía.

—¿Y por qué en Geografía?

—Es que don Pedro va a preguntar…

Y don Jesús, que era siempre nuestro cómplice, nos libraba de la quema en el momento oportuno.

Me temo que no era de la Real; nos engañó. Era y sigue siendo del Real Madrid, lo cual viene a demostrar que cualquiera comete errores en la vida. Pero sí que sabía algo de fútbol: cuando mi promoción se despidió del colegio, jugó de extremo iz­quierdo (con mayor voluntad que acierto) en el partido entre profesores y alum­nos.

En las fiestas deportivas “jugaba” de Matías Prats, comentando lleno de entusiasmo, micrófono en mano, las hazañas que protagonizaban los chavales en el campo.

Mientras tanto, seguía escribiendo: “El Valor divino de lo humano” se convirtió en un clásico, y no hubo más remedio que leerlo. Pocos libros han dejado una huella tan honda en tantas generaciones. Después vinieron “Dios y los hijos”, “Los defectos de los santos”, “Ahora comienzo”, “Siempre alegres”…

Un día nos enteramos de que iba a editar una revista: Mundo Cristiano. Y no nos cupo la menor duda de que haría historia: aquí seguimos cuarenta años después con don Jesús al frente. Y de la revista nacieron los folletos, y los libros…

Y cuando llegó la tele a España dispuesta a hipnotizar a millones de contribu­yentes, allí estuvo también don Jesús inyectando optimismo a las familias. Y se con­virtió en “el cura de la tele”: un cura que hacía reír y pensar hablando sólo de Dios.

Ahora, mientras termino estas líneas, don Jesús está a muy pocos metros, como casi siempre, con un montón de papeles junto el mostrador que hay a la entrada de Ediciones Palabra. Ese mostrador es su mesa de trabajo y su puente de mando. Siempre de pie (¿por qué no se sentará nunca?), don Jesús escribe, corrige y sigue inyectando optimismo a todos los que trabajan en la empresa.

Espero que me perdone estos apresurados recuerdos. Los vascos, por lo general, somos tímidos, aunque no se nos note, y nos cuesta expresar de palabra según qué cosas.

Así, por escrito, resulta más sencillo.


Don Jesús fue fundador de "Mundo Cristiano" y dirigió la revista durante muchos años. Era lógico que hoy la redacción le dedicase un número especial.




14 comentarios:

Anónimo dijo...

Creía que era mayor, me encantaba su programa en la tele, lo veía en casa de mis abuelos. Después le conocí y me sorprendió su naturalidad y sencillez. Y ...

Benita Pérez-Pardo dijo...

Cómo me gustó "Siempre alegres"!. Casi casi es de los primeros libros que me leí. Era de pastas duras con fotos del programa de TV. Pantalones de campana y melenas y tal...

Muchas felicidades D. Jesús!!.

Ludmila Hribar dijo...

Como estoy entre esos ignorantes que no lo conocen debi leer la historia ;) Y desde aqui le envio un cálido saludo a Don Jesús!

Anónimo dijo...

Hace casi un año y medio que me leí "El valor divino de lo humano" y me encantó... Luego, este año me encontraba una vez en la biblioteca de mi colegio (vivo en Medellín, Colombia), mirando varios libros y no sé por qué cogí una Biblia grande... al abrirla encontré una tarjeta de Navidad con estas palabras escritas a mano, concretas, que dicen taanto:
"El hombre está giboso, contrahecho. Tiran de él, el dinero, el sexo, el poder... No puede mirar al Cielo.
Tiene hambre, le falta luz y está roto por el pecado.
Pero lo salvaremos.
Contamos con Dios y la familia. Y con mayor motivo en Navidad.
Muchas felicidades."
Me gustaron muchas las palabras, pero aún mayor fue mi sorpresa cuando vi que estaba firmada por "Jesús Urteaga, 25 Diciembre/1992. Con muchísimo cariño".
Me alegré muchísimo... pregunté si me la podía quedar y ahora la guardo. Varias veces me he preguntado si verdaderamente fue escrita por él o es quizás una impresión, pero bueno, prefiero creer que en algun momento salió de sus manos... me hace mucha más ilusión.
Desde Colombia, mis más grandes felicitaciones y admiración a Don Jesús!

Anónimo dijo...

Gracias.

Me uno al homenaje. Empecé a conocerle por Mundo Cristiano, desde el número uno (que no editaba Palabra) luego al año el impacto fortísimo del "El valor divino de lo humano", la TV con su programa "Siempre alegres". El libro lo presté... ya se sabe en estos casos.

