sábado, 13 de julio de 2019

El odio ya salió del armario




Estaba escondido entre celofanes de sonrisas y estuches de alabastro. Se encubría con palabras amables y gestos de fingida cordialidad. En Versalles bailaba con  cualquiera. Aprendió a ser civilizadamente hipócrita en los salones de las mejores familias; pero ahora se conoce que se ha hartado de tanta farsa y ha decidido presentarse en sociedad con su vestido más apestoso, oliendo a tigre y vomitando inmundicias.
Desde hace años vive en la red de redes rebosando insultos y calumnias en cualquier dirección. En el Parlamento ha aprendido a ofender en las todas las lenguas del Estado. Sabe insultar de palabra y por escrito. Se ha hecho casposo y triste.
Cuando lo veo de cerca, yo también siento la tentación de odiarlo, de odiar al odio, que no sé si vale la pena. En todo caso sí que compadezco a los pobres odiadores. De verdad que rezo por ellos todos los días, porque pasan un verdadero infierno. El odio siempre es indigesto.

4 comentarios:

rafaela dijo...


Felicidades don Enrique.
Deseo para usted un día muy lleno de alegrias.
le agradezco sus comentarios porque son siempre animantes ,positivos y divertidos.
Muchas gracias por escucharme.
un saludo
Rafaela

Isabel dijo...

Yo tuve un tiempo qué "odie"mucho a Dios,..Un sacerdote me decía qué el odio es como una bomba de neutrones metida en el estómago de un niño qué le hace saltar por los aire.
Hoy Dios y yo vivimos un desencuentro prolongado en el tiempo,pero no le "odio".

Antuán dijo...

Isabel antes de irme a descansar un rato quiero decirte una cosa. Todos hemos pasado por eso en algún momento. Yo también estuve alguna vez en guerra con Dios. Pero no se puede vivir así mucho tiempo de vacío y acabas volviendo. Hace años que hice las paces con Dios y eso que me crié en hogar cristiano. Pero nos quiere libres. Aunque es Él quien elige, quiere una respuesta de nuestra parte. A todos nos da una oportunidad. Por si te sirve de algo. Adiosle

Fernando Q. dijo...

"por eso nos conocerán..." ser capaces de amar a quien -creemos- merece nuestro odio es la prueba última del Amor de Dios.

Pero cómo cuesta a veces, porque hay cada uno...