martes, 5 de enero de 2010

Las abarcas desiertas



Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández, Poemas sueltos IV. Poesías completas. Madrid: Aguilar, 1979.

4 comentarios:

Yomisma dijo...

Qué triste la infancia de este pobre chico.... Los Reyes también paran aquí todos los años....

paloma dijo...

¿Año Nuevo? ¡Lucha nueva!

¡Felíz día de Reyes Don Enrique!

Gracias por la poesía.

Yo he recibido el mejor regalo de Reyes de toda mi vida. Algún día le contaré.

Almudena dijo...

Ufff! Tremendo. Qué diferentes son unas vidas de otras. Qué difíciles algunas... Creo que algun@s tenemos demasiado que compartir. Y, sin embargo, la naturaleza misma es un abismo de desigualdades en un sorprendente equilibrio. Para mí es un asunto muy complicado.
Por otro lado, me encanta Miguel Hernández pero, a veces pienso que si la vida no hubiera sido tan dura para él, tal vez no tendría tanta hondura su poesía. No sé

Isa dijo...

Guau...qué triste...menos mal que nunca me he visto en esa situación...Será porque no pongo abarcas...