Permitidme un recuerdo personal sobre el capítulo que acabo de poner más abajo.
Han pasado trece o catorce años. Habíamos comenzado la catequesis para las niñas de primera Comunión en Aldeafuente y yo debía darles algunas clases. Como estábamos cerca de la Navidad, decidí improvisar un cuento:
—Cuando Dios creó el mundo —empecé— puso un nombre a cada estrella.
—¿A todas? —preguntó una de las niñas—.
—¡A todas!
—¿Y cuántas estrellas hay?
—Millones de millones de millones…
Gracias a las interrupciones de las pequeñas tuve tiempo de ir componiendo la historia, que es, más o menos la que luego traduje por escrito.
Aquella clase terminó exactamente igual que el capítulo del libro.
“—¿Y el Niño? —preguntó Oriente—. ¿Me mirará el Niño?
—No lo sé —respondió el ángel—. Los niños recién nacidos tienen los ojos cerrados. Sólo se atreven a mirar a sus madres. Pero Jesús…”
—¿Y qué pasó?, ¿le miró?, preguntaron a coro las niñas cuando di por terminada la clase.
—Mañana lo sabréis —respondí—.
No tuve más remedio que escribir el libro entero. Al fin y al cabo, contar historias no es tan difícil.
4 comentarios:
Jo! Pues a uno de aquí sí que le cuesta.
Ahora que tienes un portátil, hazte un buen archivo de ideas, anécdotas y ocurrencias. Luego, las repasas de vez en cuando y te saldrán mil historias.
D. Enrique, hace unos días, publicó en una entrada de "El Belén que puso Dios", que en el cielo todos ejerceremos nuestra profesión, aunque sin cansarnos...Le he estado dando vueltas pero me surge una duda: hay cantidad de profesiones que no existirían si no hubiera existido el pecado original, como por ejemplo la de inspector de hacienda, la de fiscal, la de funcionario de prisiones, la de mi marido, que se dedica a la calidad alimentaria, la de controlador de estacionamiento, no sé... muchas! Cómo se explica entonces? Qué harán todos ellos en el cielo?
Gracias por todo y feliz Navidad!!
Bueno, pastora, no te pongas así. En el cielo yo escribiré novelas, tu marido quizá sea clarinetista, y los inspectores de hacienda jugarán al tenis con los funcionarios de prisiones.
No te tomes muy en serio todas mis bromas. Del cielo sabemos poco.
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