Hace tiempo escribí un artículo poniendo verde a las maquinitas más de moda (el pocket PC, la palm, el GPS, el Ipod, el mp3, etc...). No me arrepiento, porque bastantes actos de contrición tiene que hacer uno en la vida como para encima incrementarlos con bobadas. Pero estaba equivocado y rectifico.
Hoy quiero rendir un homenaje a Gertrudis Pérez Sanchez; así nombraré a mi GPS de ahora en adelante. Nunca me han gustado las siglas, y menos aún aquellas cuyo significado ignoro. Llamar Gertrudis a esta maquinita me más parece justo, sobre todo porque ella es respetuosa, me indica el mejor camino hacia mi destino, lo mismo busca un parking que una farmacia o una estación de servicio, y, sobre todo, me habla con voz dulce y persuasiva.
Gracias, Gertrudis. En esta tierra de Asturias, donde nunca se sabe si las carreteras van o vienen y uno pierde el norte con facilidad, siempre me has traído a casa sin dudas ni errores. Saber que sabes dónde estoy, de donde vengo y a donde voy con un error de apenas metro y medio me parece algo mágico.
¿Cómo te las arreglas, querida amiga, para no perder la paciencia cada vez que me equivoco y te ves obligada a darme una ruta alternativa? ¿Quién te dictó ese magnífico pareado que repites incansable cuando voy en la dirección equivocada: "cambie de sentido donde esté permitido"? ¿Por qué no te hartas y me dices, por ejemplo, "date la vuelta, imbécil, que ya has vuelto a equivocarte?
Y, por cierto, además de conocer mi situación exacta en el Planeta, ¿qué más sabes de mí? Cuando cometo alguna ilegalidad al volante, ¿registras el delito en tu base de datos para chivarte luego a la policía? ¿Captas también mis necesidades biológicas? ¿y mis pensamientos más secretos?
Tu primo, Mr. Google, me dice que tienes a tu disposición una red de 27 satélites, pero que te basta con 3 para localizarme. No sé, Gertrudis, a veces me das miedo. Creo que voy a desconectarte. Espero que no te lo tomes a mal.
Hoy quiero rendir un homenaje a Gertrudis Pérez Sanchez; así nombraré a mi GPS de ahora en adelante. Nunca me han gustado las siglas, y menos aún aquellas cuyo significado ignoro. Llamar Gertrudis a esta maquinita me más parece justo, sobre todo porque ella es respetuosa, me indica el mejor camino hacia mi destino, lo mismo busca un parking que una farmacia o una estación de servicio, y, sobre todo, me habla con voz dulce y persuasiva.
Gracias, Gertrudis. En esta tierra de Asturias, donde nunca se sabe si las carreteras van o vienen y uno pierde el norte con facilidad, siempre me has traído a casa sin dudas ni errores. Saber que sabes dónde estoy, de donde vengo y a donde voy con un error de apenas metro y medio me parece algo mágico.
¿Cómo te las arreglas, querida amiga, para no perder la paciencia cada vez que me equivoco y te ves obligada a darme una ruta alternativa? ¿Quién te dictó ese magnífico pareado que repites incansable cuando voy en la dirección equivocada: "cambie de sentido donde esté permitido"? ¿Por qué no te hartas y me dices, por ejemplo, "date la vuelta, imbécil, que ya has vuelto a equivocarte?
Y, por cierto, además de conocer mi situación exacta en el Planeta, ¿qué más sabes de mí? Cuando cometo alguna ilegalidad al volante, ¿registras el delito en tu base de datos para chivarte luego a la policía? ¿Captas también mis necesidades biológicas? ¿y mis pensamientos más secretos?
Tu primo, Mr. Google, me dice que tienes a tu disposición una red de 27 satélites, pero que te basta con 3 para localizarme. No sé, Gertrudis, a veces me das miedo. Creo que voy a desconectarte. Espero que no te lo tomes a mal.
4 comentarios:
El primo de Gertrudis me cae estupendamente. Ahora, que esta familia discreta no es.
Para qué preguntar a la vecina si entre Gertru y Google lo saben todo o casi todo?.
Eso do GPS e cousa de meigas!
Si lo sabré yo!
jajaja
no pude menos que reírme !!!
muy simpática Gertrudis ;-)
ja ja ja, demasiado bueno!
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