En el cementerio de Trapiche
Trapiche es un conjunto de casas viejas atravesado por una carretera estrecha y llena de curvas que asciende desde la costa hasta Firgas, una localidad bien conocida por su manantial de agua potable, que nutre a toda la Gran Canaria. Los enormes camiones que transportan el agua embotellada suben y bajan cada pocos minutos a gran velocidad rozando casi las fachadas y sobresaltando a los vecinos con sus contundentes bocinazos. Trapiche es un pueblo resignado con su suerte y probablemente con un índice de sordera muy superior a la media nacional.
Dar un paseo por Trapiche es arriesgarse a una muerte casi segura por atropello. No hay arcenes ni refugios para quien salga a la carretera. Yo, sin embargo, lo hice todos los días con los prismáticos al cuello, no sin antes encomendarme a mi ángel custodio y, como veis, he sobrevivido.
El día 2 por la mañana decidí subir hacia Firgas. Pronto me di cuenta que no había camiones. Las gentes del pueblo habían salido a la carretera y caminaban muy decididos por el centro de la calzada en la misma dirección que yo.
—¿Viene al cementerio, padre?
—¿Quiere usted que vaya?
—¡Cómo no!
El cementerio, pequeño y feo, estaba bien cuidado. Había flores frescas por todas partes. Al llegar se abalanzaron sobre mí tres señoras, que resultaron ser hermanas y me pidieron que rezara un responso ante la tumba de alguien, fallecido hace veintitantos años. No entendí muy bien si era su padre o su abuelo o ninguna de las dos cosas. Luego vino un niño para decirme que me llamaba su madre…
Mi excursión se prolongó más de lo previsto. Seguían llegando paisanos y no hubo más remedio que acompañar a cada uno. Al final los reuní a todos, improvisé una oración por los difuntos del pueblo y les hablé de la necesidad de tener siempre preparadas las maletas para cuando Dios nos llame.
No hablé de los camiones, pero sí de los ángeles de la guarda que algunas veces regulan el tráfico.
PD. Sigo en la Gran Canaria. Mi avión sale a las 4 de la tarde.
3 comentarios:
Yo conozco a una Sra. que tiene tanta confianza en su ángel de la guarda que le hace funciones de GPS:
se mete en el coche cuando va a algún lugar recóndito y entre lo que le suena el camino (más menos que más)y el ángel de la guarda, llega siempre...
gracias x contarnos de Gran Canaria!
Ay don Enrique le pasa como a los médicos, aunque ellos no vayan tan evidentes, hasta cuando están de incógnito, siempre hay quien se desmaya, se siente mal...y alguien gritando un medico por favor...
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