martes, 18 de diciembre de 2007

El belén que puso Dios, 4

Yahvé Alfarero

Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya,
a imagen de Dios le creó,
macho y hembra los creó. (Génesis,
1, 27)

El alfarero, sentado a su tarea (...)
con su brazo moldea la arcilla,
con sus pies vence su resistencia;
pone su corazón en acabar el barnizado,
y gasta sus vigilias en limpiar el horno.
Todos estos ponen su confianza en sus manos,
y cada uno se muestra sabio en su tarea.
Sin ellos no se construiría ciudad alguna,
ni se podría habitar ni circular por ella. (...)
No demu
estran instrucción ni juicio,
ni se les encuentra entre los que dicen máximas. Pero aseguran la creación eterna; y el objeto de su oración son los trabajos de su oficio.

(Eclesiástico, 38, 29-34)


Sabíais que los ángeles trabajan, y que en el Cielo hay talleres de todas las clases? No podía ser de otro modo ya que los ángeles son seres espirituales, y crear es propio del espíritu. También los hombres que han alcanzado la gloria gozan del mismo privilegio. ¿No os parece razonable que los grandes pintores, los poetas, los escultores o los trompetistas continúen su tarea en el Paraíso? ¿Qué sería de Mozart sin la música? ¿Cómo podría Velázquez seguir siendo Velázquez en el Cielo sin una paleta llena de colores y un gran lienzo delante? Pues igual ocurre con los que hacen novelas, con los agricultores, con los cocineros, con los payasos o con los notarios. En el Cielo, trabajar es parte de la felicidad que Dios concede.

—Pero entonces—me diréis— ¿en qué queda el famoso descanso eterno?

Se descansa, naturalmente, pero sólo de la fatiga, del sudor, de las angustias de este mundo; no de la condición humana. Y ya dice el Libro de Job que el hombre nace para el trabajo y las aves para volar. Por tanto, si esa es nuestra condición, no tendría sentido que nos pasáramos la eternidad holgazaneando.

Pero vayamos a nuestro asunto. Antes de que Yahvé creara al hombre, en los talleres del Cielo no se trabajaba la madera ni la piedra ni el bronce, ni ninguna otra cosa material. Los ángeles diseñaban criaturas sólo con la imaginación, y las almacenaban en un depósito de obras de fantasía: allí se apilaban (es un decir, ya que el espíritu no ocupa lugar) montones de proyectos: camellos para el desierto, borricos para el campo, puestas de sol para La Antártida, nubes de diferentes texturas para tormentas tropicales... A veces Yahvé —que, por supuesto, es el único Creador de verdad (los demás son sólo creativos)— visitaba aquel almacén de sueños, aprobaba alguno de los proyectos y les daba el ser, sacándolos de la nada.

Así funcionaban las cosas. Por eso sorprendió tanto allí arriba que, una mañana, Dios decidiera mancharse las manos de barro.

Yahvé había hecho una pausa. Recorrió de nuevo con la mirada todo lo creado, y, por un instante, paró el reloj central de las galaxias: detuvo el parpadeo de las estrellas, el vuelo de los cometas, el torrente de los ríos, el silbo de la brisa... Hasta las olas quedaron, durante aquel segundo, de puntillas en el océano como frías esculturas de plata. Y se produjo en el mundo un silencio tan hondo que hasta los ángeles temían romperlo con su vuelo. Y dijo Dios:

—Vamos a comenzar el segundo acto de la Creación. Todo está dispuesto para recibir al soberano de este mundo. Hagamos, pues, al hombre a nuestra imagen y semejanza...

Bajó entonces a la tierra, y, a la sombra de unos álamos, junto al río, abrió su taller de alfarería.

Tomó Yahvé lodo del suelo. Era una tierra rojiza y blanda que enseguida se amoldó a las caricias del Creador.

—Primero formaré el cuerpo de vuestro rey, dijo Yahvé.

E inclinándose sobre la tierra, comenzó a modelarlo, mientras le hablaba en voz muy baja:

—Tu cuerpo será hermoso y fuerte. Caminarás erguido, porque no debes humillarte ante criatura alguna: sólo ante tu Dios.

Tus ojos mirarán de frente como las águilas; y verán el relieve; medirán las distancias y gozarán con los colores de las cosas. Encenderé en ellos una luz para que las demás criaturas reconozcan en ti a su dueño.

Tus manos serán atractivas y fuertes: servirán para golpear, pero también repartirán caricias. Tendrán su propio idioma, tan expresivo como la mirada o la palabra. Te servirán para crear belleza; manejarán instrumentos toscos y refinados; serán sensibles y recias.

Te voy a modelar un corazón: una bomba de sangre que, además de dar vida al cuerpo entero, será el sismógrafo del espíritu que registre, en una precisa escala de latidos, todas las emociones que tu alma pueda experimentar.

