miércoles, 21 de noviembre de 2007

Las avefrías


Ayer, por fin, vi una bandada de avefrías. Siempre llegan con las primeras nieves del otoño, pero hace tiempo que no aparecían por estos lares y yo las echaba de menos.

Las avefrías forman bandadas inconfundibles, como saetas voladoras en blanco y negro. Cuando el frío aprieta en el Norte de Europa, huyen por millares hacia el sur en busca de charcas más templadas.

Esta vez ni siquiera he tenido que salir al campo para verlas. Un chaval de bachillerato me señaló una specie de nube negra que se arremolinaba sobre la M 30.

—¡Qué pasada!: ¿qué son?

Mi conocimiento de las aves me sirve para conservar cierto prestigio. Saber de pájaros es estupendo, porque todos te escuchan en silencio y nadie se atreve a contradecirte. Los urbanitas que me rodean ni siquiera distinguen un gorrión macho de uno hembra. A veces saben lo que es un mirlo, y los más ilustrados, una urraca; pero de ahí no pasan.

Se alejan las avefrías y yo trato de animar a los chavales a que salgan al campo a contemplar la naturaleza, no no sólo a hacer deporte o a cabalgar una moto de montaña. Y terminamos hablando de los cormoranes que ya han llegado al embalse de Manzanares, de las grullas que pasan el invierno en Extremadura... Me escuchan con respeto hasta que uno hace la pregunta inevitable:

—¿Y para qué sirve mirar a los pájaros?

—Para nada, gracias a Dios. Las cosas más importantes son las que no sirven para nada, es decir las que no están subordinadas a un fin más alto. Lo simplemente "útil" es, por definición, poca cosa. Contemplar es la meta, es el fin, es el bien perfectamente inútil. El cielo será contemplación, y aquí podemos tener un anticipo del cielo si aprendemos a contemplar. ¿Me entiendes?

—Me miran como a un bicho raro. Como si yo mismo fuese una avefría digna de contemplación.


12 comentarios:

Ludmila Hribar dijo...

Cuanta verdad! Las cosas importantes son las que no sirven para "nada" un para nada que encierra un vasto mundo. Avistaje (asi le decimos aquí) de pájaros es un tema que tengo pendiente...

Anónimo dijo...

Claro, las cosas útiles son útiles "para algo", susceptibles de ser remplazadas por otras más útiles.

Las importantes entonces, no son las inútiles (que han podido ser útiles en el pasado) sino las que careciendo de utilidad porque son un fin en sí mismo, se disfrutan: la bondad, la belleza, la eternidad...y son absolutamente irremplazables e insustituibles.

Algo así, ¿no?...

Anónimo dijo...

Un blog genial, me alegro mucho de haberlo encontrado! En cuanto llegue a casa te añado a fav!!

Lucía dijo...

Creo que hasta ahora el reloj que mejor le queda a su blog es el azul

Enrique Monasterio dijo...

Me gusta cambiar de reloj. Es muy sencillo. Antes de volver al azul, buscaré otras posibilidades.

Anónimo dijo...

A mi me gustaba el primero que tenía números y, además, éste lo tiene con la hora de Canarias. Cristina V.

Benita Pérez-Pardo dijo...

El verde es más moderno... el azul me recuerda al de pared de toda la vida...

Benita Pérez-Pardo dijo...

El verde es más moderno... el azul me recuerda al de pared de toda la vida...

Cristian dijo...

Es que contemplar hoy es casi prohibido... hemos perdido mucho ese sentido.
Me había perdido un poco, pero acá estoy de vuelta, como las avefrias. Bendiciones.

Anónimo dijo...

El reloj no sirve para nada desde Austrilia. Pero queda bien

Enrique Monasterio dijo...

¿Desde Australia? ¿Y qué hace un australiano como tú en un blog como éste?

Unknown dijo...

De vez en cuando me viene bien una dosis de sentido comun.