Contribuyó mucho a mi formación o al menos a que no sea más desastre de lo que soy.

Transmita mis felicitaciones a Don Jesús.

alejops dijo...

Yo tampoco lo conocía; ya tengo un libro más que leer.
¿Así que es madridista? Eso demuestra su inteligencia.

Lucía dijo...

MUchas felicidades a D. Jesús.También yo he leído sus libros y "siempre alegres" fué durante algún tiempo el libro que les leía antes de dormirse (siempre querían una historia más.
La contundencia de algunas de sus afirmaciones se han hecho muchas veces presentes en mi cabeza para guiarme.Dele las gracias de mi parte.

Feruli dijo...

Muchas felicidades a D. Jesús, espero seguir disfrutando de sus artículos muchos años y que nos haga seguir a todos "siempre alegres"

Marta Salazar dijo...

fantástico! gracias x contárnoslo!

Kike dijo...

Me duele mucho haberme enterado de esta entrada tan tarde. ¡Tengo tanto cariño por don Jesús que me hubiera encantado saludarlo por su cumpleaños! Claro, eso no tiene nada de extraño, ¿cierto? Sin embargo, sí lo tiene, en realidad, porque no soy español, sino peruano, no soy de la Obra y no vivo en España. Tenemos en común, eso sí, querer ser santos y ser fieles al Papa y a la Iglesia. Paso a relatar.

Hace ya varios años, visitando una librería de viejo, esas de libros usados, encontré un libro sin tapas, viejo y apolillado, que me llamó la atención. En algún lado decía "El valor divino de lo humano", y pude ver que había sido publicado antes del Concilio Vaticano II. "No ayuda", me dije mentalmente, y cuando estaba a punto de devolverlo al montón para perderlo para siempre, se me ocurrió darle una nueva oportunidad. Revisé el índice y lo hojeé un poco. Me gustó un poco lo que leí, y como estaba tan barato, decidí apostar por él...

Y gané.

Ese libro me ha ayudado tanto en mi vida cristiana como solo Dios sabe. Lo he leído y releído muchas veces, y siempre me ha alentado en momentos difíciles.

Un día, años después de haberlo releído hasta el cansancio (es solo una metáfora, porque no me canso de leerlo) me dije: "¿Y estará vivo el autor?". Porque el libro era bien antiguo, pero como con Internet puede hacerse de todo... Y escribí a varias webs del Opus Dei en todo el mundo preguntando por "un curita que tal vez conozcan, un tal Jesús Urteaga". Repito: no soy español, y no sabía que aparecía en la tele, ni que había conocido de cerca la fundación de la Obra ni lo importante que era. Y un día llegó la respuesta: "Don Jesús no solo está vivo, sino que sigue trabajando y mucho. Encuéntralo en el siguiente correo".

Una semana más tarde, tuve el placer de intercambiar algunos correos electrónicos con él y contarle un par de cosas mías; y un mes después, de puro regalo y sin habérselo pedido, llegaba a mi casa "Nunc coepi!", autografiado por su propia mano (el libro tiene una reproducción facsimilar de una dedicatoria escrita con su puño y letra; delante de esta página, empero, él escribió una dedicatoria especial para mí).

Por eso me duele haber llegado tarde a este homenaje. Por favor, don Enrique, tocayo, la próxima vez que vea a don Jesús, mándale mis saludos y dígale que rezo por él. Ojalá que recuerde a aquel chico peruano preguntón y curioso, al que alguna vez envió un libro. Dígale que sigue luchando por caminar "por senderos de Cielo", y que ahora hasta tiene un blog (y tal vez hasta quieras darle la dirección). En el Cielo se lo agradeceré a ambos.

Enrique Monasterio dijo...

Kike, entregaré a don Jesús el texto que has escrito. Un abrazo

Kike dijo...

Chas gracias, don Enrique.

Anónimo dijo...

Hoy, más que nunca, le doy las gracias por su libro "El valor divino de lo humano" y le pido que nos ayude a ser lo que Dios quiera que seamos.

Ann dijo...

Ya tenemos otro SANTO en el cielo.

Claro que voy a pedirle por su intercesion que nos ayude, NUNC COEPI, ¡ que libro ! nunca lo podre olvidar, despues de leerlo, hice mi primera confesion a conciencia, arrepentida, y con mucha alegria, y ¿como no?, mi vida cambio.

Gracias por todo