Tendrás un cerebro vigoroso, capaz de conocer las leyes más secretas de este universo que te he creado. Con él, llegarás lejos: ni tú mismo alcanzarás a conocer sus límites. Será una máquina perfecta si sabe someterse al espíritu, que es su guía; si se humilla ante la verdad y cree en ella; si aprende a elegir la Sabiduría antes que el ingenio: si no renuncia a conocerme a mí, que soy su Creador.

Te concedo además el don que hasta ahora sólo he otorgado a los ángeles. Serás capaz de amar y de recibir amor. Al entregar tu cuerpo, entregarás tu alma y todo tu ser, como yo mismo me entrego. Podrás unirte a tu esposa —y ella a ti— en un amor fiel y fecundo. Y cuando digas "para siempre", así será: amando, te harás eterno, como yo soy eterno.

Este barro, con el que te formo, es sagrado. Vas a ser lodo y espíritu en una sola pieza. No te vendas; no desprecies la materia que te he dado. Porque tu cuerpo también ha sido hecho a imagen de Dios.

El Cuerpo de mi Hijo me ha servido de modelo para crearte a ti, Adán.

A continuación, sopló Yahvé un viento huracanado que endureció el barro, penetró por todos sus poros y lo llenó de vida.

Así nació el primer hombre, la única criatura material que, por ser imagen de Dios, hablaba cara a cara con Yahvé; amaba como ama Yahvé, y era señor de cuanto se movía sobre la tierra.

—Realmente eres importante —le dijo su Creador—: el universo es tuyo.

Pon un nombre a cada animal y a cada planta, porque todas las he creado para ti, y aún no saben lo que son ni para qué están en el cosmos: tú debes definirlas y explicárselo.

Aprende a ser dueño de esta tierra. No le pidas que te dé lo que sólo yo puedo darte, porque me ofenderías a mí, te destruirías a ti mismo y la tierra te castigaría.

Ama al mundo como yo lo amo, respetando sus leyes. Contémplalo, y no dejes nunca de asombrarte ante la belleza: así me conocerás a mí, que soy su Creador.

Y trabaja: ayúdame a completar mi obra. Manifestarás tu señorío sobre la tierra convirtiéndola en tu hogar, domesticándola para tu servicio y el de mi hijo.

Yo lo he dispuesto todo en Belén para el nacimiento de Jesús; pero aún faltan los caminos por donde llegarán los pastores y los Magos. A ti te corresponde hacer el plan de carreteras, y construir el castillo de Herodes, el pesebre del portal, la posada...

Los caballos todavía están descalzos. Tendrás que hacerte herrero para resolver el problema. Y alfarero, como yo, para guardar el agua y el trigo en mi casa de Belén. Y debes inventar la ganadería, porque es preciso llenarlo todo de ovejas. Y te daré semillas de todas las plantas, para que nazca la agricultura.

Has de saber, además, que he escondido petróleo en las entrañas de la tierra, y he cargado de energía el corazón de la materia. Ten paciencia: ya la descubrirás, y serás poderoso.

He creado ocho mil especies de aves, para que aprendas a imitar su vuelo. Ellas serán también tus profesoras de música. (También hay ocho mil especies de hormigas; pero dudo que puedan enseñarte algo práctico, por mucho que se empeñen los fabulistas).

Por último, te he concedido el don de la palabra, para que hablemos en tu lengua cuando me necesites: háblame, que quiero ser tu interlocutor a todas horas. Ofréceme tu trabajo de cada día y cántame a mí en todas tus canciones.

Di siempre la verdad: no profanes la palabra que te he dado. Si te cansas de hacerlo, puedes inventar la literatura.

Con todo eso, ¿sabrás ayudarme a montar el belén?

8 comentarios:

Benita Pérez-Pardo dijo...

En italiano no se titula igual igual! Claro que es otro idioma...

Ludmila Hribar dijo...

"macho y hembra los creó." (Génesis, 1, 27)
Ay padre Enrique no se puede hacer nada? Suena tan mal. Ya varias veces he leido y escuchado "varon y mujer los creó" que suena bastante mejor. Pero el colmo lo vi en la Enciclica de Juan Pablo II Laborem Excercens (Ediciones Paulinas pagina 16) donde dice "el hombre ha sido creado, varón y hembra"... Es para sentirse discriminada o no?

Enrique Monasterio dijo...

El sentido literal de la frase es el siguiente: Dios creó al "ser humano" a imagen suya, y, por tanto, macho y hembra. Hay, pues, dos maneras de ser persona: como hombre o como mujer. El texto no solo no discrimina a nadie sino que exalta la sexualidad, hasta el punto de decir que la distinción de los sexos es expresión de la imagen de Dios.
Lo curioso es que la palabra "hembra" suena mal mientras que "macho" no...

Anónimo dijo...

He leído este texto varias veces y en cada una descubro matices nuevos. Es impresionante!!!.


Muchísimas gracias.

Anónimo dijo...

