jueves, 28 de enero de 2010

Risas y lágrimas

No recuerdo haber visto llorar a nadie con tanta sinceridad y tal derroche de lágrimas. Al principio lograste articular algunas palabras para explicarme tu "tragedia", luego, nada; sólo pucheros y sonidos inarticulados. No traté de consolarte, ¿para qué? Gracias a Dios, la caja de pañuelos de papel que tengo sobre la mesa estaba bien surtida y cumplió con su cometido. Quedamos en seguir charlando otro día y regresaste a clase después de lavarte la cara en el baño.

Media hora más tarde te vi rodeada de chicas y chicos en el recreo. Llevabas la voz cantante y reías a carcajadas. No me extrañó lo más mínimo. Al contrario: me sorprendí recordando —y añorando, ¡ay de mí!,— aquella edad feliz en la que éramos infinitamente desgraciados.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues hoy estoy como ese adolescente ¡ojala fueran esas lágrimas "vacias"!pero esto una madre no se lo puede permitir porque tiene que ser motor de su hogar y tirar siempre del carro aunque a veces el carro pueda con ella.

Anónimo dijo...

A mi (que también soy madre como la anterior anónimo), también me pasa, será que soy un poco adolescente aun (horror). Pero cada vez me apoyo más en el Señor, en eso he mejorado (poco). Gracias por este blog, me muero de la risa, y al tiempo me hace pensar... soy nueva lectora.

Anónimo dijo...

Es lo bueno (y lo malo) de la adolescencia, la intensidad con la que se viven los instantes y la cantidad de"alborotos anímicos" que se producen cada cinco minutos.
Fabuloso el globo.

Almudena dijo...

También pasa que cuando se consigue llorar, se queda una tan agustito...

LupeinS dijo...

...aquella edad feliz en la que éramos infinitamente desgraciados.
Eso lo hace más emocionante, yo aún soy adolescente, aunque paresca que en este mundo debemos vivir y pensar siempre como adultos. Sí, se llora, y luego las carcajadas llegan para avisar que siempre hay algo que nos saca una sonrisa. Siempre hay algo que nos hace mucho más felices y entonces las lágrimas también pueden ser de alegría.
:) esta entrada me sacó tremenda sonrisa :)
:)

Marta dijo...

No hace mucho me encontraba en una situación parecida y no soy adolescente, como muchas seguidoras también soy madre y esposa.
Gracias a Dios, el Señor me puso en mi camino un sacerdote como usted y otra tanta gente que me está ayudando.
Hoy puedo decir que lucho todos los días por contagiar alegría a los demás.
Gracias por compartir con todos nosotros esas experiencias que nos ayudan a pensar y seguir luchando. Y como no a tomarnos un poco en broma. Y a ver la vida con sentido del humor.

Isa dijo...

Madre mía, qué adolescencia...todo eran extremos en esa edad: o muy bueno o muy malo y hacíamos un dramón...(a veces aún me ocurre...)