He vuelto a la casa antigua de Molinoviejo. Mañana, si Dios
quiere, podré acercarme a la ermita para saludar a la Virgen. La echaba de
menos. He vivido con ella muchos meses, pero desde que recuperé mi condición de
cura urbano sólo he podido rezarla mirando su estampa.
Llegué anteayer a primera hora de la tarde. Me hacía ilusión
sentarme un rato largo en el jardín, a pesar de la ola de calor y, con los
prismáticos al cuello, ir saludando a cada uno de mis pájaros de junio: el
pinzón marcando su territorio con su machacona melodía, el huidizo chochín, los
ruiseñores, las oropéndolas, quizá alguna bandada de abejarucos…; pero algo iba
mal: el jardín olía a rastrojo quemado, el aire no tenía la transparencia de
otras veces y el sol apenas dejaba pasar sus rayos a través de una bruma sucia.
Los pájaros guardaban silencio o se habían esfumado.
Como es lógico pensé en un incendio, y hasta traté de
localizar su origen haciendo un barrido del horizonte con los prismáticos. Al
fin, gracias a mi amiga Siri, me enteré de que la humareda provenía de la
provincia de Ávila, donde los bomberos habían logrado controlar un fuego que ya
había calcinado cientos de hectáreas.
Estaba solo en la casa y me permití el lujo de acostarme
pronto creando una corriente de aire templado que no me sirvió para conciliar
el sueño. Hasta que oí el canto del autillo.
El autillo es un búho diminuto que vive en bosques y
jardines. Es difícil verlo durante el día, porque se mimetiza con la corteza de
los árboles. En cambio cuando el sol desaparece, nos regala un silbido rítmico
y pertinaz como un metrónomo preciso que acompasara los latidos de la noche. A
algunos ese silbo les irrita y les hace perder el sueño. A mí suele producirme el
efecto contrario, me adormece.
Hoy me he propuesto localizar a la pareja de autillos.
Sospecho que no están lejos de la ermita. Ojalá canten su serenata a la Virgen todas
las noches y me despierten de vez en cuando para poder acompañarlos.
4 comentarios:
Quite, quite. A mí también me da la tabarra un silbidito nocturno que suena cada 4 segundos exactamente. ¿Un autillo? Hasta ahora me caían bien los búhos por ser amigos suyos, pero si veo al de mi jardín le tiro una pedrada y me lo cargo.
Por lo demás me parece muy poético lo que cuenta hoy. Continuaré leyendo cada día su blog.
¡Fuegooooo! Dicen que en caso de peligro más que gritar: ¡Socorro! es mejor lo primero que es más socorrido. La gente acude en ayuda sabiendo que es más objetivo y más destructor. Aunque a los piromanos les guste. Muchos en estos días dicen que puede ser por el calor. No deja de ser un espectáculo. Hace un rato me salió un salva-pantallas y aparecía un pinar lejano y otro más cercano y un camino ancho de piedras altas. Y digo yo, en mis excursiones al monte. Íbamos para atajar por un cortafuegos. Debería de haber más. Por que hace falta mucha agua y mucho despliegue de bomberos para tanto fuego. Acabo de hacer mi ratito de oración y busqué en en Gougle lo que ya sabia, que dice Jesús: "Fuego he venido a traer a la tierra y que quiero si no que arda" Pero eso lo quiere para que contagiemos la divina locura de su Corazón.
Bueno os dejo que quiero acabar una carta que el 4 la Independencia de los Estados Unidos es el cumple de mi hermano el pequeño. Ah! don Enrique y no se desanime si se le acaba el crédito que tiene mucho que contar. Tire de los recuerdos como está haciendo. Que eso ayuda.Hay cosas que siempre están presentes. En los mayores como dicen en África esta la Sabiduría. Adiosle
En lugar de los autillos, yo tengo el perro del vecino, que ladra sin parar de día y de noche. Un ladrido querulante y monótono, desesperante... Entre el calor y el animalito, esto es inhumano.
Cuando vea a la Virgen, salúdela de mi parte, porfa. A ver si tengo ocasión este año de ir a verla.
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