El 'Wall Street Journal' tiene un video interesante (en ingles) sobre los Belenes 'reales' en los Estados Unidos....

Adaldrida dijo...

Rece mucho por favor por una prima de mi madre. por favor...

SSB dijo...

A mi tambien me gusta escribir.

Le mando el Cuento de Navidad de este año. Espero publicar algún día todos los que he escrito.

Me llamo MelKior, que significa Rey de la Luz, quizá por eso desde mi infancia siempre quise ser astrónomo. Tengo el cabello cano y una larga barba por los años que tengo. Aún así, dedico la mayor parte de mis días a contemplar las estrellas. Trabajo con Gaspar, descendiente de Jafet. Joven, lampiño y rubio. Y con Belshatstsar, que en hebreo significa del dios Bel protegerá al rey. Es la nota de color del equipo. Así le decimos en broma, porque es negro y de espesa barba.
Ahora es de noche, suelo salir al balcón antes de acostarme. No me acostumbro a leer el firmamento. Se nota que las estrellas están llenas de vida.Saben porqué están y cual es su misión para con los hombres: hacer con su belleza y resplandor, que cada noche sientan la necesidad de mirar al cielo y agradecer a Dios las maravillas de la creación. Los entendidos llamamos a este regalo del Padre, el don de la Ciencia. Son los trucos de Dios para hacernos conscientes de su presencia.
Vuelvo a mirar por ultima vez porque, aparte de que está refrescando, percibo cómo la estrella Mayor está mas inquieta de lo normal y hay más estrellas fugaces.
De pronto, me ha entrado un escalofrío. ¡No es posible lo que estoy viendo!, exclamo lleno de admiración. Puedo leer un mensaje en letras que parecen de oro. Es una palabra muy larga que ni siquiera entiendo porque no está en mi idioma. «Emmanuel» .Y hay una estrella con un halo de luz muy potente que no para de dar vueltas a mi alrededor, como si quisiera mostrarme algo. Entro en la habitación y me dirijo hacia los libros antiguos. Descubro que está escrito en lengua hebrea y leo su significado. «Dios con nosotros» . Me cuesta creerlo. Y después de unos segundo que me ayudan a asimilar lo que acabo de descubrir, decidido emprender el camino hacia ese Dios desconocido que, a la vez, se está haciendo presente en algún lugar de la tierra.
Como considero que es un nuevo fenómeno del cielo decido contar este hallazgo a mis colegas.
Llamo a uno de mis pajes y le ordeno que prepare uno de los camellos mas jóvenes y vaya, además, a comunicar a Gaspar y Belsha’tstsar que nos vamos de viaje siguiendo una estrella.
Ya convencidos los dos porque piensan que estoy mayor y empiezo a desvariar, dejamos nuestro país con el deseo de encontrar un gran tesoro – ¡son las locuras de los audaces! -. No tenemos muy claro el camino pero sabemos que la estrella nos lo mostrará. No sin sortear los distintos obstáculos que se nos han ido presentando: sed, hambre, incomodidad, incomprensiones -nos han llamado brujos -, personas hostiles como Herodes. -tenía una mirada muy turbia que llamaba la atención y daba miedo, - hemos llegado por fin a nuestro destino. Y es que la estrella se ha parado en Belén de Judá.
Y entrando en un pesébre, he visto al Emmanuel. No puedo dejar de hacerme una reflexión sobre su Madre - ¡que mujer tan especial, parece una Reina! Está callada, como si quisiera vivir los acontecimientos en la intimidad de su corazón!.
Me toca el primero por ser el mayor. Con una reverencia deposito lo que he traído mientras le digo:»Vimos en Oriente Tu estrella y hemos venido a adorarte. Te traigo además, oro fino, símbolo de Rey porque reconozco en Ti al que ha de ser el Rey de los reyes». Me levanto emocionado para dejar paso a Gaspar que, con un movimiento más ágil, se inclina igualmente mientras le presenta su ofrenda :«Te traigo incienso, resina olorosa, oriunda de Oriente, símbolo de Dios porque reconozco en Ti al que todos han de reconocer como a su Dios verdadero». Y por último, Belsha’tstsar, que sigue nuestros pasos minetras dice: «Te traigo mirra, sustancia perfumada en forma de lágrimas de color rojizo, símbolo del hombre porque reconozco en Tí al Hijo del Hombre que ha de sufrir y derramar sangre por salvar a la humanidad doliente».
Y mientras todos está admirados de los presentes que hemos traído, me he dado cuenta que, desde que llegamos a este sencillo lugar, no he parado de repetir en mi corazón "Te adoro con devoción, Dios escondido....».

Anónimo dijo...

Lo de que en el cielo trabajaremos...Podremos elegir un oficio diferente al que tenemos en la tierra? Porque sí me gustaría pintar como Velazquez y escribir como Quevedo, y por supuesto, tocar el piano como Chopin. Pero estar haciendo camas toda la eternidad.....