A las 8 en punto de la tarde los timbales retumban en el cielo para iniciar la primera sinfonía del verano. Se estremece el rebaño de nubes cumuliformes, blancas, como corderos asustados. Un viento húmedo imprevisto las sacude sin piedad y la atmósfera se oscurece. Las golondrinas llevan un buen rato picoteándose las plumas para impregnarlas del aceite que ellas mismas producen. Ya tienen dispuesto el impermeable.
De pronto, un relámpago ilumina el horizonte y se escapa hacia el sur. Otra vez suena el concierto de los timbales, que ahora se aproximan implacables y en pocos minutos estarán sobre mi cabeza. Penetra por la ventana un aroma inconfundible de campo mojado.
El director de orquesta da entrada al primer chaparrón para que se una a la fiesta. La lluvia viene recia y fría. El termómetro se desploma. Los pájaros sienten el escalofrío y se refugian en los lugares más insólitos. Yo pienso en el himno de los tres jóvenes que he recitado esta mañana después de Misa:
—Benedícite, lux et ténebræ, Dómino, benedícite, fúlgura et nubes, Dómino. Sí; la luz y las tinieblas, los relámpagos y las nubes cantan la gloria de Dios.
Hace quizá sesenta años sorprendí un día en Pamplona a Leonardo Polo, el genial filósofo, catedrático en la Universidad, contemplando una tormenta. La lluvia arreciaba y los rayos parecían estrellarse en el horizonte contra la Higa de Monreal. Don Leonardo, completamente empapado, sólo se protegía con su inseparable boina. Me acerqué a él con un paraguas. Me miró y dijo:
A las 8,45 de la tarde, termina la tormenta con un adagio de brisa suave. Las nubes se vuelven blancas y se quedan pensativas.
La Higa de Monreal
7 comentarios:
¡Que espectáculo! A mi me pillo cenando en la cocina con mi colega. ¿Ha sido un trueno? Pues esto no se queda así. Y nos asomamos a la ventana para ver algo más. Al cabo de unos minutos jarreaba y los coches se deslizaban por la carretera. Si hubiera sido un mes antes de las vacaciones hubiera sido una desgracia. Porque tumba los trigales y luego no hay manera de segarles bien, se mezcla la espiga con la paja. Pero ahora se agradece. Mi hermano que plantó 100 olivos pequeños entre los viejos va los fines de semana a echarles una poca para que tiren para arriba. Esto no es mucho pero bueno hasta el rio que venía seco se ha animado con un poco y corre algo entre las rocas, no se si volverán las vacas por aquí. Ayer avisaron que nadie riegue su jardín que hay escasez. Menos es ná. Habrá que ir con cholas como dicen los canarios si hay demasiado pasto o que pongan musgo artificial, que ya lo hacen. En las huertas funcionan con la noria con motor para regar. Lo del burro ya pasó a la historia, solo lo he visto una vez. Adiosle
Hola a todos. ¡Buenas noches! Acabo de llegar del albergue en esta noche mágica como la de ayer. Siento no haber cantado bajo la lluvia. Me encanta empaparme. Una vez me pilló en plena calle, el agua llegaba hasta los bordillos y yo chapoteaba como los crios. Me puse como una sopa. También en la infancia yendo a visitar al tío Epifanio mi hermano y yo. Cantando por la calle pero no nos importaba. Y digo mágica por que una vez en el retiro; era domingo y había gente de todo tipo. Títeres. Grupos de sudamericanos cantando con diversos instrumentos. Vamos que les compre el disco. Ahora me estoy comiendo unas pipas por que como siempre no tengo sueño después de una jornada agotadora. Lo que otros llamarían hiperactividad. La magia decía el señor del retiro después de su actuación: Ahora voy a hacer desaparecer a todo el mundo... Voy a pasar la gorra. Pues yo las croquetas que hice hace unos días las he frito casi todas y en cosa de 10 minutos han desaparecido. ¿Que os parece? Así da gusto. Gente agradecida. Hasta mañana Adiosle
HOLA Antuan:
Gracias por tus comentarios,siempre tan simpáticos,son muy animantes.
¡¡¡Me encantaria saber como haces esas croquetas tan buenas.!!!!aunque parezca mentira no se hacer croquetas...me salen tan mal....
un saludo
Rafaela.
Dos pinceladas y hace usted un cuadro don Enrique...
¡Qué razón tiene su amigo! La Naturaleza, cuando se pone... ¡uff, qué impresionante!
¡Cuánto tiempo hace que en Madrid no se huele a tierra mojada! sniff, sniff.
Hola,cuando estás a buen resguardo esas tormentas son "bonitas" pero cuando te pillan a 2.000 metros en el Pirineo os digo que imponen. Y a los habitantes de Tafalla les costará ver a Dios en la tormenta... Que Él los ilumine.
No es facil tener toda la razón, pero tú la tienes, anónimo comentarista
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